Intoxicación en niños, ¡qué hacer!

De acuerdo a reportes especializados, 85% de las intoxicaciones por ingestión de sustancias peligrosas son accidentales, y ocurren en niños entre 1 y 5 años de edad. El resto del porcentaje se adjudica al interés premeditado de hacerlo, en concreto, en casos de suicidio, que ocurre sobre todo en personas mayores de edad.
Lo que sucede con los chicos es que tienen a su alcance sustancias que se utilizan en el arreglo personal, así como en el mantenimiento y limpieza del hogar cuyas características químicas pueden perjudicar seriamente el funcionamiento del organismo, o incluso provocar la muerte de la persona afectada. Es así que podemos agrupar a los productos más comunes y peligrosos en casa de la siguiente forma:
Aseo personal. Shampoo, colonias y perfumes, desodorantes, jabones, crema de afeitar, pasta de dientes, aceites de baño y talco.
Cosméticos. Lociones y cremas para el cuerpo y manos, quitaesmaltes y acetona, óxido de zinc, tintes y tónicos para el cabello, bronceadores, depilatorios y agua oxigenada.
Para el automóvil. Aceites y lubricantes, grasas, combustibles, anticongelantes, líquido para baterías.
Del hogar. Abrasivos para limpieza de metales, blanqueadores, cloro, quitamanchas, detergentes y suavizantes para ropa, amoniaco (para superficies en cocina y baño), lavatrastes, limpia vidrios y hornos, antisarro, destapacaños, sosa cáustica, cera para pisos, insecticidas, fertilizantes para jardín, abonos y herbicidas. Asimismo, hay que tener cuidado especial con pinturas, barniz, solventes (aguarrás o thiner), petróleo, alcohol, cemento, cal viva, raticida, parafina o ceras, grasa para zapatos, pegamentos, marcadores de textos, plumones, crayolas y tintas, entre otros.
Comida en mal estado.
Medicamentos.
¿Cómo tratar una intoxicación?
El tratamiento de una intoxicación dependerá directamente de la sustancia ingerida, así como de los síntomas producidos, pues de esta manera se podrá identificar qué órganos han sido afectados. Para explicarlo mejor, a continuación se presentan los grupos en que suelen dividirse los tóxicos:
Sustancias corrosivas. Por su composición química dañan considerablemente los tejidos con los que entra en contacto. Puede tratarse de ácidos como sulfúrico, clorhídrico, nítrico, fosfórico y acético, entre otros (presentes en detergentes, limpiadores de tuberías, medicamentos, colorantes de ropa, químicos para fotografía o blanqueadores de ropa), o álcalis, como amoníaco y fenoles (derivados del petróleo usados en solventes), o bien, alcoholes de uso industrial, como el metílico o vinílico, los cuales provocan sensación quemante en la boca (que bien puede sangrar), garganta, esófago y estómago, además de náuseas y vómito; puede haber también pérdida de voz, fiebre, dificultad en la deglución y en la respiración, así como olor anormal del aliento o el cuerpo.
Irritantes. No destruyen directamente los tejidos, pero producen inflamación de los mismos. Se trata de elementos como yodo, fósforo, arsénico, cloruro de zinc y nitrato de potasio, entre otros, que generalmente forman parte de fórmulas de veneno para ratas o cucarachas, pesticidas y herbicidas. Producen náuseas, vómito, diarrea, dolor abdominal tipo cólico; tanto en el vómito como en las heces puede aparecer sangre.
Excitantes. Estimulan al sistema nervioso central. Destacan estricnina, alcanfor y cloruros. Son causa de piel seca y caliente, convulsiones, espasmos, sensación de asfixia y dificultad para respirar, pulso rápido y dilatación o contracción de las pupilas.
Depresoras. Opuestas a las anteriores, deprimen al sistema nervioso central; entre ellas barbitúricos, alcohol, alcaloides (atropina y morfina) y muchos anestésicos locales. Suelen comenzar con efecto estimulante de corta duración y, posteriormente, aparece todo lo contrario, disminución de los movimientos respiratorios, sueño excesivo, relajación muscular, pupilas contraídas o dilatadas y piel húmeda y fría. Suelen presentarse náuseas, vómito, diarrea y dolor abdominal.
¿Qué hacer ante una intoxicación en niños?
En primera instancia, aunque la situación se torne difícil, no debes perder la calma, y si tu pequeño está consciente, investiga qué sustancia ingirió.
Hazlo rápidamente porque el pequeño puede perder el conocimiento en cualquier momento.
Ahora bien, toma en cuenta que deberás trasladar al intoxicado a recibir atención médica al centro de urgencias más cercano; mientras tanto, puedes realizar lo siguiente.

