Atesoran libros que cambiaron el mundo

Incunable, según el Diccionario de la Real Academia Española, es una edición hecha entre la invención de la imprenta (en 1450) y los comienzos del siglo XVI. Hoy, la mano enguantada de Celia Montes toma cuidadosamente el libro Opúscula, de San Agustín de Hipona. Publicado en 1484, es el más viejo de la Biblioteca Pública del Estado “Juan José Arreola”. Según ella, en sus 22 obras aborda temas como la religión, la filosofía, la moral y el matrimonio.
Celia, coordinadora del área de Tesoros Bibliográficos, deja el libro, que carece de portada y de capitulares, y entre los tres mil 380 volúmenes que la rodean elige Sphera mundi, de Juan de Sacro Bosco, obra publicada en 1485 y la segunda más vieja que hay en el edificio.
No menciona su contenido. Se lo impide la presencia del libro De revolutionibus orbium coelestium (Sobre los giros de los orbes celestes), de Nicolás Copérnico, que aparece abierto y cubierto por un cristal para que nadie lo toque. En su opinión, un libro que cambió el mundo porque señala que los astros giran alrededor del Sol.
Publicado en 1543 y prohibido en 1616. El único ejemplar de esta obra que existe en América Latina.
Sin embargo, nadie sabe cómo llegó el libro a la biblioteca.
El Vocabulario en lengua castellana y mexicana, de Alonso de Molina, le parece otro libro valioso. Impreso por Antonio de Molina, el segundo impresor que llegó a México, en 1571, este texto incluye un conjunto de palabras para evangelizar a los indios. Otro documento invaluable para ella es el manuscrito sobre la fundación de San Antonio Texas, de 1733, que pertenecía a la Real Audiencia de la Nueva Galicia.

El director de la Biblioteca “Juan José Arreola”, Juan Manuel Durán, explica que los incunables llegaron a Guadalajara en el siglo XVI —pertenecían a las órdenes religiosas— y se conservan en la biblioteca desde su creación, en 1861. Detalla que para cuidarlos se necesita recubrirlos con un papel italiano libre de acidez, controlar la humedad, la temperatura y la luz.
Además, resalta que la riqueza de diversos fondos, como el que donó la familia de Jorge Álvarez del Castillo, permitió crear otros “tesoros” con libros importantes, como la Biblia del Oso, la primera traducción al español del texto religioso, publicado en 1569.
Arquidiócesis restaura sus documentos
En el año 2000, el Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Guadalajara abandonó un sótano de la Catedral y se mudó a una casa ubicada en Reforma 362. Su director, José Alberto Estévez Chávez, cuenta que durante el traslado encontraron documentos valiosos en mal estado que tuvieron que restaurar minuciosamente por el tipo de papel y por su edad.
Estévez Chávez explica que la Arquidiócesis de Guadalajara generó información desde 1548; sin embargo, la documentación más antigua con la que cuenta es de 1556. Se trata de las disposiciones, escritas en náhuatl, que los representantes de la Iglesia les entregaron a los indios para que pagaran el diezmo.
Actualmente, el acervo tiene 200 de estos escritos.
Otro texto que se recuperó fue un testamento del 12 de abril de 1567. Estévez Chávez dice que cuando lo encontraron estaba doblado y en malas condiciones.
Comenta que en esa fecha Juana Contreras dejó sus bienes: una casa, ollas, vestidos y gallinas para su sobrina, quien la cuidó.
El Libro de Gobierno más antiguo que tiene el acervo reúne los decretos, los mandatos y las circulares que escribió el Obispo Colmeneros.
“Cuando lo encontramos era un libro muy desecho. Un restaurador nos hizo el trabajo.
El libro abarca de 1641 a 1695, casi lo que dura (el Obispo) al frente de la Arquidiócesis de Guadalajara.
En él está plasmado el caminar de la Diócesis: los decretos, las normas que él autorizó, los acontecimientos que tuvieron relevancia, la formación de parroquias”.
En el Libro de Visitas Pastorales del Obispo León Garabito, de 1678 a 1679, se registraron los apuntes que un escribano hizo de los pormenores de esos recorridos, que en algunas ocasiones se extendieron por más de un mes.
Estévez Chávez explica que también resguarda una circular escrita en 1730 en la que un obispo concede autorizaciones a las personas para trabajar en día de fiesta, para realizar misas de difuntos y para comer las extremidades de los animales. El objetivo del documento es evitar cargos de conciencia.
Por último, resalta que en el fondo hay una Biblia de 1572 escrita en hebreo, latín y griego. Se lee al revés.
De este libro sólo se sabe que lo trajeron los españoles y que es uno de los ejemplares más antiguos que hay en la ciudad de este texto religioso.

ITESO y su acervo de ejemplares antiguos y raros

Si un investigador o un usuario de la Biblioteca Dr. Jorge Villalobos Padilla, del ITESO, quiere consultar uno de los 14 mil 48 títulos que tiene el Acervo de Libros Antiguos y Raros de esta universidad, tiene que especificar qué es lo que busca, pedir una cita, esperar a que Alejandro Strozzi, coordinador de Servicios a Usuarios, apruebe su petición, saque el libro o el documento de este espacio cerrado con llave y sólo podrá revisar el contenido en la oficina de este hombre y bajo su supervisión.

