Cólico nefrítico; piedras en el conducto urinario

Quienes han sufrido del dolor que genera el cólico nefrítico aseguran que nunca en su vida han padecido tanto y aseguran, en elevado porcentaje de casos, que sienten como si una especie de garra los apretara por dentro. Los algólogos (especialistas médicos en el tratamiento de dolor) afirman que se sitúa en el mismo um-bral del parto y envía al 100 por ciento de quienes lo sufren al servicio de urgencias. El dolor es muy agudo e intermitente, en la zona lumbar o el abdomen, generalmente aparece en un solo lado y puede irradiar a la espalda y, sobre todo, a la ingle. Es por ello que el objetivo médico prioritario ante esta patología es eliminar la dolencia, mediante un analgésico fuerte para posteriormente analizar las causas y proceder con el tratamiento idóneo para ca-da paciente.
Al hablar de cólico nefrítico es hacerlo, en la mayoría de casos, de litiasis o cálculos renales, pequeñas masas duras que oscilan entre 1 milímetro hasta 3 o más centímetros; en otras palabras, tan reducido como un grano de arena o tan grande como una perla e, incluso, como una pelota de golf; aunque el tamaño más común (en 80% de los pacientes) no sobrepasa los 2 centímetros de ancho.
Como usted sabe, a través de la orina se eliminan elementos de desecho del organismo, cuya composición son generalmente sales y mi-nerales. Factores como beber poca agua, exceso de cal-cio en las comidas, herencia familiar, hábitos sedentarios (poco ejercicio) o exposición prolongada al calor pueden provocar que paulatinamente compuestos dañinos se acumulen y den pie a la formación de cálculos o piedras. La vía de comunicación, o sa-lida, que utiliza el cálculo es la uretra (conducto por el que viaja la orina y el cual comunica al riñón con la vejiga); cuando este trayecto se ve interrumpido por alguna circunstancia, el cálculo se detiene y se enclava o impacta en determinado lugar causando los síntomas propios del cólico nefrítico.
Entre los factores que favorecen el estancamiento del cálculo pueden mencionarse ciertas peculiaridades anatómicas del tracto urinario, como angulaciones anormales de la uretra, o bien tumores, coágulos o quistes que la opriman, aunque suelen ser menos frecuentes.
Es así que resulta de vital importancia, una vez controlado el dolor, buscar el origen del problema por parte del urólogo (especialista médico en las afecciones de las vías urinarias), quien determinará el tratamiento a seguir. Ahora bien, vale la pena mencionar que el cólico nefrítico no es la única manifestación de los cálculos renales, sino que también hay infecciones urinarias persistentes o repetidas, sangre en la orina (hematuria), como consecuencia de las lesiones que produce el cálculo a su paso por las estructuras del riñón, y expulsión de are-nillas.
Asimismo, hay muchos tipos de cálculos renales y ca-da uno de ellos tiene causas de formación distintas. Por ejemplo, cuando existe exceso de calcio se deben adoptar medidas orientadas a su reducción, entre las que están la disminución de la exposición solar y consumir menos sal, además de evitar su-plementos de vitamina D.
En tanto que si el origen de las piedras se debe a la composición de la orina se recomienda aumentar la ingesta de agua, tal como sucede en el caso de la presencia de arenilla, dado que el elevado consumo del líquido implica mayor diuresis, es decir, ma-yor volumen de orina al día y con él un flujo más elevado que permite el arrastre de los compuestos de desecho, además de diluir la concentración de sales urinarias. No obstante, en el caso de los cálculos de tamaño considerable, que no pueden ser expulsados en forma espontánea, el aumento de diuresis no contribuirá a su desalojo. La mayoría de los cálculos se encuentran constituidos por oxalato y fosfato cálcico y, aunque con menor frecuencia, es posible que se desarrollen con cristales formados de ácido úrico (cuando la orina se acidifica, ya sea por enfermedades o fallas hereditarias del riñón), fosfato amónico magnésico (por infecciones renales) y de cis-tina (aparecen en la infancia si existen alteraciones que impiden eliminar el exceso de este aminoácido rico en azufre, utilizado en la formación del cabello).
La dimensión que tenga la piedra o cálculo es un dato importante a considerar, ya que aquellos inferiores a 5 o 6 milímetros de diámetro son fácilmente «expulsables» en forma espontánea. Sin embargo, hay otros de tal dimensión que imposibilitan al riñón a seguir trabajando, lo cual da origen a una litiasis renal coraliforme grave. Para conocer en mayor detalle la composición de la piedra formada se realiza un examen de orina, el cual podrá mostrar desde la presencia de sangre, cristales de oxalato cálcico, ácido úrico o fosfatos. así como alteraciones del pH -nivel de acidez-urinario (alcalino en litiasis de fosfato, ácido en las de ácido úrico) o bacterias, en el caso de infección.

