Afecciones en senos; evita grandes problemas

A partir de la pubertad, los senos femeninos sufren alteraciones debido a herencia, actividad hormonal y dieta, y aunque la mayoría son cambios benignos, algunos pueden ser de consideración. Por ello, es importante conocer las afecciones más comunes de los senos para prevenir graves problemas. En las últimas décadas, la mujer ha librado ardua lucha para mantener su salud, ya que su organismo se encuentra expuesto a factores que pueden generar distintas alteraciones bio-químicas, mismas que pueden repercutir en cambios importantes en la estructura de órganos, tejidos y huesos.
Los senos o mamas de la mujer sufren modificaciones constantemente, sea por motivos hormonales (internos), como ocurre durante la menstruación y embarazo, así como por hábitos y factores alimenticios (externos), entre ellos tabaquismo, consumo excesivo de alcohol y exposición al sol sin la protección de un bloqueador o filtro, así como alimentación rica en grasas.
Si a esto añadimos que pueden existir factores hereditarios que incrementen el riesgo de sufrir padecimientos en las mamas, no es exagerado afirmar que toda mujer debería acostumbrarse a autoexaminar sus senos cada mes, a partir de los 18 años o antes y a visitar a un especialista en salud femenina (ginecólogo) para resolver cualquier duda sobre salud reproductiva y acerca de la detección oportuna de alguna alteración en su organismo. Sencillamente, hay que recordar que incluso los padecimientos graves, cuando son detectados y atendidos a tiempo, no ponen en riesgo la vida de la paciente; por ejemplo, 99% de los casos de cáncer de mama que reciben terapia oportuna no representan una emergencia médica gracias a su lento crecimiento.
Empero, de nada sirven los avances médicos si la mujer oculta su enfermedad por miedo o ignorancia y lo revela cuando ya se encuentra muy avanzada.
Un poco de anatomía femenina
Para conocer mejor los padecimientos que pueden afectar a los senos o mamas, vale la pena recordar que éstos están formados, sobre todo, por tejido adiposo (grasa), y que debajo de ella se encuentra la glándula mama-ria. Esta última es una estructura comparable a un racimo de uvas, donde el lugar de los frutos es ocupado por diminutas glándulas, llamadas acinos y en vez de tallos encontramos una serie de conductos que forman los lóbulos mamarios.
Los lóbulos sufren cambios notables cuando son estimulados por distintas sustancias, como la prolactina, que se genera al concluir el embarazo para estimular la producción de leche, misma que sale por el pezón a través de los conductos

galactóforos. Sin embargo, las hormonas sexuales (estrógenos y progesterona) son las responsables de las alteraciones más frecuentes y comunes, por lo que es conveniente que toda mujer tenga esta información para no alarmarse innecesariamente.
Días antes del inicio del ciclo menstrual tiene lugar la liberación de cantidades considerables de estrógeno, hormona que estimula a la glándula mamaria para que aumente de tamaño, por lo que se llega a sentir dolor; en contraparte y coincidiendo con la llegada de la menstruación, el organismo produce progesterona, otro tipo de hormona que hace que la mama se desinflame y por ende, se termine el dolor.
Ahora sí, pasemos a describir las afecciones más comunes de los senos, mismas que, a pesar de sus distintos orígenes, pueden agruparse en tres categorías: Dolor de senos, secreción del pezón y formación de estructuras o tejidos anormales (nódulos).
Dolor mamario (mastodinia)
También se le conoce como mastodinia; no es un síntoma preocupante, porque, en general, los trastornos más graves que afectan a la mama no generan dolor, salvo cuando se encuentran en fases muy avanzadas de desarrollo. En los casos benignos (que no son graves ni ponen en riesgo la vida), las molestias pueden presentar diferentes características:
Aparecer y desaparecer cí-clicamente o, por el contrario, ser constante.
Dolor que se siente solamente cuando se aprieta la mama o que puede siempre presente.
El dolor puede afectar un solo seno o a ambos.
Puede ser difuso o localizado en un área concreta.
Las causas más frecuentes de mastodinia son:
Ciclo menstrual. Como ya se indicó, el dolor mamario que antecede al final de este ciclo afecta a todas las mujeres, principalmente a las jóvenes. En general, aparece 10 días antes del sangrado y se presenta en ambas mamas; no tiene una localización precisa, sino difusa, y desaparece por sí solo justo después de la llegada de la menstruación. No es necesa-rio acudir al médico por esta causa, a menos que el dolor sea especialmente fuerte o molesto. En estos casos es posible que el ginecólogo recete fármacos antiinflamatorios, analgésicos u hormonales que disminuyan.
Mastopatía fibroquística. Es una anomalía benigna de la estructura de la mama, común en las mujeres en edad fértil y causada por irregularidades hormonales. Estos de-sequilibrios pueden favorecer la formación de pequeños quistes (cavidad o saco con materia líquida o semisó-lida) o el incremento de tejido fibroso en el interior de la glándula mamaria. El dolor puede aumentar durante la fase premenstrual y suele afectar a ambas mamas.
Los quistes mamarios se identifican fácilmente mediante la autoexploración de senos o durante la visita mé-dica, en la cual se pueden realizar algunos análisis y pruebas de exploración. No deben despertar preocupación aunque alcancen dimensiones de varios centímetros, pues son benignos y se generan casi siempre por ligeras variaciones en la producción hormonal.
El tratamiento de los quistes puede ser mediante punción, es decir, se remueven con ayuda de una aguja que permite vaciar el líquido que contienen, y sólo en casos muy contados se analiza al microscopio para conocer su naturaleza.
Aunque parezca extraño, también se pueden eliminar empleando la píldora anticonceptiva, ya que permite regular la situación hormonal; de manera complementaria se suele recomendar una dieta baja en café, chocolate, té negro, refrescos de cola, nueces, sal y grasas de origen animal.

