Fuente de Chapultepec, en la incertidumbre

El gobierno de la Ciudad de México y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) discuten el futuro de la Fuente de Chapultepec, la más antigua de la capital mexicana. Tras años de olvido, el monumento que suministró agua al antiguo barrio de San Miguel Chapultepec se debate entre la propuesta del gobierno local para desmantelarla “sillar por sillar” y embodegarla durante dos años, y la recomendación de la dependencia federal de dividirla en tres fragmentos para desplazarla a un lugar cercano a las obras que se llevarán a cabo en el área donde ahora se encuentra.

Los trabajos para construir el nuevo Centro de Transferencia Modal (Cetram) Chapultepec que el gobierno capitalino planea llevar a cabo en el paradero de la estación del Metro, implicarán que la fuente del siglo XVIII sea trasladada por tercera ocasión desde el primer movimiento que tuvo a principios del siglo pasado. Aún en espera de que sea precisado el lugar definitivo para colocar el monumento, el INAH advierte que de utilizarse el método que la autoridad local sugiere, la fuente podría sufrir daños y corre el riesgo de quedar en el olvido.

“Lo que nos preocupa es el procedimiento que ellos plantean, que nos dicen: la embalamos y la guardamos en una bodega, eso no nos deja dormir, ¿qué va pasar después de dos años?, ¿quién va estar en la jefatura de gobierno?, pueden pasar cien cosas, la fuente se puede perder o vaya usted a saber”, señala Arturo Balandrano, coordinador nacional de Monumentos Históricos del INAH.

El 17 de abril pasado el Fideicomiso para el Cetram Chapultepec presentó a la institución federal un primer proyecto con el que solicitó autorización para reubicar la fuente en primer lugar y después, intervenirla. La polémica reorganización del paradero tiene prevista una excavación de siete niveles subterráneos que servirán como estacionamientos, conexiones entre el Metro y el servicio de transporte público, así como la prolongación de los túneles vehiculares que conectan Constituyentes con avenida Chapultepec y extenderlos hasta pasar los semáforos de la calle de Lieja. La fuente se encuentra dentro del polígono de las obras.

Entre dos proyectos

La obra del nuevo Cetram de Chapultepec “implica que la zona va a estar excavada y en obra, la propuesta que nos están haciendo no solamente es reubicar la fuente, sino que nos proponen desmontarla, sillar por sillar, clasificarla, embalarla y guardarla dos años que será lo que dure la obra”, explica Arturo Balandrano. Una vez terminados los trabajos, la idea es desembalarla y colocarla para restaurarla en un lugar predominante de una nueva plaza que servirá también como acceso al Bosque de Chapultepec. Pero la propuesta no ha convencido a los especialistas del INAH.

El método para separar, desde la parte superior, cada uno de los bloques de cantera de chiluca con que fue construida la fuente consiste en hacer perforaciones con taladro entre las juntas de los sillares e inyectar después en los huecos, un cemento expansivo que acabe por separar los bloques de entre 20 por 40 centímetros. “Nosotros creemos que ese procedimiento puede provocar que se rompan las piedras por la fuerza de expansión, estamos diciendo que no es aceptable el procedimiento para este caso especial”, dice el funcionario.

Con las piedras separadas, el gobierno de la ciudad llevaría el material a una bodega para mantenerlo guardado durante dos años. El fideicomiso y el INAH se reunieron el jueves pasado para llegar a un acuerdo;  la propuesta de la dependencia federal consiste en aprovechar la grieta que prácticamente partió la fuente en su costado derecho y transportarla dividida en tres fragmentos: los dos del cuerpo principal del monumento y uno más con la pileta que sirvió como depósito de agua.

Además de moverla completa, el INAH quiere que la fuente se mantenga cerca del lugar de las obras y no embodegada, “resguardada, cubierta, protegida y en el momento en que se pueda colocar, volverla a poner pero que la gente sepa que ahí está, que todos sepamos que está ahí y no que está perdida y cuando sea el momento de que se pueda poner, que no haya maquinas que la vayan a golpear, que la vayan a tirar o algún accidente, se decida la colocación y darle la restauración necesaria para ponerla en valor”.

