Dieta para evitar piedras en el riñón

La litiasis renal, también denominada urolitiasis o nefrolitiasis, es enfermedad generada por la presencia de cálculos o piedras en riñones y uréteres (canales que conducen a la orina hacia la vejiga). Se estima que esta condición puede ser tan común que 5% de las mujeres y 10% de los hombres la habrán experimentado al menos una vez antes de llegar a los 70 años de edad.
El problema se origina, en gran medida, porque la sangre se satura de sales minerales u otras sustancias que al acumularse dan lugar primero a cristales y luego a cálculos, los cuales pueden ser microscópicos o superar los dos centímetros de tamaño. Esto ocurre debido a factores hereditarios (ciertas alteraciones en los riñones se transmiten de padres a hijos), beber poca agua, baja actividad física, deshidratación en época de calor y alimentación inadecuada.
De ahí que expertos en Nutrición determinen que una dieta baja en minerales, proteínas, grasas y azúcares no sólo ayuda a prevenir y tratar este problema, también evita recaídas. Además, cuando se sabe qué mineral genera las «piedras» (oxalato cálcico, fosfato cálcico, ácido úrico, estruvita o cistina), aumenta la efectividad del régimen establecido, ya que puede elegirse el menú de cada día con mayor precisión y ajustándose a las necesidades personales. Diagnóstico preciso, clave para tratar litiasis renal.
Las piedras en los riñones pueden pasar inadvertidas hasta que comienzan a descender por los uréteres, ya que entonces producen malestares como cólico nefrítico (dolor muy intenso debajo de las costillas y en la zona baja de la espalda que se dirige hacia abdomen y ge-nitales), dolor lumbar (menos fuerte y localizado en la espalda), hematuria (sangre en la orina debido a lesiones en riñón y uréteres) e infecciones (el flujo inadecuado de orina permite el establecimiento de microorganismos y éstos, a su vez, favorecen la formación de sustancias que se solidifican).
Por ello, es hasta la aparición de alguno de estos síntomas de cálculos renales que el paciente asiste al ne-frólogo o urólogo, quien determina la gravedad del problema con base en preguntas sobre hábitos y antecedentes en la familia, observación detallada de los síntomas y pruebas que incluyen análisis de orina para detectar minerales vinculados con la formación de cálculos y la posible presencia de sangre; también es importante que el paciente se someta a la toma de rayos X del abdomen o a ultrasonido (técnica que utiliza ondas so-noras para tomar imágenes del interior del organismo), a fin de determinar la localización y tamaño de las piedras. Una vez obtenidos los resultados, el siguiente paso es delimitar el tratamiento a seguir, que por lo regular contempla el uso de analgésicos para aliviar las molestias, así como fármacos que disuelven a los cálculos y facilitan su desalojo por la orina cuando son pequeños. Para aquellos de mayor tamaño que cau-sen complicaciones, infecciones o fuerte dolor, se contempla la posibilidad de extraerlos mediante endosco-pía (utilizando una sonda), realizando una incisión (ne-frolitotomía percutánea) o a través de litotricia extracor-pórea mediante ondas de choque (LEOC), técnica que consiste en pulverizar las piedras a través de emisiones electromagnéticas, aunque para lograrlo se requieren va-rias sesiones, sin olvidar que la expulsión de los fragmentos durante la micción puede ser dolorosa.
Consejos nutricionales para evitar cAlculos renales
En cuanto a la dieta, cabe mencionar que desde las primeras manifestaciones del problema, se requiere el cumplimiento de normas alimenticias generales, mismas que pueden resumirse en 6 puntos que ayudan a eliminar o disminuir el nivel de las sustancias que forman los cálculos:
Beber de 2 a 3 litros de líquido (entre 8 y 12 vasos) a lo largo del día, ya que la diuresis (aumento en la emisión de orina) permite que las sustancias nocivas se eliminen con mayor facilidad.
Se pueden tomar infusio-nes y jugos de frutas, pero al menos la mitad de lo ingerido debe ser agua, preferentemente baja en minerales. Leche, café y té negro, rojo o verde no son recomendables.
Disminuir el consumo de grasas y harinas (el sobrepeso no es favorable para tratar este problema).
Restringir el consumo de sal a seis gramos al día (una cucharadita), incluyendo aquella que se emplea al cocinar los alimentos. Se aconseja dejar de usar salero en la mesa y evitar productos ricos en sodio, como embutidos y conservas.
Reducir la cantidad de carne, huevo y pescado a una ración diaria de 120 a 150 gramos, ya que el exceso de proteínas estimula la formación de cálculos.
Limitar el consumo de azúcar común, mermelada, miel, productos de pastelería y dulces.
Evitar bebidas alcohólicas de cualquier tipo.
Dieta para evitar cálculos renales

Además de estas medidas, cabe recordar que los resultados en el estudio de la orina del paciente serán determinantes para establecer cuidados alimenticios mucho más específicos, dependiendo de los minerales o sustancias que se hayan identificado como responsables del problema, los cuales a continuación comentamos a detalle.

