Alergia a los condones de látex; ¿mero pretexto?

Aunque hay quien lo duda, la alergia al látex con que se elaboran los condones (además de guantes, globos y biberones, entre otros productos) existe, y puede provocar gran incomodidad que incluye resequedad, comezón, irritación o inflamación de la piel en individuos hipersensibles. También pueden manifestarse síntomas como ojos llorosos y rojos, estornudos y erupción cutánea o urticaria; en casos severos, aparece incluso choque anafiláctico, grave afección que requiere atención médica inmediata.
Si bien no pone en peligro la vida, esta respuesta exagerada del organismo motiva que las personas alérgicas (aproximadamente 5% de la población masculina, aunque también las mujeres pueden experimentarla) se resistan al uso de condones, lo cual aumenta el riesgo de embarazo o de contraer infecciones de transmisión sexual.
Cuando hay alergias sexuales, no todo está perdido
Si sospechas tener esta alergia sexual, lo primero que debes hacer es acudir al alergólogo/inmunólogo, profesional encargado de diagnosticar y desarrollar un plan de tratamiento para estos casos.
Con métodos fiables y seguros, como pruebas cutáneas frente al látex o exámenes de laboratorio, se determina la sensibilización a dicho material mediante la detección en sangre de anticuerpos específicos.
Las probabilidades de obtener un diagnóstico positivo se incrementan en personas que sufren otras alergias, por ejemplo, ante alimentos como aguacate, papas, plátanos, tomates, castañas, kiwi y papaya. Además, si tu trabajo está relacionado con servicios médicos y hospitalarios, o bien, te desempeñas en la industria del caucho, el riesgo de presentar alergia al látex aumenta.
Es importante aclarar que la alergia puede ser resultado de exposiciones repetidas a las proteínas del látex de goma natural a través de la piel, es decir, es posible que el problema aparezca tiempo después de haber utilizado condones sin consecuencias graves.
Alergias vs. condones hipoalergénicos
Una vez confirmado el trastorno, debes evitar cualquier contacto con este material, por lo que los preservativos sin látex, también conocidos como hipoalergénicos, serán tu mejor alternativa.
Estos productos representan importante avance que puedes aprovechar. Se fabrican con poliuretano, material que ofrece todas las garantías de los preservativos tradicionales y, adicionalmente, son resistentes a cualquier tipo de lubricante, ya sea a base de agua, silicona, aceite o petrolatos. Además, hay quienes indican que, por ser más delgados, conducen mejor el calor que los de látex natural, por lo que aumentan la sensibilidad durante el acto sexual.
Cabe mencionar que si bien existen otras opciones distintas a los preservativos de látex y poliuretano, éstas tienen grandes desventajas. Por ejemplo, los condones de piel natural ofrecen protección contra un embarazo no deseado, sin embargo, son porosos y permiten el paso de bacterias y/o virus como el VIH, causante del Síndrome de Inmunode-ficiencia Humana (SIDA).
Tener alergia a los condones de látex no es pretexto para exponer tu salud en cualquier encuentro sexual, recuerda que los de poliuretano te están esperando. Pueden ocasionar escurrimiento nasal, estornudos, dificultad para respirar, lagrimeo, conjuntivitis, comezón, salpullido, inflamación o asma.
La genética y factores ambientales suelen determinar su desarrollo.
Cuando el sistema de defensas reconoce algún alergeno, libera químicos para combatirlo, como histaminas, que son las responsables de los síntomas de las alergias.
¿Cómo se diagnostica?
El médico alergólogo realiza examen físico e interroga al paciente sobre sus síntomas, inicio de los mismos y factores que los agravan.
Se pueden requerir pruebas para alergias con el fin de determinar si las molestias son causadas por otros problemas (por ejemplo, consumo de alimentos contaminados).
Los exámenes de sangre pueden medir los niveles de sustancias específicas relacionadas con las alergias, especialmente la llamada inmunoglobulina E (IgE).
En algunos casos, el médico pide al individuo que evite ciertas situaciones para ver si mejora o que utilice objetos sospechosos para observar si se siente peor. Esto se denomina “pruebas de uso o eliminación”.
¿Cómo se trata?
La mejor forma de reducir los síntomas es evitando el contacto con los alergenos, una vez que se han identificado. Existen diversos medicamentos para prevenir y tratar este trastorno, los cuales son prescritos por el especialista dependiendo del tipo y severidad de los síntomas, la edad y la salud general.
También se recomienda la aplicación de vacunas para las alergias (inmunoterapia) en caso de que el alergeno no se pueda evitar y los síntomas sean difíciles de controlar. Estos recursos impiden que el organismo reaccione en forma exagerada, y se administran mediante inyecciones regulares, pero no funcionan en todas las personas.
¿Cómo se previene?
Evitando el contacto con las sustancias a las que se es alérgico.
Leyendo etiquetas de comestibles y preguntando qué ingredientes (productos lácteos, algunas frutas, cacahuates, nueces, huevo, pescado, entre otros) se utilizan en restaurantes para preparar los alimentos, a fin de evitar el consumo de alguno que pueda provocar reacción alérgica.
Empleando productos de arreglo personal (crema, jabón, maquillaje) que sean específicamente formulados para piel sensible (hipoalergénicos).
Fuentes:

Fernández, J. Alergia Elemental. Madrid: Universitas Miguel Hernández; 2008.
Roitt IM, et al. Inmunología Fundamentos. 10ª ed. Argentina: Médica Panamericana; 2003.
Roca Roderich R. Principios de Inmunología. En: Temas de Medicina Interna. Tomo III. 4ª ed. La Habana: Ciencias Médicas; 2002.