Una mala decisión

En 1971 cuando el Metro Chapultepec ya funcionaba, la fuente más antigua de la ciudad fue movida por segunda ocasión a la glorieta donde todavía se encuentra pero “la mala suerte o una mala decisión” acabó por estropearla. En ese momento se decidió cimentarla en un terreno inestable, una parte posada en el cajón del Metro y la otra, sobre terreno natural, “el hundimiento del cajón, distinto al del terreno natural rompió la fuente y ahorita presenta una grieta que prácticamente la partió en dos”, señala Balandrano.

El arquitecto asegura que un estudio con rayo láser permitió determinar que la fractura se ha detenido y que por el momento se encuentra estable aunque terriblemente deteriorada por la erosión y la lluvia ácida. La última restauración a que fue sometido el monumento sucedió también con su último movimiento; el funcionario afirma que contrario a lo que algunos afirman de que “ya ni siquiera el 20 por ciento de la fuente es auténtica”, en ese momento “se cambiaron no más de cinco por ciento” de sus elementos que ya estaban muy dañados por lo que la pieza “es auténtica en más del 90 por ciento”.

Originalmente, la fuente de Chapultepec se encontraba más cercana a las faldas del Cerro del Chapulín, adosada al Acueducto que seguía por toda la actual avenida Chapultepec, hasta la antigua calzada de Niño Perdido, hoy Eje Central. El primer movimiento a que fue sometida, sucedió alrededor de 1920 cuando se construyó el actual Circuito Bicentenario. La fuente fue trasladada entonces, sin que exista registro de cómo se movió, muy cerca de lo que ahora es avenida Constituyentes y el naciente circuito, donde se le agrega una especie de hemiciclo.

El segundo movimiento en los setenta, a la Glorieta de Chapultepec, se llevó a cabo de manera íntegra a través de un sistema de rieles pero además de la desafortunada elección del terreno donde se colocó, se le construyó un refuerzo de concreto en la parte trasera que, si bien ayudó a que no colapsara, también evitó que los bloques de piedra que la componen respiren la humedad vaporizada que se acumula en el subsuelo o por las lluvias, provocando que “se vean manchas de humedad en la superficie de la fuente”.

Entre las sugerencias del INAH está también quitar el refuerzo de concreto y encontrar una nueva forma de darle estabilidad a la obra. Además, sugiere que en la nueva plaza del Cetram se agreguen al proyecto urbano las cuatro bancas –similares a las de Reforma y de la Alameda Central– que se localizan en el paradero norte del Metro, en la calzada que conduce a la Estela de Luz y donde se planea construir una torre de 41 niveles, así como cinco hitos o postes de piedra coronados por un jarrón, que se perdían entre los vendedores ambulantes.

Ambos elementos, dice Balandrano, “no son históricos, pero son elementos que le dan carácter a la zona”. La dependencia también pide que “se haga un esfuerzo” para que al final la fuente quede orientada en la misma dirección que tuvo el Acueducto por toda la avenida Chapultepec y “tal vez hacer un esfuerzo para evocar el trazo, aunque sea en el pavimento, de lo que era el trazo del Acueducto para que la gente pueda tener una lectura física de cómo era esto”. La próxima reunión con el Fideicomiso que construye el Cetram se llevará a cabo en las próximas semanas y el INAH lo llevará al Consejo de Monumentos.

Desde antes de la Colonia

La historia de la fuente de Chapultepec se remonta a la época prehispánica cuando los mexicas se vieron en la necesidad de llevar agua potable a la ciudad de Tenochtitlán. Inicialmente, los aztecas debieron pagar tributo por obtener el líquido, después acabaron conquistando a los pueblos que vivían en las orillas de la zona lacustre y se hicieron de los ojos de agua que surgían en el Bosque de Chapultepec, donde Moctezuma construyó sus famosos baños.

De ahí desplantaba un acueducto prehispánico que con la llegada de los españoles fue sustituido por una construcción de tipo europea que incluyó 904 arcos, que iban desde los ojos de agua hasta Arcos de Belén, donde existió otra fuente cuya original se conserva en el Museo Nacional del Virreinato en Tepotzotlán. En el siglo XX, el acueducto comienza a considerarse “una barrera al crecimiento de la ciudad” y comienza a ser demolido. Actualmente sólo se conservan 20 arcos sobre avenida Chapultepec, entre las actuales calles de Praga y Varsovia de la colonia Juárez.