Mamá, ¡que tus hijos no te esclavicen!

El amor por los hijos puede hacer que una mujer realice cualquier esfuerzo o tarea, incluso, sin que alguien se lo pida. El sentimiento que la invade en cuanto abraza a su bebé por primera vez la unirá a él toda la vida, y por ello está dispuesta a hacer de todo… incluyendo pasar por alto sus anhelos y necesidades personales.
Conozco amigas que podrían llamarse sin lamentarlo «esclavas de los hijos» y jamás se quejan por no tener tiempo libre ni una vida «propia» para disfrutar.
Sin embargo, también abundan las mujeres satisfechas por su maternidad, pero dispuestas a seguir estudiando o trabajando fuera del hogar y, sobre todo, sin remordimientos por dividir su tiempo entre hijos, pareja, casa y la realización de sus propias metas.
Mujer antes que madre
A las mujeres que se preocupan por la educación de los hijos, pero sin hacer a un lado el deseo por satisfacer sus necesidades, las distinguen ciertos aspectos, entre los principales te compartimos los siguientes:
¡Primero ellas!. Si atiendes primero las necesidades de tus hijos, corres el riesgo de olvidar, por ejemplo, que debes acudir al médico, tomar algún medicamento e, incluso, ¡desayunar!, situaciones que pueden impedir que tu organismo se desempeñe al cien por ciento. Solamente cuando tu cuerpo funciona de manera adecuada, puedes atender y proteger a los que te rodean, así que ¡olvídate de las culpas!. Por el bien de la familia, primero debes estar bien ¡tú!.
Enseñan a los demás a ocuparse de tareas domésticas. Mientras más labores sepan realizar en el hogar, mejor preparados estarán los hijos cuando salgan de la casa paterna o formen su propio hogar. Sin embargo, las madres abnegadas suponen que deben ayudar a sus hijos en las tareas escolares, lavar toda su ropa, planchar sus camisas, ordenar sus cajones y toda la habitación, o cocinar para ellos las 24 horas, lo cual sólo impide que aprendan a hacerlo por su cuenta. Además de formar ¡hijos tiranos! (acostumbrados a dar órdenes), se encadenan por voluntad propia al club de «madres sobreprotec-toras» y se acostumbran a vivir siempre cansadas. ¡No lo hagas!
Hijos responsables, Madres satisfechas
Evitan el cuidado excesivo de los niños. Estar pendiente de cualquier «intento» de llanto del bebé o de cada paso del pequeño que está aprendiendo a caminar, resulta agotador e impide el aprendizaje. No está mal cuidar a los hijos para que no se lastimen gravemente, pero evitarles cualquier obstáculo todo el tiempo suele formar personas inseguras e incapaces de lidiar con el fracaso, mientras la madre corre el peligro de asumir una carga emocional y física de por vida.
Mejoran su imagen. Una vez que se convierten en madres, muchas mujeres guardan su aspecto físico en un cajón con llave y se convierten en asesoras de look de sus hijos, por lo que les compran ropa, accesorios, zapatos y todo para que luzcan impecables. Olvidan que la imagen de una mujer transmite mucho de su personalidad (a cualquier edad) y, sobre todo, de su salud. Ejercicio y buena alimentación son una combinación tan poderosa que no sólo favorecen el buen funcionamiento del organismo, también pueden elevar la auto-estima de las madres, de la que pocas veces se habla.
Tienen actividades fuera de casa. Mientras los hijos vayan creciendo y aprendiendo a resolver sus necesidades sin ayuda, las madres deberían hacer un espacio en su agenda para volver a ser mujer, madre y trabajadora, por ejemplo, consiguiendo un empleo que las haga sentir productivas, regresando a la universidad, o simplemente tener una noche a solas con su pareja, salir con sus amigas, tomar cursos de yoga, zumba, gastronomía o cualquiera que sea el área de su interés. Quien logra hacerlo, además de ganar conocimientos, estará mostrando a su familia los beneficios de ser una persona organizada e independiente.
Impulsan a sus hijos a ser autosuficientes. Entre los peligros por sobreprotección de los hijos, uno de los más graves es que impide que aprendan a resolver sus propios problemas. Por el contrario, cuando una madre permite que sus hijos se equivoquen, los ayuda a mejorar sus habilidades y fortalecer sus emociones, dándoles oportunidad de crecer como seres humanos seguros y autosuficientes. Sin duda, tener hijos responsables es motivo de orgullo para las madres satisfechas.
Piden ayuda sin sentirse culpables. Si te parece que 24 horas no son suficientes para atender niños, limpiar la casa, convivir con tu pareja y cuidar de ti, probablemente es porque te has negado a pedir ayuda. Contrata una niñera o habla con alguna persona (tu pareja los tíos o los abuelos, por ejemplo) que pueda quedarse con tus hijos unas horas mientras sales de casa para hacer ¡lo que se te antoje!.
Reconocen que ser mamá no da superpoderes. El mito de las supermamás hace mucho daño porque impide a la mujer reconocer que no puede cumplir con todo lo que se propone. En vez de imitar figuras femeninas que aparecen en los medios de comunicación, donde aparentemente las madres son capaces de lograr hasta lo imposible sin ayuda, una mamá segura de sí misma sabe que para alcanzar sus sueños puede contar con muchas personas a su alrededor, comenzando por las manos que tiene en casa: Sus hijos.
Ser madre es una tarea de por vida que se disfruta más cuando la mujer acepta que puede sentirse enferma, necesitar ayuda o tener momentos para ella sola sin remordimientos, porque ha formado hijos responsables y auto-suficientes. ¡Feliz Día de las Madres!