Busca cerca de la víctima algún envase que contenga líquidos peligrosos.
Si el afectado ha vomitado, toma una muestra de los residuos.
Si está inconsciente, revisa sus vías aéreas (nariz y garganta) y su respiración, y en caso de que ésta sea deficiente trata de brindarle el aire que necesita mediante la técnica de respiración boca a boca en tanto recibe atención profesional.
Ten cuidado de que el veneno no entre en tu propia boca, y evita inhalar el aliento de la víctima.
Induce al vómito al afectado sólo cuando las sustancias ingeridas sean comida en mal estado o medicamentos.
No provoques el vómito cuando el estado de conciencia del afectado se encuentre alterado; la sustancia tóxica sea petróleo o uno de sus derivados (gasolina); se hayan ingerido líquidos espumosos (ya que al ser aspirados podrían causar asfixia); o bien, cuando se trate de sustancias cáusticas y corrosivas, pues pueden dañar seriamente el tracto digestivo, es decir, esófago, tráquea y garganta.
El médico que atiende al enfermo puede verse en dificultades cuando no reconoce la sustancia ingerida o si en el envase de ésta no se explica la composición del producto.

En estos casos puedes recurrir a compuestos que ayudarán a la expulsión del tóxico, entre los que destacan:

Antídotos. Sustancias que neutralizan al tóxico ingerido, las cuales deben ser suministradas por el médico, por lo que no es recomendable que se utilice ningún remedio casero, ya que puede resultar contraproducente para el afectado. Sin embargo, la leche puede considerarse una excepción siempre y cuando se tenga la certeza de que la víctima ha ingerido algún tipo de solvente, como aguarrás, thiner, gasolina o petróleo. De cualquier modo, deberás buscar ayuda profesional.

Eméticos. Sustancias que provocan el vómito. En caso de no contar con uno de ellos, debes inducir manualmente con un opresor de la lengua, como el mango de una cuchara tocando la parte posterior de la garganta. Igualmente inducen al vómito agua de mar caliente o un preparado de 1 a 3 cucharaditas de sal en un vaso con agua caliente, o bien mostaza en polvo (1 a 3 cucharaditas) en un vaso con agua caliente.

Emolientes. Son medicamentos que alivian las molestias del estómago y retrasan la absorción del tóxico (conviene administrarlos después del vómito). Igualmente son de utilidad clara de huevo cruda o pasta blanda preparada con harina de arroz, maíz o trigo y un chorrito de agua (simplemente para que pueda ingerirse), o bien leche, la cual está totalmente contraindicada en caso de tratarse de intoxicación por fósforo.

Purgantes. Sustancias que inducen el vaciamiento intestinal con el fin de expulsar el tóxico del estómago vía el excremento. El más conocido es sulfato de sodio o sal de Glauber, cuyo polvo debe disolverse en agua (una cucharadita en un vaso con el líquido). Nunca se debe utilizar purgantes en caso de intoxicación por sustancias corrosivas o si el afectado padece gastroenteritis.

No olvides que el médico es el único que puede indicar estos remedios.

Lo que debes evitar
Hay que tener siempre presente que un niño es un pequeño explorador que se mete en todos los rincones de la casa, por lo cual resulta indispensable cerciorarnos de que no estén a su alcance compuestos tóxicos. Lo indicado es guardarlos bajo llave en una repisa alta y estar alerta mientras se utilizan los productos de limpieza u otros igualmente peligrosos.

También resulta importante no almacenar este tipo de sustancias en frascos e envases para alimentos o refrescos, pues es una de las principales causas de accidentes de este tipo. Tampoco dejes fármacos en un sitio al alcance del chico, ni lo induzcas o engañes a que tome sus medicinas diciéndole que «son dulces», pues ello da origen a confusión e inquietud por probar lo que encuentre en su camino.

Lee muy bien la etiqueta de los fármacos a emplear o la receta en la que se indica su administración, pues una confusión puede llevar a sobredosis. Durante la noche enciende la luz antes de dar el medicamento al enfermo, pues se han cometido errores trágicos por equivocar medicinas ante la falta de iluminación. Revisa periódicamente tu botiquín y desecha medicamentos caducos, sin envase o fuera de su empaque.

Finalmente, conserva siempre a la mano los números de médicos y hospitales que cuenten con servicio de emergencia, pues no se sabe en qué momento los necesitarás.