Lourdes Jaime, coordinadora de Clasificación y Desarrollo de Colecciones, detalla que en el fondo hay nueve libros del siglo XVI, 83 del XVII, 930 del XVIII y el resto del XIX y del XX.

Sin embargo, destaca que la riqueza del acervo no se resume sólo por sus libros antiguos, sino también por sus rarezas: libros en miniatura, en gran formato, material sobre la Compañía de Jesús y libros autografiados por autores relevantes.

Por ejemplo, si bien en la colección del ITESO hay un libro de Alberico de Rosate, publicado en 1560, y otro de 1570 escrito por Severino Boecio, también hay un ejemplar de la primera edición de Piedra de Sol, de Octavio Paz, firmado por el poeta mexicano, y dos libros que el escritor y ex gobernador jalisciense Agustín Yáñez quiso borrar de su biografía: Llama de amor vivo y Ceguera roja. Según Jaime, en el primero el autor de Las tierras flacas se perfiló como un escritor católico y, en el segundo, mostró su anticomunismo. Ambas, “joyas” que los libreros de viejo de la ciudad se saborearían sin parar.

Jaime detalla que la colección se incrementó cuando hace 10 años llegaron los libros de los jesuitas. En su mayoría, el fondo se compone de textos que abordan temas relacionados con las ciencias sociales y humanas.

Resalta que otras “joyas” de la biblioteca son ediciones raras por la zona geográfica en las que se crearon, una colección de ediciones facsimilares de códices prehispánicos y los archivos de dos arquitectos jaliscienses destacados como Julio de la Peña e Ignacio Díaz Morales.

De acuerdo con la página de internet del ITESO, la construcción del edificio que alberga la biblioteca “Dr. Jorge Villalobos Padilla”, quien fue uno de los primeros rectores, comenzó en mayo de 1995. El inmueble se inauguró en 1996 por Pablo Humberto Posadas.

Las “joyas” del siglo XV de El Colegio de Jalisco

Mariela Bárcenas, coordinadora de la Biblioteca de El Colegio de Jalisco, dice que en El Isolario, libro publicado en 1534, los europeos ya sabían de la existencia de la capital de los mexicas.

En el interior del edificio, cuya tranquilidad contrasta con el caos vial del Centro de Zapopan, el crujido de las hojas es el único ruido que se escucha en el cuarto. Las manos de Mariela, cubiertas con guantes, buscan entre las páginas una referencia y se detienen cuando sus ojos vivaces encuentran un dibujo de Tenochtitlán y las referencias a las poblaciones de Iztapalapa y Tacuba. Mariela apunta que esta publicación, valiosa por rara, describe el territorio conquistado por los españoles como una isla. Repite que es la aparición de América en un documento italiano basado en la información que compartió Hernán Cortés.

Mariela detalla que la biblioteca tiene más de 70 mil volúmenes y se especializa en ciencias sociales y humanidades (los visitantes más asiduos son estudiantes e investigadores de la institución, del Colegio de Michoacán, de la Universidad de Guadalajara y del ITESO). Sin embargo, destaca el Fondo Reservado y el Fondo Especial, que resguardan publicaciones que van desde el siglo XV hasta principios del XX: nueve mil libros valiosos como El Isolario, que deja sobre la mesa de madera para mostrar el siguiente.

El próximo es el libro más antiguo que tiene este espacio, La vida de Cristo, escrito por Ludolfo de Sajonia y publicado en 1495. Europeo e incunable. En 1995, Michael Mathes, doctor en Historia por la Universidad de Nuevo México, donó a la Biblioteca de El Colegio de Jalisco una colección compuesta por 45 mil volúmenes: cuatro mil de ellos se integraron a este fondo. En los alteros de libros que entregó el estadounidense estaba este texto y el tomo III de Biblia Latina cum postillis de 1489, otra “joya”.

Otro ejemplar valioso es el que reúne las obras de Tácito traducidas al castellano por primera vez en 1614. También lo es el original de la tesis filosófica que José María Morelos y Pavón presentó a la Real y Pontificia Universidad de México en 1795. El último que presume la historiadora es el original del Periquillo Sarniento, novela que José Joaquín Fernández de Lizardi publicó en 1816, en medio de la guerra por la Independencia de México.

ACERVO

Biblioteca Pública del Estado de Jalisco Juan José Arreola

Opúscula, de San Agustín de Hipona (1484).
Sphera mundi, de Juan de Sacro Bosco (1485).
De revolutionibus orbium coelestium (Sobre los giros
de los orbes celestes), de Nicolás Copérnico (1543).
Vocabulario en la lengua castellana y mexicana,de Alonso de Molina (1571).
Expediente sobre la fundación de San Antonio de Texas (1733).

Arquidiócesis
Disposiciones sobre el diezmo (en náhuatl y desde 1556).
Testamento (1567).
Libro de Gobierno del Obispo Colmeneros (1641-1695).
Libro de visitas pastorales (1678-1679).
Circular que autoriza trabajar en día de fiesta, comer extremidades de animales y realizar misas de difuntos (1730).