Fitomedicamentos; ¿gato por liebre?

Con frecuencia, las definiciones básicas sobre asuntos cotidianos escapan a nuestro entendimiento. En el campo de la Medicina esto es muy común, porque le otorgamos toda nuestra confianza a un profesional de la materia y creemos, muchas veces a ciegas, en lo que dice la etiqueta de un frasco o en la repetitiva publicidad que escuchamos y vemos todos los días. Un campo lleno de triquiñuelas y verdades a medias es el relacionado con los fitomedicamentos (fár-macos elaborados en base a extractos naturales), muchos de los cuales son solamente complementos alimenticios que no tienen ninguna utilidad terapéutica, es decir, no cuentan con las propiedades necesarias para tratar una dolencia o padecimiento, pero utilizan leyendas engañosas para convencer a los usuarios de sus bondades.
En realidad, la Ley General de Salud reconoce desde hace muy poco a los fito-medicamentos (también llamados fitofármacos o medicamentos herbolarios) en la clasificación en la que también aparecen los fármacos alopáticos y homeopáticos y los describe como productos elaborados con material vegetal o sus derivados, “presentados en forma farmacéutica, y cuya eficacia terapéutica y seguridad ha sido confirmada científicamente en la literatura nacional o internacional”.
Ciencia vs. charlatanes
El Dr. Jaime Tortoriello García, jefe del Centro de Investigación Biomédica del Sur del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), localizado en Xochitepec, Estado de Morelos, explica en exclusiva para Salud y Medicinas que “un medicamento herbolario tiene idéntica importancia que un producto químico farmacéutico; por ello se sujeta a la misma norma-tividad y tienen las mismas formas de registro en la Secretaría de Salud, se legisla y se comercializa de igual manera. Además, se ofrece al público con las mismas presentaciones: Cápsulas, tabletas o jarabe”.
Lo que hace distintos a los fitofármacos de otros productos que no son medicamentos, pero que están hechos a partir de plantas, “radica en que los segundos son registrados como complementos de la alimentación. Por ello, siempre deben llevar en su envase una leyenda que señale con precisión que son suplementos alimenticios, no un medicamento y que su consumo es bajo el propio riesgo de la persona que lo adquiere, lo que es una diferencia enorme”.
Estos complementos alimenticios no deberían ser recomendados para uso terapéutico, “aunque hay muchas leyendas que se colocan de forma tramposa en estos productos y que señalan que, por ejemplo, ‘pueden’ consumirse en caso de dolor de cabeza”, explica el funcionario.
Aunque es verdad que la publicidad en torno a un producto es válida, también lo es que los consumidores te-nemos derechos que no deben pasarse por alto.
Uno de ellos es el derecho a la información, que la Procu-raduría Federal del Consumidor define de la siguiente ma-nera: “La publicidad, las etiquetas, los precios, los instructivos, las garantías y, en general, toda la información de los bienes y servicios que nos ofrezcan, debe ser oportuna, completa, clara y veraz, de manera que podamos elegir sabiendo qué compramos”. A veces, la diferencia entre un engaño y una actitud confusa es muy tenue, por lo que vale la pena atender un ejemplo para comprender mejor la situación.
El climaterio, etapa de la vida femenina que se caracteriza por una serie de cambios hormonales, requiere en muchas ocasiones de una terapia que reemplace los estrógenos que el organismo deja de producir por sí mismo.
Sin embargo, cuando la paciente tiene antecedentes familiares de cáncer de mama estará impedida para recibir estrógenos, ya que dichos agentes podrían desencadenar la enfermedad.
Es aquí que muchos médicos recomiendan la ingesta de fitoestrógenos, aunque éstos, en realidad, nada tienen que ver con las hormonas en referencia. No obstante, es un hecho que muchos de ellos combaten con eficacia algunos de los molestos síntomas de este periodo.
El Dr. Tortoriello García, egresado de la Facultad de Medicina de la Universidad del Estado de Morelos, abunda en el tema y explica que en la Secretaría de Salud “hay 60 fitomedicamentos registrados (todos ellos extranjeros), y son un buen número si consideramos que se legalizaron en 1998”.
De ellos, por lo menos hay “entre 8 y 10 fitomedicamentos indicados para el climaterio y la menopausia, algunos derivados de la soya, pero la mayoría provienen del extracto de Cimicifuga racemosa, planta que tiene sustancias llamadas isoflavonas y a las que equivocadamente se les dio el nombre de fitoestrógenos.
“No tienen nada que ver con dichos agentes, pero resuelven en un buen porcentaje los síntomas del climaterio. Las isoflavonas, reitero, tienen una estructura similar a los estrógenos, pero no lo son, y en ello radica precisamente su ventaja, ya que ejercen los mismos efectos de esas hormonas, pero sin sus riesgos potenciales”, afirma.
Prácticamente desde su creación, el Centro de Investigación Biomédica del Sur ha trabajado en diferentes líneas de estudio para desarrollar fitomedicamentos relacionados con las enfermedades más comunes de sus afiliados, entre las que se encuentran la diabetes mellitus (elevados índices de azúcar en la sangre), onicomicosis (hongos en las uñas) enfermedad de Alzheimer (enfermedad cerebral que afecta la memoria, el pensamiento y la conducta) e hipertensión arterial (presión sanguínea alta).
El Dr. Tortoriello García se muestra entusiasmado cuando habla de estos logros, pero enfatiza que prácticamente está por concluir con éxito la investigación para obtener un fitomedicamento para el tratamiento de la ansiedad, trastorno que padecen 13 millones de mexicanos.