Oxalato de calcio
Cerca de la mitad de los cálculos en vías urinarias están formados por este elemento, que es un producto desechado habitualmente por los tejidos del organismo. Las causas de su concentración en sangre y orina pueden ser beber poca agua, ingerir muchos alimentos ricos en calcio o herencia familiar.

En estos casos, una dieta para evitar cálculos renales debe contemplar:

Beber de 2 a 2.5 litros de líquido al día.
Dar preferencia al consumo de agua rica en bicarbonato y con bajo contenido en calcio (menos de 100 a 150 miligramos de esta sal por litro).
Tomar jugo de frutas ricas en vitamina C (limón, guayaba o kiwi), pero diluido.
Ingerir infusiones suaves (de baja concentración) elaboradas a base de manzanilla, menta o hierbabuena.
Leche, café y té negro, verde o rojo se deben limitar a dos tazas por día, pues incrementan la producción de ácido úrico y oxalato.
Evitar bebidas azucaradas o con contenido alcohólico.
Aunque se debe moderar el consumo de calcio, no se debe eliminar por completo debido a que la supresión total de leche, yogurt, queso, salmón y almendras aumenta el riesgo de padecer osteoporosis y disminuye el aporte de otros nutrientes útiles para el organismo, como fósforo.
En cuanto a las proteínas, se recomienda un máximo de 150 gramos de carne, pescado o huevo al día.
Igualmente, es preferible evitar espinacas, acelgas, betabel, zanahorias, higos secos, germen de trigo, gelatina, chocolate, vísceras, mariscos y sopas instantáneas, pues son fuentes de oxalato.
También conviene disminuir el consumo de frutas como ciruelas moradas, fresas, cerezas, uvas oscuras, naranja, mandarina, manzana, peras y piña, por idénticos motivos
Por último, limitar la cantidad de espárragos, pepino, lechuga, tomate verde, brócoli, ejotes, berenjena, poro, pimiento, perejil, frijol, maíz y chícharos.
Fosfato cálcico
Los cálculos formados por esta sustancia son menos frecuentes que los anteriores, aunque hasta mediados del siglo XX se creyó que eran los más comunes. Este compuesto es habitual en la orina, pero sus niveles se elevan por falta de actividad física, consumo inadecuado de agua y comer abundante cantidad de alimentos ricos en calcio.

En este caso, las indicaciones nutricionales son:

Beber entre 2.5 y 3 litros de líquido al día.
Dar preferencia a agua con bajo contenido de calcio (menos de 150 miligramos por litro) y bicarbonato (menos de 500 miligramos por litro).
Tomar jugos de uva y manzana diluidos.
Limitar el consumo de café, leche y té rojo, negro o verde a dos tazas al día, como máximo.
Evitar jugos de cítricos (limón, naranja, mandarina, toronja), refrescos y bebidas alcohólicas.
Seguir dieta balanceada que no sea completamente vegetariana.
Carne, pescado y huevos están permitidos, pero se aconseja no sobrepasar 150 gramos al día.
Frutas y verduras son bienvenidas, a excepción de los cítricos.
Se debe limitar el consumo de lácteos.
Si los estudios revelan alto contenido de fósforo se evitarán queso, frutos secos, chocolate, hígado y legumbres (garbanzo, lenteja, frijol, alubia, ejote y chícharo).
Estruvita
Esta sustancia, también llamada fosfato amónico magnésico, genera cálculos que no suelen causar cólico nefrítico, pero se sospecha de ellos por la presencia de infecciones en vías urinarias muy frecuentes. Constituyen más o menos el 15% de todos los casos y son los cálculos más peligrosos de todos, al grado de que pueden impedir el funcionamiento del riñón.

Los consejos para estos casos son los siguientes:

Beber entre 2.5 y 3 litros de líquidos al día.
Tomar agua mineral con bajo contenido en bicarbonato (menos de 500 mililitros por litro).
Incluir infusiones suaves y jugo de uva y moras ligeramente diluidos.
El café y té negro se limitarán a dos tazas por día.
Evitar jugos cítricos y bebidas azucaradas y alcohólicas.
Llevar dieta con bajo contenido de calorías. Las cantidades de aceite, grasas y azúcares deben ser reducidas.
Procurar adecuado consumo de fibra para dar mayor movilidad intestinal y prevenir estreñimiento.
La dieta debe combinar productos de origen animal y vegetal, aunque en caso de altos niveles de fósforo en sangre u orina se evitarán queso, frutos secos, chocolate, hígado y legumbres, a la vez que se limitará la ingesta de carne, pescado, huevos y sus derivados a 150 gramos al día.
Ácido úrico
Dicho compuesto se genera por el consumo de carnes rojas, vísceras y alcohol, y es responsable del 10% de los casos. Si la orina sufre considerable aumento en los niveles de este compuesto puede dar lugar a la formación de cálculos que no son visibles en las radiografías, por lo que para observarlos se requiere la aplicación de sustancias de contraste o utilizar otros métodos, como ultrasonido.