En ocasiones lo anterior no es suficiente y se recurre a métodos de imagen complementarios, como radiografía simple del aparato urinario, la cual facilita la localización de cálculos compuestos por calcio. Sin embargo, los cálculos pequeños (menores a 2 mm) y los de ácido úrico no son diagnosticados mediante esta técnica, debiéndose recurrir a otras exploraciones radiológicas, como el ultrasonido.

Este procedimiento consiste en pasar sobre la región en la que se ubica el cálculo un aparato llamado transductor (similar al mouse de la computadora), el cual emite frecuencia de sonido que al chocar con un órgano sólido (en este caso riñones, vejiga y uretra) proporciona una imagen que se aprecia en un monitor y muestra detalles de gran valor; al no emitir radiaciones, esta técnica puede realizarse tantas veces como el urólogo lo desee, incluso en pacientes embarazadas.

No obstante, cuando tanto el ultrasonido como la radiografía simple no puedan detectar un cálculo radiotrasparente el médico recurrirá a la llamada pielografía ascendente, en la cual se aplica al paciente una inyección (preferentemente en venas de brazos o piernas) de material de contraste para ver su recorrido por todo el sistema excretor, desde el riñón hasta su salida por la orina, mediante radiografías.

El primer paso en el tratamiento habitual de un cólico renal consiste en incrementar la diuresis (micción o acción de orinar), mediante el aumento de la ingesta liquida diaria. Igualmente se contempla la aplicación de calor local, ya sea empleando bolsas de agua, baños de inmersión o cojín eléctrico sobre la región lumbar o debajo del ombligo para estimular las zonas de trayecto ureteral.

En caso de que se haya detectado inflamación en alguno de los órganos, se prescribirán antiinflamatorios, preferiblemente del grupo de los no esteroideos, ya que además de disminuir la hinchazón poseen acción analgésica (eliminan el dolor). En casos raros se puede ayudar a resolver el cuadro usando sustancias que intentan disolver el cálculo, por ejemplo, alcalinizantes para las litiasis de ácido úrico o de cistina.

En caso de que el cálculo no sea eliminado por estos medios se recurrirá a:

Litotomía. Intervención quirúrgica para extirpar la piedra directamente del sitio en donde se haya localizado.

Litotricia. Técnica por la cual se desintegran los cálculos dentro del propio aparato urinario con ayuda de ondas de choque.

Láser. Se introduce en la uretra fibra óptica del grosor de un cabello, la cual libera una carga de energía en forma de rayos de luz muy intensos, que desintegran la piedra sin dañar el tejido circundante; los fragmentos se desalojan a través de la orina.

Como medidas para prevenir la formación de cálculos y, por tanto de cólicos nefríticos, es conveniente la hidratación adecuada, bebiendo por lo menos 2 litros de agua al día, incrementando la cantidad en épocas de calor, sin olvidar cuidar la alimentación, la cual deberá ser baja en calcio y sodio.

Asimismo, es conveniente que aquellos pacientes con propensión a padecer cálculos por herencia se practiquen estudios denominados metabólico-minerales, los cuales pueden detectar la tendencia a la formación de piedras. No eche en saco roto estas recomendaciones, así como asistir al urólogo o nefrólogo (especialista médico en la atención a los riñones) si tiene molestias al orinar, pues en éste, más que en otros casos, es mejor prevenir que un muy doloroso lamentar.