Intoxicación por plomo, más que sangre pesada

Los siguientes son dos hechos que nos llaman a cobrar conciencia sobre cómo la contaminación ambiental afecta nuestra salud. Primeramente, un estudio realizado en la Universidad de Chicago, Estados Unidos, a un cabello del genial músico alemán Ludwig van Beethoven (1770-1827) permitió determinar que su muerte no se debió a sífilis o a una enfermedad hepática como se había especulado, sino a saturnismo, padecimiento crónico causado por intoxicación con sales de plomo.
No sólo esto; los cambios drásticos de humor, graves dolores en todo el cuerpo e incluso la sordera del compositor, que aparecen como características en todas sus biografías, pudieron deberse a grandes cantidades de este elemento que ingirió paulatinamente a través de agua contaminada y pescados obtenidos del Río Danubio, igualmente afectado por compuestos nocivos.
El segundo acontecimiento, en el ámbito local, es reciente registro de gran número de niños y adultos into-xicados con plomo en la ciudad de Torreón (Coahuila), presumiblemente por los desechos de una planta metalúrgica local, lo cual ha llamado la atención sobre las repercusiones de la industrialización, cuyos efectos potenciales se han observado en México desde mediados del siglo XIX, pero que en la actualidad cobran mayor importancia debido a la conciencia que en general se empieza a adquirir en cuanto a la relación que guardan ecología y salud.
Por ello, es necesario informarse sobre los riesgos de padecer una intoxicación por plomo, la que generalmente se manifiesta con palidez, vómito, dolor abdominal, apatía, estupor, estreñimiento, disfunción eréctil, irritabilidad y falta de coordinación muscular, aunque los alcances del problema son mucho mayores. Asimismo, exponemos algunas medidas útiles para eliminar de manera natural este metal.
Contaminación por plomo
El plomo es un metal pesado, de color gris azulado, que se encuentra ampliamente distribuido en la corteza terrestre tanto por motivos naturales (es una emisión de volcanes activos, por ejemplo) como a consecuencia de su empleo industrial o como resultado del uso de ciertos combustibles; está presente también, en pequeña escala, pero de manera muy directa, en el humo del cigarrillo.
Asimismo, es posible que vegetales y cosechas se contaminen con este metal por el excesivo uso de fertilizantes, porque los cultivos se encuentren cerca de sitios con desechos peligrosos y áreas con elevado tránsito vehicular, o porque son regados con aguas que han entrado en contacto con residuos industriales depositados de manera clandestina e ilegal en lugares cercanos a poblaciones humanas. Además, se deben añadir otras actividades que perjudican la salud del ser humano, como reciclaje de baterías (las que utiliza la industria automotriz y aquellas que requieren los aparatos eléctricos), la imprenta, cerámica vidriada para cocinar y almacenar alimentos, y combustión de gasolina (aunque ahora esta fuente está más controlada); del mismo modo, entrar en contacto directo con pinturas de paredes, puertas y ventanas fabricadas con base en este metal, uso de crayolas y lápices para iluminar no regulados (productos de contrabando), y operaciones de fundición y soldadura son vías comunes para entrar en contacto con dicho elemento. Por ello, este contaminante puede incorporarse a nuestro organismo al respirar aire con polvo que lo contiene en forma de partículas suspendidas, de modo que el plomo se aloja en pulmones, entra al torrente sanguíneo y así se traslada a otras partes del cuerpo; de igual manera puede introducirse a través del sistema digestivo (en concreto por los intestinos) cuando se ingieren alimentos y agua contaminados, o cuando los niños juegan con tierra u objetos que contienen el elemento y se llevan las manos a la boca.
Parte del plomo que entra a nuestro organismo se absorbe y se distribuye a todos los órganos y tejidos del cuerpo; la otra parte es desechada, principalmente a través de orina y heces. El que logra quedarse en el cuerpo puede permanecer en los diversos órganos desde unos cuantos minutos hasta días completos, para luego seguir su camino hacia los huesos, donde se alojará definitivamente.
Efectos en la salud
Independientemente de cómo entra al cuerpo, el exceso de plomo en el organismo o saturnismo se manifiesta, dependiendo de la gravedad de la intoxicación, mediante trastornos de conducta, alteraciones del lenguaje y la capacidad auditiva, anemia, debilidad, vómito, diarrea y dolor abdominal recurrente; prácticamente todos los órganos del cuerpo humano son afectados, aunque son más vulnerables los sistemas nervioso y circulatorio, sobre todo en niños.
En mujeres en edad reproductiva y embarazadas, la exposición a altas concentraciones de plomo aumentan el riesgo de que durante gestación y lactancia transmitan el contaminante a su hijo, generando repercusiones nefastas: bajo peso, deficiencias en desarrollo neuronal, lento aprendizaje, carácter agresivo (proclive a la delincuencia, según estudios) y baja capacidad intelectual.
A largo plazo, los pequeños con saturnismo pueden tener problemas neurológicos irreversibles, disminución de inteligencia, retraso en el desarrollo motor, deterioro de memoria y problemas de audición y equilibrio.
En tanto, los adultos llegan a sufrir aumento en presión sanguínea, parálisis en muñecas y tobillos, mal funcionamiento renal, mayor riesgo de accidentes cerebrovasculares (embolia, derrames cerebrales) y particularmente en hombres se puede presentar disminución y alteraciones en los espermatozoides.

Detección del mal y prevención
Existe una prueba de laboratorio, llamada examen de concentración de plomo en sangre, que sirve para medir la cantidad de este metal alojada en el organismo; lo deseable es que los niveles sean bajos, siendo el límite 10 microgramos por decilitro (mcg/dl).

Para evitar al máximo los efectos dañinos de este contaminante se debe seguir dieta regular, bien balanceada, que incluya alimentos con alto contenido de hierro, como frijoles y verduras, además de quesos y cereales, que proporcionan calcio. Estos dos minerales neutralizan al plomo y ayudan a eliminarlo a través de la orina.

Otras medidas oportunas para evitar el saturnismo son:

Lavar con frecuencia cara y manos de los niños, además de hacerlo antes de comer, beber o dormir, y después de jugar con tierra.
Evitar el consumo de alimentos al aire libre y educar a los pequeños para que coman sólo en casa.
Impedir que los niños mastiquen superficies pintadas o se lleven pedacitos de pintura a la boca. Lave chupones y juguetes por lo menos una vez al día.
Las personas que trabajan con plomo también deben lavarse manos y cara antes de comer, beber y fumar.
Evitar períodos de ayuno prolongado, pues cuando hay deficiencia de hierro, proteínas, calcio o zinc, el metal tóxico se absorbe con facilidad.
No almacenar o servir alimentos en platos y tazas de cerámica o barro vidriados.
No fumar en sitios cerrados.
El tratamiento del saturnismo consiste en el suministro, durante cinco días, de sales con calcio, las cuales tienen la capacidad de neutralizar al plomo, acción que debe repetirse 3 ó 4 veces, descansando dos días entre una y otra. Además, según el criterio médico, se pueden administrar antiespasmódicos, sedantes y glucosa para aminorar los síntomas.

Como puede observarse, la contaminación por plomo es un mal severo al que estamos expuestos todos y que perjudica el desempeño físico e intelectual de las personas afectadas; si se presentan algunos de los síntomas ya descritos, una visita oportuna al médico será lo mejor para evitar daños severos.