Mastitis. No es común en todas las mujeres, generalmente se presenta en aquellas que amamantan a un bebé; se debe a la obstrucción de los conductos de las glándulas mamarias, las cuales se inflaman debido a que se acumula gran cantidad de leche que no puede salir.
Además de generar dolor de senos, se acompaña de enrojecimiento, endurecimiento y aumento de temperatura en una región, así como sensibilidad y agrandamiento de una de las mamas (rara vez se presenta obstrucción en ambas). Ante ello, se requiere la ayuda del ginecólogo, quien evaluará la dimensión del problema, recomendará descanso y ayudará a drenar el exceso de líquido con ayuda de un tiraleche y masajes.

Secreciones del pezón
Es una anomalía relativamente frecuente en las mujeres después de los 30 años; su aparición no debe despertar preocupación especial, ya que la mayoría de las veces es inofensiva, pero tampoco se debe dejar de lado, pues puede revelar el avance de un tumor. Las secreciones pueden estar relacionadas con diversas causas:

Medicamentos. Causa principal, se presenta en ambos senos. Generalmente, el líquido no es expulsado en forma espontánea, sino se observa al presionar ligeramente el pezón. Los medicamentos que con mayor frecuencia pueden provocar un derrame son anticonceptivos orales, tranquilizantes y fármacos empleados para proteger las mucosas del estómago. Cuando la mujer lo considere, puede acudir al especialista, quien en casos severos modificará la medicación para eliminar el problema.
Mastopatía fibroquística.
Ectasia ductual. Es una dilatación de los conductos galactóforos que provoca secreciones amarillentas del pezón, la cual afecta mayoritariamente a las mujeres de más de 50 años. El ginecólogo debe controlar este padecimiento con medicamentos en forma constante, porque puede causar inflamación de los conductos. Para excluir la presencia de otros problemas de naturaleza más grave, se puede realizar un examen citológico, es decir, un análisis de las células de la mama para descartar la presencia de cáncer.
Exceso de prolactina. Aunque el incremento en los niveles de prolactina es común luego del embarazo, existen factores que pueden desencadenar aumento en los niveles de esta hormona y generar la secreción de líquido lechoso, tales como periodos de mucha ansiedad y angustia, episodios estresantes, alteraciones en la glándula hipófisis y consumo de algunos medicamentos, como antidepresivos o aquellos empleados en el tratamiento de úlceras gástricas.
El diagnóstico se efectúa a través de análisis de sangre y el tratamiento será siempre personalizado, aunque en términos generales podemos afirmar que cuando el problema está relacionado con estrés, se resuelve mediante técnicas de relajamiento. Si es causado por fármacos, el médico valorará la posibilidad de recetar otros productos con igual función, pero diferente fórmula.

