Trombosis venosa profunda: Obstáculo a la circulación sanguínea

La trombosis venosa profunda ocurre cuando la sangre que pasa a través de las venas de las piernas circula lentamente, lo que puede presentarse cuando dichas estructuras sufren alguna lesión, al padecer ciertas enfermedades, así como al ingerir medicamentos que promueven que el vital líquido se haga espeso.
De acuerdo al Dr. José Jesús Pérez Correa -ortopedista traumatólogo y jefe del Servicio de Rodilla del Hospital Magdalena de las Salinas, en la Ciudad de México- «los factores de riesgo para desarrollar trombosis venosa profunda incluyen edad mayor a 40 años, obesidad, presión arterial alta, niveles elevados de colesterol, inactividad física, embarazo, tabaquismo, inmovilización por periodos prolongados a causa de intervención quirúrgica o viajes, terapia con estrógenos, cáncer y cirugía ortopédica (por ejemplo, en cadera o rodilla debido a que se liberan factores coagulantes)». Asimismo, el especialista informa que «en 60% de casos de trombosis venosa profunda no se manifiestan síntomas, no obstante, en los restantes pueden presentarse inflamación general en pantorrilla, tobillo, pie o muslo, aumento en la temperatura de la extremidad, enrojecimiento, dolor, calambres nocturnos en la pierna y coloración marrón de la piel».
Al respecto, el hematólogo Abraham Majluf Cruz, vicepresidente del Comité Mexicano de Hemostasia y Trombosis, señala que «la naturaleza silente (no da síntomas) de la trombosis venosa profunda constituye la amenaza principal de la enfermedad, ya que hay pacientes en quienes puede presentarse obstrucción de una arteria pulmonar y morir súbitamente sin haber tenido síntomas anteriores». Por esta razón, este especialista considera de vital importancia que quienes presenten los factores de riesgo antes citados reciban vigilancia médica.
Sistema circulatorio
Para entender mejor la aparición de trombosis venosa profunda es necesario conocer de cerca el funcionamiento del sistema circulatorio, cuya principal labor consiste en transportar la sangre hacia todas las regiones del organismo. El mecanismo está constituido por las siguientes estructuras:
Sangre. Fluido formado por glóbulos rojos o hematíes (contienen la hemoglobina, que es la sustancia que transporta oxígeno desde los pulmones a los diferentes tejidos y elimina algunas sustancias de desecho), glóbulos blancos o leucocitos (se encargan de proteger al organismo contra los diferentes tipos de microbios), plaquetas o trombocitos (su labor consiste en coagular la sangre cuando se rompe alguno de los conductos por las que este líquido transita) y plasma (líquido en donde se encuentran «nadando» las células sanguíneas antes descritas). Corazón. Órgano hueco provisto de paredes gruesas que funge como «bomba» para impulsar la sangre a las diferentes estructuras del organismo.
Arterias. Conductos por los que la sangre sale del corazón, los cuales se ramifican y dan lugar a vasos más pequeños denominados arteriolas.
Capilares. Canales de distribución sanguínea a través de los cuales se produce intercambio de oxígeno, nutrientes y sustancias de desecho.
Venas y vénulas. Los capilares forman pequeños conductos llamados vénulas, los que a su vez se unen y forman las venas; por estas estructuras la sangre, ya sin oxígeno, vuelve al corazón.
Anatomía de las piernas
Las extremidades inferiores están provistas de dos grupos principales de venas: superficiales -situadas en la capa grasa debajo de la piel- y profundas -ubicadas en músculos-, las cuales están conectadas mediante conductos cortos. Cabe destacar que el segundo conjunto de venas desempeña importante papel en el retorno de la sangre hacia el corazón (pues este órgano no puede efectuar este proceso por sí mismo), ya que al estar ubicadas dentro de los poderosos músculos de la pantorrilla son fuertemente comprimidas con cada paso, amén de que cuentan con pequeñas válvulas que también colaboran en este proceso.

Ahora bien, dicho mecanismo puede verse afectado por tres factores conocidos como tríada de Virchow —denominación que tiene su origen en la teoría sobre trombosis efectuada por el patólogo (especialista que estudia la naturaleza de la enfermedad y al portador de la misma) alemán Rudolph Virchow—, que incluye:

Enlentecimiento del flujo sanguíneo (estasis). Puede aparecer a causa de periodos de inmovilidad durante reposo en cama prolongado -por ejemplo, tras intervención quirúrgica, parálisis de las extremidades o vendajes en piernas después de haber sufrido alguna fractura- o al realizar viajes largos en avión, pues da lugar al llamado síndrome de clase turista. Ambas condiciones incrementan la viscosidad de la sangre, favorecen la coagulación e impiden la disolución de pequeños trombos.
Hipercoagulabilidad. Tendencia de la sangre a coagularse, lo que puede originarse a causa del envejecimiento, antecedentes de trombosis, tabaquismo, cáncer o aumento de los niveles de estrógenos.
Lesión de la pared interna de un vaso sanguíneo. Ocurre en pacientes sometidos a cirugía de cadera, rodilla y extirpación de venas varicosas, en quienes han sufrido golpes o fracturas, al consumir drogas vía intravenosa y al introducir catéter venoso (instrumento tubular flexible que se usa para drenar líquidos, efectuar lavados o administrar medicamentos). Lo anterior activa a las plaquetas, estructuras que coagulan la sangre para evitar hemorragias.
«Debido a los factores antes descritos se pueden formar coágulos en las venas, los cuales pueden desprenderse a causa de la presión que ejercen los músculos de la pantorrilla al caminar, y transformarse en émbolos (coágulos en movimiento), los cuales viajan libremente por el torrente sanguíneo y pueden desplazarse y fijarse en una o más arterias de los pulmones taponándolas, lo que se conoce como embolia pulmonar», explica Pérez Correa.

