Bibliotecas de la ciudad resguardan ‘joyas’ de más de cinco siglos

La Biblioteca Pública del Estado “Juan José Arreola” tiene un ejemplar de De revolutionibus orbium coelestium (Sobre los giros de los orbes celestes) de Nicolás Copérnico, pero nadie puede tocarlo.
En el área de Tesoros Bibliográficos, esta publicación, única en América Latina, está resguardada por un cristal. Celia Montes, coordinadora de este espacio, explica que “cambió” el mundo porque señala que los astros giran alrededor del Sol. Sabe que se publicó en 1543 y que se prohibió en 1616.
En El Colegio de Jalisco se pueden encontrar ejemplares como El Isolario (1534). En sus páginas se comparte la existencia de Tenochtitlán, pero también está el original de la tesis filosófica que José María Morelos y Pavón presentó en 1795 a la Real y Pontificia Universidad de México.
La Biblioteca “Dr. Jorge Villalobos Padilla” del ITESO destaca por tener ejemplares antiguos y se suman primeras ediciones como Piedra de Sol, de Octavio Paz, así como dos más que el escritor Agustín Yáñez quiso borrar de su biografía: Llama de amor vivo y Ceguera roja.
Son parte de una larga lista de los libros más antiguos y relevantes que resguardan bibliotecas de la metrópoli. La Real y Pontificia Universidad de México se concedió la real cédula para su creación el 21 de septiembre de 1551 y se inauguró el 25 de enero de 1553 en el antiguo virreinato de la Nueva España, en aquel tiempo bajo el cargo de Felipe II. Aunque el papado concedió la bula, esta nunca llegó a la Nueva España, ya que el rey y su Consejo de Indias consideraron que se excedían los privilegios a la universidad, por tanto la bula permaneció en Sevilla. Será en el siglo XVIII cuando empiece a utilizarse lo que el investigador Enrique González González ha denominado un timbre de honra. Tradicionalmente, se consideran a la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad Pontificia de México como sus herederas institucionales. Sin embargo, se ha planteado un debate acerca de la continuidad de la universidad virreinal con la UNAM. Esta idea se originó con motivo de los festejos del IV Centenario de la Universidad de México en 1951, a diferencia de las intenciones de Justo Sierra, quien buscaba crear una nueva universidad en 1910. Por otro lado el 25 de enero de 2012 la congregación para la educación católica otorga a la Universidad Pontificia de México el reconocimiento de ser la misma institución que la Real y Pontificia Universidad de México.
Fue su primer rector y catedrático don Francisco Cervantes de Salazar.
Las primeras instituciones educativas de nivel superior en tiempos del virreinato de la Nueva España eran los seminarios, instituciones con las que contaban las principales ciudades del reino y donde se preparaba a los sacerdotes.
Fray Juan de Zumárraga y el virrey Antonio de Mendoza inician las gestiones para la fundación de la primera universidad en la Nueva España. Las intenciones de fray Juan de Zumárraga que le fueron entregadas al rey de España fueron para educar a los recién convertidos, meta que no se cumplió debido a que la educación en esta universidad se centró en las clases privilegiadas de la colonia.