Falsa creencia: El tabaco no adelgaza

El aumento de la mortalidad por cáncer de pulmón entre las mujeres puede ser explicado por la epidemia del tabaquismo en España, porque han pasado alrededor de 40 años desde que la prevalencia de consumo de tabaco en mujeres empezó a emerger a finales de los setenta y no dejó de aumentar hasta el año 1995. Por esta razón, en España, desde el año 2001 el porcentaje de muertes atribuibles al tabaco está decreciendo en hombres y aumentando en mujeres”, afirma José M.ª Martínez-Sánchez, investigador principal de un estudio realizado por la Universitat Internacional de Catalunya y publicado recientemente en la revista Archivos de Bronconeumología donde se muestra que cada vez son las mujeres las que arriesgan su salud con el hábito tabáquico. “Se estima que la falsa creencia de que fumar adelgaza es lo que ha llevado a muchas mujeres a introducirse en el vicio tabáquico, y esto es particularmente importante en las jóvenes adolescentes”, explica Jon Larrucea, médico adjunto de la unidad de deshabituación tabáquica de la Clínica Terres de l’Ebre, en Tortosa.
A pesar de que la tasa de mortalidad por cáncer de pulmón entre sexos es todavía muy dispar -siendo mayor entre el sexo masculino (22.455 casos en los hombres y 5.404 casos en las mujeres)- , el estudio demuestra que la tendencia se está invirtiendo. Concretamente, el informe refleja que la mortalidad por cáncer de pulmón en mujeres (sobre todo entre 55 y 64 años) no ha parado de aumentar un 4,4% anualmente desde el año 1997 hasta el 2013, año hasta donde llega el estudio.
En el caso de los hombres, sin embargo, el informe muestra que, a pesar de que hubo un aumento entre 1980 y 1991, las muertes por tabaco empezaron a descender significativamente desde el año 2001.
Son múltiples los especialistas que recomiendan que se deberían implementar políticas de salud pública enfocadas a ayudar a la reducción del consumo de tabaco entre las mujeres fumadoras. No obstante, a pesar de que existen varios métodos para ayudar a la deshabituación tabáquica, como la terapia sustitutiva de nicotina, el bupropion y la vareniclina, el propósito de eliminar el tabaco entre la sociedad resulta tan loable como difícil.
Y es que tal y como explica el especialista Jon Larrucea, “una de las preocupaciones de muchas mujeres a la hora de abandonar el hábito tabáquico es el posible aumento de peso”.
A pesar de ello, si bien es cierto que al dejar de fumar se puede producir una cierta ganancia de peso (una media de entre 2 y 4 Kg), no es menos cierto que se puede abandonar este hábito sin engordar si se siguen unas mínimas normas de hábitos saludables, como el ejercicio y una dieta equilibrada y con un control del peso por parte del médico especialista en tabaco. Además, “en cualquier caso, la magnitud del problema del tabaquismo justifica ampliamente cualquier otro aspecto y desde luego el beneficio de dejar de fumar se verá recompensado en una mejora sustancial de la salud global de la persona”, concluye el experto Larrucea. Hay más de 7,000 sustancias químicas en el humo de los productos de tabaco. De éstas, la nicotina, descubierta a principios del siglo XIX, es el principal componente adictivo del tabaco.
El hábito de fumar cigarrillos es el método más popular de consumo de tabaco. Sin embargo, recientemente también se ha visto un aumento en la venta y consumo de productos de tabaco sin humo, tal como el tabaco en polvo (rapé o “snuff”) y el tabaco de mascar. Estos productos sin humo también contienen nicotina así como muchas otras sustancias químicas tóxicas.
El cigarrillo es un sistema de alta ingeniería con un diseño sumamente eficiente de suministro de la droga. Al inhalar el humo de tabaco, el fumador promedio consume entre 1 y 2 mg de nicotina por cigarrillo. Cuando se fuma el tabaco, la nicotina llega rápidamente a sus niveles máximos en el torrente sanguíneo y penetra en el cerebro. Un fumador típico inhala 10 veces a lo largo del periodo de 5 minutos en que el cigarrillo está prendido.
Es así que una persona que fuma una cajetilla y media (30 cigarrillos) por día, recibe 300 inhalaciones de nicotina diarias.
En el caso de las personas que generalmente no inhalan el humo, como los que fuman pipas o cigarros y los que consumen tabaco sin humo, la nicotina se absorbe a través de las membranas mucosas y alcanza los niveles máximos en la sangre y en el cerebro más lentamente.
Inmediatamente después de haber sido expuesta a la nicotina, la persona recibe un estímulo causado en parte por la acción de la droga sobre las glándulas suprarrenales que resulta en una descarga de adrenalina. El “rush”, es decir, la sensación inicial intensa debido a la adrenalina, estimula al cuerpo y causa un aumento en la presión arterial, la respiración y la frecuencia cardiaca.