«La gravedad de este padecimiento depende del tamaño y cantidad de coágulos en movimiento, pues uno grande obstruye casi toda o en su totalidad la sangre que va del lado derecho del corazón hacia los pulmones, lo que puede causar la muerte inmediatamente. Cuando la obstrucción es menor se presentan falta de aire, dolor en tórax, tos, taquicardia (aumento de los latidos cardiacos) y taquipnea (aumento de la frecuencia respiratoria)», advierte Majluf Cruz.

Lamentablemente no es posible predecir en qué momento la trombosis venosa profunda no tratada se convertirá en embolia masiva, razón por la que es muy importante que el angiólogo (especialista en enfermedades que afectan a venas, arterias y vasos sanguíneos) vigile con sumo cuidado al paciente.

¿Cómo se detecta?
La trombosis venosa profunda con frecuencia se describe como un padecimiento que no siempre genera síntomas, pero en caso que se presenten incluyen dolor, rigidez, aumento de temperatura, enrojecimiento y edema (hinchazón acompañada de acumulación de líquido) en la extremidad afectada.

Cuando un paciente tiene factores de riesgo de desarrollar trombosis, así como en quienes presentan las molestias antes citadas, es preciso realizarles diversos estudios clínicos para confirmar o descartar el diagnóstico de esta afección, entre los que destacan:

Pletismografía de impedancia. Mide la presión sanguínea en diferentes niveles de la pierna.
Venografía de contraste. Involucra la inyección de una sustancia en la vena para que ésta pueda visualizarse claramente con rayos X.
Tomografía computarizada. Especie de radiografías que pueden mostrar los coágulos sanguíneos con mayor detalle.
Resonancia magnética. Método que puede detectar trombos en piernas, pelvis y pulmones mediante imágenes.
Angiografía. Implica inyección de una sustancia que realza los vasos sanguíneos de los pulmones que van al corazón, con el fin de hacerlos más visibles en una radiografía.
Gammagrafía pulmonar. Se suministra una sustancia de tipo radiactivo que se concentra en pulmones y resalta sus estructuras, posteriormente se toma una especie de radiografía que muestra el flujo sanguíneo a través de los pulmones y flujo de aire que entra y sale de los mismos.
Ante todo prevención
Aunque el riesgo de trombosis de las venas profundas de las piernas no puede ser eliminado por completo, se puede reducir al seguir las recomendaciones que sugieren los doctores Majluf Cruz y Pérez Correa:

Evitar fumar.
Mantener las piernas elevadas mientras se está en cama, pues esta posición favorece el retorno sanguíneo a través de las venas.
Practicar ejercicio diariamente durante al menos 30 minutos para prevenir que la sangre se estanque; a quienes estén imposibilitados para realizar actividad física con los miembros inferiores (por ejemplo, en caso de parálisis) se les recomienda acudir a un fisioterapeuta para dar masaje y movilizar sus piernas.
Usar medias elásticas de compresión graduada hace que las venas se estrechen ligeramente y que la sangre fluya más rápido.
Caminar tan pronto como sea posible después de haber sido sometido a intervención quirúrgica.
Flexionar y extender los tobillos 10 veces cada 30 minutos, especialmente las personas convalecientes de alguna enfermedad o cirugía que les obligue a estar en cama y cuando se realiza viaje largo.
Usar los llamados «calcetines neumáticos» son otra forma efectiva de prevenir la formación de coágulos, generalmente están elaborados a base de plástico y son inflados o desinflados automáticamente mediante un dispositivo eléctrico para que aprieten las pantorrillas y vacíen las venas; suelen usarse antes, durante y después de una cirugía hasta que el paciente vuelva a caminar.
Asimismo, cuando se va a practicar cirugía ortopédica (por ejemplo, en cadera o rodilla) se puede administrar al paciente los siguientes medicamentos a manera de prevención:

Agentes antitrombóticos. Impiden la formación de coágulos tras la cirugía interfiriendo con el proceso de coagulación, ya que fluidifican la sangre.
Anticoagulantes orales. Inhiben la coagulación sanguínea.
Heparinas no fraccionadas. A dosis bajas impiden la trombosis venosa profunda a través de la inhibición de los factores de coagulación.
Heparinas de bajo peso molecular. Presentan el mismo mecanismo de acción que las anteriores, pero en menor medida.
Cabe destacar que el tratamiento de trombosis venosa profunda se basa en la administración de los medicamentos antes descritos, uso de medias elásticas y práctica de ejercicio.

Como puede ver, lo más importante es identificar tempranamente los factores de riesgo que pueden derivar en trombosis, pues de esta manera podremos prevenirlos y evitar que una posible obstrucción pulmonar nos tome por sorpresa.