Frauke Petry, la mujer más peligrosa de Alemania

Frauke Petry, quizás la mujer más temida de Alemania, tiene 40 años, es madre de cuatro hijos, luce una cara casi juvenil desprovista de maquillaje y es dueña de una sonrisa cautivadora que se ha convertido en su gesto más efectivo cuando comparece en actos políticos y entrevistas de televisión.

Petry también comparte una biografía muy parecida a la de Angela Merkel: al igual que la canciller, Petry es doctora en química, vivió casi toda su infancia y juventud en la antigua Alemania comunista y no descarta la posibilidad de convertirse en una seria aspirante a cogobernar la mayor potencia económica de Europa.

Hace tan sólo tres años, Frauke Petry era una perfecta desconocida para la gran mayoría de sus compatriotas y, aunque había sido condecorada por el gobierno alemán por su iniciativa empresarial, la actual presidenta del partido Alternativa para Alemania (AfD por sus iniciales en alemán), que fue fundado en abril de 2013, su nombre se hizo familiar cuando el AfD anunció que su principal meta política era rechazar el euro, el rescate de los países periféricos y la vuelta al marco alemán.

La AfD decidió entrar en la campaña electoral al Bundestag (Parlamento Federal) con un llamado a disolver lo que calificó como el “error histórico” del euro. En las elecciones nacionales de septiembre de 2013 obtuvo 4.7 por ciento de los votos, un resultado que le impidió tener presencia en el Parlamento Federal, pero al año siguiente cosechó éxitos en las elecciones europeas y en tres elecciones regionales.

La carrera política de Petry, quien nació en 1975 en Dresde, dio un vuelco espectacular en 2015, gracias a dos hechos: después de una lucha interna, logró tomar el mando del partido y gracias a la política de puertas abiertas para los refugiados que impulsó la canciller Angela Merkel, descubrió su verdadera vocación: defender a la nación del peligro que entraña la llegada de cientos de miles de refugiados.

Mientras que Merkel utilizaba todos los escenarios posibles para defender su generosa política de asilo, Petry sacudió las esferas políticas y provocó algo parecido a un escándalo mediático cuando dijo que los guardias de fronteras alemanes deberían apuntar y disparar a quienes trataran de entrar al país de forma ilegal.

La frase provocadora, que despertó en el país el recuerdo de la orden de disparar a los fugitivos de la Alemania comunista, sin embargo, no fue un desliz. “Para obtener atención mediática, las declaraciones fuertes y en parte provocadoras son imprescindibles”, dijo Petry durante una reunión interna de su partido.

Su estrategia de convertir a la formación en un partido nacionalista con un discurso extremo, y frecuentemente xenófobo, contra la política de puertas abiertas que defendía la canciller, sedujo a muchos alemanes, que no esconden su miedo y preocupación por la llegada de más de un millón de refugiados en 2015.

En las elecciones regionales que tuvieron lugar en los estados federados de Sajonia Anhalt, Baden- Wurtemberg y Renania Palatinado, el 13 de marzo pasado, la AfD cosechó un éxito espectacular y en dos estados federados obtuvo más votos que el partido Socialdemócrata alemán (SPD), un verdadero terremoto político en un país que lleva 70 años empeñado en frenar el ascenso de las fuerzas de ultraderecha.

Todas las encuestas que se publican en el país desde entonces indican que la AfD sería la tercera fuerza política del país en unas hipotéticas elecciones nacionales.

Hace ya algo más de un mes, la revista Der Spiegel calificó en su portada a la ultraderecha en ascenso como los “predicadores del odio” y la ilustró con una foto de Petry. “El partido intenta ofrecer una imagen burguesa pero ha fracasado en distanciarse de las tendencias de ultraderecha en sus propias filas”, añadía la revista. De hecho, el partido y su presidenta, más que predicar el odio, entendieron que en el país había una gran ola de descontento ante la llegada en masa de refugiados y diseñó un discurso apropiado para reunir al rebaño huérfano de un pastor.

¿Se puede conquistar el poder en Alemania con un discurso xenófobo, y euroescéptico? El país puede tener una respuesta en 2017 cuando la población vuelva a acudir a las urnas para elegir al nuevo Bundestag. Mientras tanto, Petry y sus amigos decidieron apostar por el dogma, una cosmovisión maniquea de los problemas del país y un generoso abanico de reparto de culpas tanto al gobierno, al que califican de “traidor”, como a la prensa, que ya recibió el mote de “mentirosa”.

Después de su extraordinario éxito en las últimas elecciones regionales, Petry advirtió que el poder de los partidos tradicionales en Alemania —la Unión Demócrata Cristiana (CDU), y el Partido Social Demócrata (SPD)—, que han gobernado por décadas, había comenzado a tambalearse, ante la certeza de que su estrategia estaba haciendo mella en la derecha conservadora que representa el CDU que preside Merkel, y que podía superar holgadamente a los socialdemócratas como lo hizo en los estados federados de Sajonia Anhalt y Baden-Wurtemberg.

“Nos encontramos en la senda del éxito, sobre todo hacia 2017”, dijo la jefa de AfD, al mencionar la meta que se propone alcanzar en las próximas elecciones nacionales: Convertir a su partido en la segunda fuerza política del país, por delante del SPD, una hazaña que no sólo es posible, sino que despierta intranquilidad y temor en la familia política tradicional germana. En menos de un año, la AfD se ha convertido en un multifacético hogar político para los enemigos de la Unión Europea y del Islam, teóricos de la conspiración y extremistas de derecha.

Para lograrlo, la AfD ya publicó en su página web un proyecto de programa político con el que pretende transformar al país y provocar un cisma en Europa.

En el borrador de 78 páginas, el partido califica a la Unión Europea como una “construcción antidemocrática” y  propone reconvertirla en una zona de libre comercio. El partido también apuesta por una militarización del país para alcanzar mas influencia en el mundo, califica a la actual élite política como “corrupta e incapaz” y sugiere que la actual estructura política de Alemania en realidad se asimila a un “Estado ilegítimo”.

¿Será capaz Frauke Petry de transformar la AfD de un partido de protesta a un partido en el poder? Petry tiene claro que alcanzar el poder en la última meta, pero dice que la retórica provocadora de su partido no significa que rechace hacer compromisos para alcanzar la meta soñada.

“La protesta es el primer camino para desarrollar nuevas ideas. Pero la provocación no es la idea central, sino parte del juego mediático”, ha dicho. “De otra forma, nadie nos haría caso y tampoco nos escucharían”.