Cuadro de Picasso que fue recuperado tras robo volverá a ser expuesto

El Centro Pompidou de París anunció hoy que «La coiffeuse» («La peluquera) de Pablo Picasso, cuyo robo se descubrió en 2001 y que fue hallado en Nueva York en diciembre de 2014, volverá a los muros de ese museo el próximo 24 de marzo. El cuadro fue restituido a esa institución el pasado 24 de septiembre y ha sido sometido a un minucioso proceso de restauración de más de cinco meses, tras haberse visto deteriorado «por el robo y las malas condiciones de conservación» en las que estuvo durante más de trece años.
La desaparición de «La coiffeuse», un óleo sobre lienzo de 33 por 46 centímetros pintado por el genio español en 1911, en pleno periodo cubista, fue constatada por el personal del museo cuando en 2001 fueron a buscarlo para un préstamo.
La última vez que fue exhibido fue en 1998 en Múnich, desde donde regresó a París y fue guardado en los almacenes del Pompidou. En el momento del robo estaba valorado en 2.5 millones de dólares (unos 2.25 millones de euros al cambio actual).
El público podrá volver a verlo con motivo de la tercera edición de «Museum Live», iniciativa que inaugura la nueva exhibición de colecciones contemporáneas del Pompi-dou, y en la que los visitantes podrán hablar con profesionales que participaron en su restauración, así como con artistas, donantes de fondos o coleccionistas.La primera reacción del entorno de Picasso ante los estudios previos de las señoritas fue en general poco favorable: sus amigos no acababan de entender este nuevo estilo. En un cuaderno de notas, Apollinaire lo describió como un «maravilloso lenguaje que ninguna literatura puede expresar, porque nuestras palabras ya han sido creadas.» Durante la primavera de 1907 Picasso conoció, a través de Apollinaire, a Georges Bra-que, quien tras visitar su estudio manifestó cierta agitación frente a la gran pintura. la línea se convierte en un elemento estructural dominante, marcando las facciones y delineando incluso el resto de áreas de la imagen, casi todas llenas de color, y muy pocas de ellas modeladas. Incluso dejó zonas del lienzo sin pintar. Animado por André Derain, Picasso visitó en 1907 el Museo de Etnografía en el Palacio del Trocadero de París. Este fue su primer contacto con un amplio número de piezas africanas y oceánicas, que tanto Derain como Matisse coleccionaban desde hacía tiem-po,c pero a las cuales Pi-casso no había prestado demasiada atención hasta ese momento. El descubrimiento del arte no-occidental dio un nuevo empuje a las Las señoritas de Aviñón, y también ejerció una considerable influencia sobre su trabajo escultórico. Picasso modificó entonces los rostros de algunas de las señoritas, los dos de aspecto más «cubista» de los cinco, que se asemejan a máscaras africanas, mientras los dos centrales son más afines al estilo de los frescos medievales y las primitivas esculturas ibéricas; también el rostro de la figura de la izquierda presenta un perfil que recuerda las pinturas egipcias. Teniendo Las señoritas de Aviñón como punto de partida, Braque y Picasso acabaron formulando el cubismo en 1908. El cubismo fue un punto de inflexión radical en la historia del arte que inspiró al resto de vanguardias artísticas el abandono del ilusionismo pictórico, rechazando la descripción naturalista en beneficio de composiciones de formas abstraídas de la percepción convencional, jugando con la tridimensionalidad y la estructura de las superficies. En enero de 1908 Matisse abrió su escuela, la Academie Matisse. Por otro lado, Derain y Braque eran seguidores de Picasso, lo cual, añadido a su creciente amistad con Gertrude Stein, irritaba a Matisse. En el Salón de los Independientes de mayo de ese año, Derain y Braque presentaron cuadros inspirados en el nuevo estilo de Picasso que causaron un gran impacto entre la crítica. A Picasso le indignó que se hiciese la primera exhibición de arte cubista sin que se reconociera su papel como fuente de inspiración; especialmente Mujer (1908), un desnudo de Braque muy reciente, que no había comentado con nadie, ni siquiera con Picasso.
Tras la clausura del Salón, Braque marchó a L’Estaque hasta septiembre. Los elementos africanos fueron cediendo terreno en la obra de Picasso en beneficio de efectos de relieve influencia de Cézanne, quizás relacionados con el reductivismo cezannista de los paisajes de Braque. En septiembre se trasladó a París, al nº 11 del bulevar de Clichy. Volvió cargado de obras del nuevo estilo y, pese al rechazo de público y crítica en la exposición que Vollard organizó con ellas, el selecto grupo de coleccionistas encabezado por Gertrude Stein y Serguéi Shchukin seguía comprándola. Encerrado en su nuevo estudio, siguió desarrollando el cubismo, que en ese momento compartía además de con Braque, con un grupo de artistas de Montmartre fuertemente influenciados por el nuevo estilo entre los que estaban Derain, el español Juan Gris y Léger. El cubismo se extendía por Europa, con el constructivista y suprematista Malévich en Rusia y Mondrian en los Países Bajos, aunque ambos mostraban serias diferencias con el estilo de Picasso: según Penrose, su persecución de una geometría pura de las formas les alejaba del sujeto pictórico hacia la abstracción, algo que no formaba parte de los instintos de Picasso, para quien eliminar los símbolos y las alusiones poéticas de la pintura era una forma de castración.
También inspiró a los futuristas liderados por Ma-rinetti en Italia y los vorticistas en Inglaterra, que basaron su teoría estética en la forma y el movimiento y ritmo mecánicos, intentando introducir el tiempo en la representación pictórica.
Pero Picasso no buscaba el desarrollo de teorías o escuelas; su necesidad era la ruptura con el pasado y darle a la obra de arte su propia vida interna.