Este ansiolítico, dice el maestro en farmacología y fitoquímica, promete ser más efectivo que muchos otros conocidos. “Nosotros hicimos un estudio clínico en el que participaron 152 personas con síndrome de ansiedad generalizada, y nuestro fitofármaco demostró ser tan efectivo como los medicamentos más recetados para esta enfermedad”.

Esto es muy importante porque “no lo comparamos con cualquier droga, sino con lorazepam, que es el medicamento más utilizado del mundo para el trastorno de ansiedad; es el más potente, cierto, pero también el que causa más problemas colaterales: somnolencia diurna, dolor de cabeza, pesadillas, intolerancia y adicción. Nosotros desarrollamos un medicamento con una planta que tiene la misma magnitud terapéutica, pero sin los efectos secundarios descritos”, asevera.

El ansiolítico es producido a partir de las diferentes especies de plantas medicinales que existen en el país, pero principalmente de la llamada rama de oro o corpionchi, cuyo nombre científico es Galphimia glauca, utilizada en la medicina tradicional como tranquilizante para enfermos mentales. Dentro de la investigación fitomédica, la fórmula es una innovación mundial y se prevé que además de ser útil para los pacientes con ansiedad, pueda abrir una brecha para el desarrollo de la industria farmacéutica mexicana, destaca el Dr. Tortoriello García.

Futuro alentador
Las plantas medicinales son estrategias terapéuticas diferentes que en muchos casos se convierten en soluciones más eficaces y seguras que los medicamentos alópatas u homeópatas.

Así lo establece el entrevistado, quien agrega que “en el caso de la ansiedad no conocemos ningún medicamento a partir de una planta que tenga características similares a este desarrollo. Claro, hay medicamentos a partir de plantas como la valeriana que se recomiendan para la ansiedad, pero en realidad el efecto que produce es hipnótico; hay otro muy bueno en el mercado, que es antidepresivo, pero uno como el nuestro no hay”.

El futuro del medicamento “está fuera de nuestro alcance porque el IMSS entrará en un proceso de transferencia de la patente a una empresa farmacéutica”, señala el Dr. Tortoriello García, quien dice que lo mejor sería otorgársela a un laboratorio de presencia internacional, especialista en la producción de fitomedicamentos, para asegurar que sus beneficios lleguen a un mayor número de personas en el mundo.

“Nosotros trabajamos en lo que nos corresponde, e incluso hemos logrado inmiscuirnos en los premios y en el proceso de las patentes, es decir, que vamos más allá de la responsabilidad de un investigador, pero la transferencia depende de otras áreas.

“Si se hace bien, las expectativas son muy grandes en esta área, porque tenemos una de las diversidades más grandes y una de las medicinas tradicionales más vastas que existen en el mundo. Estamos en competencia con otros países que tienen más infraestructura y dinero, pero nunca tendrán las plantas ni el conocimiento médico popular que tenemos en México, lo que nos coloca con una franca ventaja sobre ellos”, concluye.

Clasificación de medicamentos
De acuerdo con el artículo 224 de la Ley General de Salud, éstos son los tipos de fármacos que se reconocen en México de acuerdo a su naturaleza:
Alopáticos. Toda substancia o mezcla de substancias de origen natural o sintético que tenga efecto terapéutico, preventivo o rehabilitatorio, que se presente en forma farmacéutica y se identifique como tal por su actividad farmacológica, características físicas, químicas y biológicas, y se encuentre registrado en la farmacopea de los Estados Unidos Mexicanos para medicamentos alopáticos.
Homeopáticos. Toda substancia o mezcla de substancias de origen natural o sintético que tenga efecto terapéutico, preventivo o rehabilitatorio y que sea elaborado de acuerdo con los procedimientos de fabricación descritos en la farmacopea homeopática de los Estados Unidos Mexicanos, en las de otros países u otras fuentes de información científica nacional e internacional.
Herbolarios. Los productos elaborados con material vegetal o algún derivado de este, cuyo ingrediente principal es la parte aérea o subterránea de una planta o extractos y tinturas, así como jugos, resinas, aceites grasos y esenciales, presentados en forma farmacéutica, cuya eficacia terapéutica y seguridad ha sido confirmada científicamente en la literatura nacional o internacional.