Papiloma intraductal. Problema frecuente y de naturaleza benigna, ocasionado por el surgimiento de uno o más pequeños nódulos (formación anómala de tejidos) que muchas veces no son perceptibles al tacto y que se desarrollan en el interior de los conductos galactóforos. Este padecimiento tiene la característica de manifestarse con pequeñas secreciones de sangre por el pezón, que se presentan en una sola mama.
El diagnóstico se logra a través de la galactografía, estudio que consiste en inyectar a través del pezón una sustancia de contraste, misma que permite tomar una placa de rayos X y detectar anomalías. También es común que se realice un examen citológico de la secreción.

El tratamiento consiste en la extirpación quirúrgica de las células afectadas, las cuales deben analizarse para asegurar que no sean tejido canceroso. Algunos casos de papiloma intraductal pueden modificar su naturaleza y generar tumoraciones malignas, por lo que esta enfermedad requiere atención oportuna.

Células cancerosas. Aunque la mayoría de las alteraciones que generan secreciones del pezón resultan benignos, se debe tener presente la posibilidad de que el origen del síntoma sea un tumor en formación. Para realizar el diagnóstico adecuado se deben contemplar factores como edad (se estima que 77% de los casos se dan en mujeres mayores de 50 años), historial en la familia o consumo de alcohol y tabaco, así como llevar dieta abundante en grasas y con baja cantidad de frutas y verduras.
Toda sospecha debe confirmarse a través de una biopsia, intervención que sirve para tomar parte del tejido afectado con el fin de someterlo a pruebas de citología; además, se puede recurrir a otras técnicas, como mamografía, que es un sistema que radiografía la mama desde varios ángulos, útil para mujeres mayores de 40 años ya que no es capaz de detectar anomalías en una glándula densa, como la de una fémina más joven, o una ecografía, que es el estudio de tejidos internos a través de ultrasonido u ondas acústicas de alta frecuencia.

Nódulos
Este problema hace referencia a formaciones anómalas que se advierten palpando el seno. En general suelen ocasionar sobresalto ante su descubrimiento, pero en realidad son alteraciones benignas que en la gran mayoría de los casos y, sobre todo en mujeres menores de 40 años, están asociadas a alteraciones hormonales.

En cualquier caso, el descubrimiento de un nódulo exige que la mujer visite al ginecólogo, ya que sólo él es capaz de distinguir, a través del estudio de dimensiones y consistencia de la malformación, qué nódulo es benigno y cuál requiere otros exámenes para confirmar su naturaleza.

Entre las causas principales de nódulos encontramos:

Papiloma intraductal. Como se indicó antes, se trata de uno o más pequeños nódulos en el interior de los conductos galactóforos; generalmente, se distingue por un derrame sanguinolento y suele ser benigno.
Quistes. Formaciones redondeadas, simples o múltiples (mastopatía fibroquística) que en todo caso son benignas. Se trata de sacos que acumulan líquido en su interior, y que al ser palpados se perciben con consistencia esponjosa y parece que no se mueven respecto a la piel. Pueden ser muy pequeños o grandes, incluso medir varios centímetros.
El diagnóstico se auxilia de ultrasonido en las mujeres jóvenes, o mamografía y ultrasonido cuando tienen más de 40 años. En caso de duda sobre el contenido de los quistes, es posible introducir una aguja (punción) y extraer parte del líquido para examinarlo.

Fibroadenoma. Muy común entre mujeres jóvenes y se presenta como formación redondeada, dura, elástica, con superficie lisa y móvil respecto a la glándula. Es un problema que, en general, se debe a desequilibrios hormonales.
El diagnóstico se ratifica a través de ultrasonido y, en general, no requiere de intervención, ya que este problema se resuelve espontáneamente cuando se regulariza la situación hormonal. El fibroadenoma debe ser revisado periódicamente para controlar su eventual crecimiento, y se puede extirpar en caso de aumento de volumen notable o si genera dolor intenso y problemas estéticos.

