Llanto y dolor en el Cortejo Silente

En punto de las 8 de la noche de este Viernes Santos, la algarabía en la Plaza del Carmen se rompe, dando paso al silencio, al escucharse el clarín del Centurión de la Guardia Pretoriana, quien marcha del Teatro de la Paz rumbo a la puerta del Templo del Carmen, en donde toca en tres ocasiones para que se abra, apareciendo el clarinero a caballo que abre el paso: La Procesión del Silencio ha iniciado
A partir de ese momento, las calles del Centro Histórico de la ciudad se convirtieron en una gigantesca iglesia, llena de fervor y dolor, con el paso del cortejo silente, que desfila frente a los centenarios templos barrocos, entre saetas y pregones, ante la mirada de miles de potosinos que contemplan el paso de las diversas cofradías que penosamente cargan, en las pesadas palanquines, las imágenes de la pasión de Cristo.
El cortejo silente representa la pasión y muerte de Cristo, mediante una Vía Crucis de los Misterios Dolorosos del Rosario. Cada cuadro es representado por una imagen que es cargada, en pesadas plataformas de madera, por los cofrades, cuyos colores de sus vestimentas hace referencia a la iglesia a la que pertenecen.
Lentamente, las cofradías recorren las calles adoqui-nadas del centro San Luis Potosí, que durante esta celebración toman un aire místico, ante el paso de las imágenes religiosas, con los cofrades portando orgullosos sus vestimentas ya sea de monaguillos, nazarenitos, macarenas, charros, costaleros y de centuriones romanos.
El silencio imponente de la Procesión es roto por los tambores, la trompeta, pero principalmente por los pregones y la saeta, canto agudo, de origen sevillano, que llora la muerte de Cristo. Impávidos los cofrades avanza lentamente.
Paulatinamente van pasando la Cofradía del Santo Entierro, Cofradía del Descendimiento, Cofradía del Ecce Homo, así como los siete barrios potosinos; Tlaxcala, Santiago, San Miguelito, San Sebastián, El Montecillo, San Juan de Guadalupe y Tequisquiapan. También están presentes los Conventos: El Carmelita, El Agustino, El Franciscano y el que fuera de los Jesuitas, La Compañía.
El mutismo se hace más impactante, cuando hace su aparición la Virgen de la Soledad, imponente imagen, iluminada por decenas de cirios, que muestran un rostro lleno de dolor, de sufrimiento, que llora por la muerte de su hijo. La majestuosa imagen barroca de la Virgen de la Soledad, elaborada por Manuel Tolsá, porta una corona real, perlas y un solemne vestido bordado en lentejuela. Es el momento cumbre de de la Procesión.
La gente esta impactada por la emoción de este momento, aunque sus rostros reflejan dolor, un intenso dolor por la muerte de Cristo y el sufrimiento de su madre.