Marcapasos cerebral para el mal de Parkinson

Desde hace mucho tiempo se conoce una enfermedad en la que el paciente sufre temblores y dificultad para caminar o realizar movimientos, de modo que su capacidad para desempeñar actividades cotidianas se ve disminuida.
Como testimonio existen varios textos que han hablado de dicho problema; unos provienen de la Grecia antigua y se le atribuyen a los médicos Galeno e Hipócrates, otros fueron elaborados por el italiano Leonardo Da Vinci (siglo XV) y unos más por el alemán David Hieronymus Gaubius (siglo XVIII). Sin embargo, fue el inglés James Parkinson quien ofreció, en 1817, la primera definición detallada del padecimiento, al que llamó “parálisis agitante”.
Hoy día conocemos a esta condición precisamente como enfermedad o mal de Parkinson, y aunque no existe todavía una cura para ella, los avances en investigación médica nos han permitido conocer cuáles son los cambios neurológicos que ocurren para desencadenar sus manifestaciones y, por tanto, han permitido el desarrollo de tratamientos farmacoló-gicos y otros recursos que mejoran los síntomas.
Al respecto, describe el Dr. Gerardo Guinto Balanzar, Jefe de Servicio de Neurocirugía del Hospital de Especialidades Centro Médico Nacional Siglo XXI, localizado en la Ciudad de México y perteneciente al Instituto Mexicano del Seguro Social, “el cerebro funciona con compuestos químicos llamados neu-rotransmisores, los cuales deben encontrarse en equilibrio para permitir la fineza y precisión de los movimientos, como cuando dibujamos, escribimos o nos desplazamos.
En el caso de la enfermedad de Parkinson, una de estas sustancias, la dopa-mina, se encuentra reducida o no se produce”.
Así, durante el decenio 1980-90 se creó en Francia un sistema de estimulación cerebral que “a través de un electrodo o alambre muy fino, logró la aplicación de descargas eléctricas en los centros neuronales donde se genera la dopamina. Con dicha estimulación se incre-mentó la producción del neu-rotransmisor” y la reducción de las manifestaciones típicas del padecimiento.
El nombre correcto de este dispositivo, aclara el facultativo, es sistema de estimula-ción cerebral profunda o neuromodulador, “pero se ha popularizado más el término ‘marcapasos cerebral’ por la similitud con aquellos aparatos que emplean estímulos eléctricos para regular los latidos del corazón. Sin embargo, cabe destacar que su funcionamiento es distinto, pues no marca un ritmo como sucede en el caso del auxiliar cardiaco”.