Lupus; cuando las defensas fallan

Cuando a una persona se le diagnostica lupus parece que el mundo se le viene encima, pues ser enfermedad autoinmune (causa que las defensas naturales del cuerpo ataquen equivocadamente a los tejidos del propio organismo) hace creer que tiene fatales consecuencias. Sin embargo, no siempre es así; conoce cómo afectan la calidad de vida y qué tratamientos hay disponibles. El lupus puede afectar articulaciones y músculos, así como dañar piel y casi todos los órganos. Esta enfermedad sistémica (afecta a todo el cuerpo) es de origen desconocido, no obstante se ha asociado a infecciones por virus, además de que suele existir cierta predisposición genética al lupus. Normalmente, las respuestas inmunitarias son ocasionadas por antígenos, es decir, elementos del exterior que el sistema inmunológico (aquel que nos protege de infecciones) identifica como extraños, por ejemplo, virus, bacterias, hongos o sustancias químicas, que al introducirse al organismo provocan que éste active mecanismos de defensa para eliminarlos. Sin embargo, hay ocasiones en que dichas defensas se generan de forma natural, lo cual deriva en la producción de sustancias que atacan y destruyen los tejidos de nuestro propio cuerpo.
En otras palabras, el cuerpo se hace alérgico a sí mismo, lo cual ocurre cuando se padece lupus, aunque todavía no se sabe por qué se presenta esta situación. Lo anterior puede originar diversos síntomas que afecten órganos como riñones, pulmones, corazón y cerebro.
Afección múltiple
Los síntomas de lupus más comunes incluyen cansancio, pérdida de peso inexplicable y fiebre prolongada, pero hay otras manifestaciones de la enfermedad que son muy específicas, entre ellas:
Articulaciones. 90% de los pacientes padecen dolor e inflamación de articulaciones o coyunturas (artritis), como las de dedos de las manos, muñecas, codos, rodillas y pies; es muy frecuente que los síntomas empeoren tras el descanso nocturno.
Piel. La lesión más conocida, aunque no la más frecuente, es el llamado eritema en alas de mariposa; se trata de enrojecimiento y erupción en mejillas y nariz. Asimismo, la epidermis es más sensible, principalmente a la luz. Corazón y pulmones. Cuando el lupus inflama a estos órganos lo hace, sobre todo, en recubrimiento del corazón (pericardio), así como en el de pulmones (pleura). Ambos procesos ocasionan dolor en tórax y fiebre, y hay ocasiones en que ello puede derivar en insuficiencia respiratoria o cardia-ca; estos últimos son casos muy raros.
Riñones. Se presenta inflamación, lo que impide a estos órganos eliminar las sustancias de desecho y, por tanto, se produce hinchazón de cara y piernas. Cerebro. Es prácticamente imposible saber a ciencia cierta con qué frecuencia se afecta la materia gris cuando se padece lupus, pues sus síntomas co-munes, como dolor de cabeza, depresión o hiperac-tividad afectan con frecuencia a la población en general. Aunque en casos muy raros pueden presentarse alteraciones del comportamiento o epilepsia (enfermedad que se caracteriza por ocasionar ataques convulsi-vos debidos a que en el cerebro se presenta actividad eléctrica desordenada).
Detección del lupus
El diagnóstico del lupus se basa en tres aspectos fundamentales: síntomas que presenta el paciente, auscultación física y análisis de sangre y orina.
Los síntomas del lupus incluyen:
Erupción en mejillas y nariz (eritema en alas de mariposa).
Manchas rojas en la piel expuesta al sol.
Úlceras en paladar y fosas nasales.
Artritis.
Afecciones en sistema nervioso, que se presentan como convulsiones, desórdenes mentales o falta de irrigación sanguínea en cerebro.
Fiebre.
Pérdida de peso inexplicable.
Caída del cabello.
Problemas circulatorios en dedos de las manos y pies.
Dolor en el pecho al caminar o respirar en forma profunda.
Dichas dolencias le hacen sospechar al reumatólogo que el paciente puede tener lupus, lo cual es confirmado mediante análisis de sangre y orina, estudios que podrán identificar disminución de glóbulos blancos y plaquetas (ambos componentes de la sangre), anemia, anomalías en la composición de la orina y presencia de anticuerpos que no se encuentran en personas sanas.
Enfermedad sin cura, sólo controlable
Cabe destacar que, aunque no se cura con medicamentos, es posible controlar el lupus, lo que sin duda eleva la calidad de vida del afectado. Esto implica que debe tener control médico periódico, cuya frecuencia dependerá de su situación clínica. Ahora bien, entre los medicamentos utilizados en el tratamiento se encuentran los siguientes:
Antiinflamatorios. Alivian dolores musculares y articulares, además de reducir la inflamación de coyunturas, pericardio y pleura.
Corticoides. Popularmente conocidos como cortisona, siguen siendo el medicamento más importante para controlar muchos de los síntomas del lupus, como artritis y lesiones en piel.
Antipalúdicos. Se emplean para el tratamiento de artritis, algunas lesiones en piel y cuando existen intensas molestias en pleura y pericardio.
Inmunosupresores. Los más utilizados son azatiopri-na y ciclofosfamida, medicamentos que sólo son útiles cuando hay complicaciones importantes de la enfermedad, especialmente en el riñón.
¿Puede embarazarse una mujer con lupus?
La paciente con lupus es igual de fértil que la mujer sana, aunque con riesgo algo mayor de presentar abortos y partos prematuros. Por ello, es necesario saber que las únicas contraindicaciones para embarazarse son:

Cuando la enfermedad está activa, es decir, en los momentos en que se tienen los síntomas del lupus.
Si se están tomando medicamentos potencialmente dañinos para el feto.
En caso de que no estén presentes estas condiciones no hay razón para evitar la gestación, además, los niños nacidos de mujeres con lupus son tan sanos como cualquiera, aunque tienen cierta predisposición genética al lupus.

Como puedes ver, pese a las molestias que se pueden experimentar, vivir con lupus es posible, sólo es necesario que sigas las indicaciones del médico y cumplas al pie de la letra tu tratamiento.