Transportistas franceses protestan contra campamento migrante de Calais

Cientos de camioneros en grandes vehículos, agricultores en tractores y estibadores y comerciantes a pie cortaron el lunes una importante autopista en el norte de Francia para pedir el cierre del campamento migrante en Calais conocido como ‘La Jungla’.

Las autoridades locales instaron a los viajeros a evitar la zona con la esperanza de limitar los efectos del bloqueo, que pretendía paralizar el tráfico en la rutaempleada para acceder a Gran Bretaña a través del eurotúnel y el puerto.

Las tensiones han aumentado conforme la población del campo subía hasta al menos 7 mil personas, procedentes de Oriente Medio y África y que quieren llegar a Gran Bretaña.

La población ha crecido a pesar de que las autoridades han redoblado la seguridad y cerrado la mitad del camino que se ha convertido en un símbolo de los desafíos de la crisis migrante en Europa.

El ministro francés del Interior, Bernard Cazeneuve, prometió el viernes que el gobierno desmantelará el campamento «en una operación controlada» tan pronto como sea posible, pero los manifestantes quieren que establezca una fecha.

Los camioneros que trabajan en la zona están frustrados por los intentos de los migrantes de saltar a sus vehículos para cruzar el canal de La Mancha a Gran Bretaña, y las empresas locales dicen que los migrantes se han convertido en un lastre económico para la ciudad y manchan su imagen.

Estamos hartos de la situación migrante en Calais. Son cada vez más agresivos», afirmó el camionero francés Blaise Paccou.

Salimos por la mañana. No sabemos cómo vamos a regresar por la noche por las rocas y barras de metal que nos lanzan», contó.

En los últimos meses, los migrantes han recurrido a tácticas peligrosas para obligar a frenar a los camiones y poder saltar en la parte trasera, lanzando ramas de árboles y otros objetos a la carretera.

Siete migrantes han muerto en la carretera este año.

La práctica supone un peligro para los camioneros y para los propios autores de la maniobra.

La alcaldesa de Calais, Natacha Bouchart, que apoya a los manifestantes, insistió en la televisora BFM que debe restaurarse el orden público en Calais.

Unos 2 mil policías han sido enviados a la ciudad para proteger los accesos al eurotúnel y el puerto, dos importantes conexiones económicas, así como para expulsar a los migrantes de las carreteras, a menudo con gases lacrimógenos.

El gobierno local emitió un comunicado el domingo instando a la gente a evitar los viajes no imprescindibles a la zona de Calais durante todo el día. Camiones y tractores llegaban a la carretera del puerto mientras cientos de personas acudían a pie.

Grupos humanitarios han advertido que un cierre apresurado del campo podría dispersar a los migrantes, agravar los problemas de la ciudad y empeorar el drama humanitario.

Aunque las condiciones del campo son lamentables, los migrantes tienen acceso a distribución de alimentos y duchas. Las autoridades han cerrado la mayoría de las tiendas y restaurantes improvisados. El estado ha apelado una orden judicial que prohibió destruir los comercios.

Emtre 7 mil y 9 mil migrantes viven en la zona, según estimaciones.

En otro flanco de la crisis migratoria en Europa, el presidente checo, Milos Zeman, dijo el lunes que su país y toda la Unión Europea deberían ayudar a Bulgaria a resguardar su frontera con Turquía a fin de frenar el cruce de migrantes.

Bulgaria es miembro de la UE, pero no es parte de la zona Schengen sin visados de la UE. Algunos refugiados han viajado a través de su territorio en camino hacia los estados más ricos de Europa occidental.

La afluencia de refugiados a Grecia y también a Bulgaria se redujo significativamente después de un reciente acuerdo entre Turquía y la UE.

Después de reunirse el lunes con su homólogo búlgaro, Rosen Plevneliev, Zeman dijo que ya se están afinando los detalles del despliegue de fuerzas checas en Bulgaria.

Los checos enviaron 50 policías a Hungría el lunes para ayudar a proteger la frontera con Serbia y anteriormente también desplegaron decenas de agentes en Grecia, Eslovenia y Macedonia.