Los consejos para evitar este tipo de cálculos son:

Beber de 2.5 a 3 litros de líquidos al día.
Tomar agua baja en minerales y rica en bicarbonato de sodio, pues ayuda a neutralizar la acidez.
Los jugos de frutas son bien aceptados, aunque aquellos provenientes de cítricos deben diluirse.
Las infusiones se aconsejan, pero debe ser suaves.
Se evitarán bebidas gaseosas y alcohólicas, en especial la cerveza (incluyendo la que no tiene alcohol).
Eliminar de la alimentación vísceras, carne, mariscos y pescados azules (atún, sardina, anchoa, salmón).
Reducir el consumo de legumbres (frijol, alubia, garbanzo, lenteja, ejote y chícharo) a una vez por semana.
Evitar espinacas, espárragos, coliflor, champiñones y rábanos.
Dar preferencia a los lácteos elaborados con leche descremada.
No hay recomendaciones especiales respecto a huevo, fruta, cereales y verduras, salvo las ya indicadas.
Cistina
Representa de 1 al 2% del total de los cálculos renales, y aparecen en la infancia como consecuencia de un trastorno hereditario llamado cistinuria, en el que los riñones eliminan en exceso a este aminoácido (componente básico de las proteínas) durante el proceso de filtración. Con el tiempo, dichas sustancias se acumulan y forman cristales en las vías urinarias.

Entre las indicaciones sobre alimentos para eliminar piedras renales de este tipo destacan:

Beber entre 3.5 y 4 litros de líquido al día.
Tomar agua mineral rica en bicarbonato, pero con un máximo de 500 miligramos de sodio por litro.
Consumir jugos de manzana y cítricos diluidos.
Evitar refrescos y bebidas alcohólicas.
Ingerir máximo 2 tazas al día de café o té negro, rojo o verde.
Seguir una dieta con bajo contenido de proteínas (formadas por aminoácidos, como la cistina), es decir, con cantidades limitadas de carne, pescado, huevo, queso, frutos secos y legumbres.
Basar la alimentación en el consumo de frutas (especialmente cítricos), verduras, ensaladas y cereales.
Para satisfacer los requerimientos de hierro y yodo en niños, se deben incluir 1 a 2 raciones semanales de carne y una de pescado.
La eliminación de cistina aumenta con el consumo de sodio, por lo que debe limitarse la sal. Se dará preferencia a los alimentos frescos y se evitarán aquellos que son enlatados, ahumados, en escabeche y precocidos.
Tratamiento efectivo para cálculos renales
Además de las recomendaciones nutricionales, conviene señalar que los alimentos se deben preparar mediante técnicas culinarias que no incrementen notablemente el contenido de grasa de los alimentos, es decir, lo mejor es prepararlos cocidos, hervidos, al vapor, a la plancha o al horno. Si se desean servir productos fritos, se recomienda utilizar poco aceite extra virgen de oliva y sartenes con cubierta de teflón.

Una constante en las dietas para evitar cálculos renales consiste en incluir bajas dosis de sal, de modo que para que los alimentos no se vuelvan monótonos y desabridos se puede recurrir a otras formas de condimentar como:

Utilizar pequeñas cantidades de vinagre o limón, los cuales ayudan a acentuar el sabor de muchos alimentos.
Ajo, cebolla, cebollino y poro también colaboran para sustituir a la sal común, al igual que hierbas aromáticas como albahaca, hinojo, comino, estragón, laurel, tomillo, orégano, perejil, mejorana y epazote, las cuales mejoran notablemente el sabor de todo tipo de platillos.
Las especias fuertes, como pimienta y chile, se deben utilizar con moderación.
Aproximadamente la mitad de las personas que han sufrido un cálculo renal vuelven a formar otro durante los 5 o 15 años siguientes, pero también se sabe que el riesgo de formación y crecimiento de las molestas «piedritas», independientemente de su composición, disminuye en gran medida si el paciente aumenta la cantidad de líquido que bebe.

Asimismo, el paciente puede observar buenos resultados si mantiene peso adecuado, practica una rutina de ejercicio de manera regular y sigue dieta variada y equilibrada.

Recuerda que los consejos nutricionales que te hemos presentado son sólo referenciales, en ningún momento sustituyen la opinión de tu médico. De igual forma, toma en cuenta que un efectivo tratamiento para cálculos renales exige la identificación de la sustancia que origina el problema, y para ello se requieren análisis de laboratorio interpretados exclusivamente por un nefrólogo o urólogo calificado.