Tumor filoide. Se trata de una formación benigna similar al fibroadenoma, pues se presenta como un nódulo circunscrito y móvil, sólo que tiene la característica de aumentar su tamaño rápidamente, creando problemas estéticos e irregularidades en la forma de la mama. Algunas veces pueden generar complicaciones mayores, por lo que se prefiere extirparlos quirúrgicamente.
Lipoma. Es una formación benigna constituida por grasa que, a la palpación, aparece como nódulo redondeado, móvil y blando. Se identifica con ayuda de una mamografía, y si es voluminoso se extirpa quirúrgicamente.
Cáncer de mama. El diagnóstico de esta enfermedad se efectúa, luego de descartar alguna de las causas anteriores, a través de diferentes pruebas, como exploración directa, ultrasonido, mamografía y citología.
Cada vez se tiene mayor oportunidad de descubrir este padecimiento en etapas tempranas, y con ello aumenta la posibilidad de llevar a cabo medidas oportunas que permitan su control a través de fármacos (quimioterapia), radiaciones (radioterapia), terapia hormonal y cirugía, concretamente lumpectomía (extracción del tumor y algunos tejidos cercanos a él), mastectomía parcial (extirpación del cáncer, parte del tejido que le rodea y algunas fibras musculares) y mastectomía radical (eliminación de toda la mama y el recubrimiento de los músculos del tórax).

Se sabe que la perspectiva de esta enfermedad es muy buena cuando el tamaño de la formación no alcanza un centímetro, pues esto significa que las células anómalas no se han extendido todavía y no han generado daños considerables a la estructura del seno.

Importancia de la autoexploración de senos
Visitar periódicamente al ginecólogo para someterse a revisión es una medida que ayuda a crear un historial y a evitar riesgos futuros a la salud femenina, pero todavía más importante es que la mujer conozca su anatomía y aprenda a realizar la autoexploración de sus senos para detectar a tiempo el surgimiento de algún problema que afecte su salud.

Cada mes, la mujer puede recurrir a sencilla técnica que le permita evaluar la salud de sus mamas a través de la observación y del tacto; preferentemente, la realizará una semana después de terminar la menstruación para evitar que la inflamación generada por la acción de los estrógenos interfiera, y en caso de que se encuentre ya en el climaterio (menopausia) fijará un día en cada mes (todos los días 10, por ejemplo) para efectuarla. Estos son los pasos a seguir:

Primeramente, es indispensable tener el tiempo y las condiciones de intimidad necesarias para sentirte relajada y con buena disposición.
Busca una habitación bien iluminada, con temperatura agradable y un espejo que te permita observarte.
Desnúdate de la cintura hacia arriba frente a un espejo.
Con los brazos colgando a los lados de tu cuerpo, observa detenidamente si tus senos poseen aspecto y tamaño habituales.
Coloca tus manos detrás de la cabeza y observa tus pezones; es muy importante que verifiques si sobresalen o hay secreción de líquido claro, lechoso o sanguinolento.
Después estira bien los brazos hacia arriba para poder ver si hay alguna diferencia en forma o tamaño de ambas mamas, o bien, algún bulto o prominencia en axilas. Estas observaciones deberás hacerlas de frente y de perfil.
A continuación coloca tus manos en la cintura, tensa los músculos pectorales y comprueba si aparece alguna irregularidad en la piel o si hay abultamientos.
Posteriormente, acuéstate boca arriba sobre una superficie plana; pon una toalla doblada debajo del hombro, coloca el brazo del mismo lado detrás de su cabeza y apoya ésta en la almohada. Palpa con las yemas de los dedos presionando suavemente el seno mediante movimientos circulares, iniciando desde la zona más alejada hacia el pezón. Haz lo mismo con el otro seno.
Ejerce ligera presión sobre los pezones para verificar que no secreten ningún líquido.
Finalmente, toca tus axilas y checa si presentan protuberancias.
Esta prueba no te quitará mucho tiempo y sí redituará en beneficios notables, ya que en todo problema relacionado con la salud de los senos es muy importante la detección a tiempo. Recuerda que cualquier anormalidad debe ser reportada de inmediato al ginecólogo; no la ocultes por miedo o pudor, ya que entre más pronto actúes, mejores serán los resultados.