Enfermedades en nariz y garganta, al acecho de los niños

Si existiera un premio para las enfermedades más recurrentes en la población infantil, seguramente habría que darle el trofeo a las que se relacionan con nariz y garganta, que ocurren porque las mucosas (tejido suave y húmedo) de esa parte del organismo están constantemente en contacto con diversos agentes que las atacan, y con mayor severidad en época invernal.
Los especialistas coinciden en señalar que los padecimientos infecciosos, principalmente rinosinusitis y faringoamigdalitis, así como otitis media, son los más frecuentes en los infantes. La primera de estas enfermedades se refiere a la inflamación de las fosas nasales y los senos paranasales (estructuras adyacentes a nariz, oídos, ojos y/o piel del rostro), además de los fluidos de esas cavidades y el hueso cercano.
En cuanto a la faringoa-migdalitis, aunque se trata de un término más coloquial, no está de más explicar que es una infección de la faringe y las amígdalas, es decir, de garganta y anginas. Por último, la otitis media se puede definir como la inflamación persistente de la mucosa que recubre al oído medio, la cual causa dolor y alteración de la audición.
Estos trastornos se originan principalmente por cambios climáticos, falta de prevención y contagio de otras personas, pero no hay que olvidar que gran parte de la responsabilidad recae en la nutrición, porque es fundamental en el fortalecimiento del sistema inmunológico.
Así lo establece el prestigiado otorrinolaringólogo (especialista en padecimientos de garganta, nariz y oído) Miguel Ángel Azpeitia Torres, quien funge como presidente del Colegio de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello del Estado de México, entidad geográfica vecina a la capital de la República Mexicana.
¿Y si es una alergia?
El Dr. Azpeitia Torres llama la atención sobre la confusión en que pueden caer los padres de un niño que frecuentemente sufre lo que podría considerarse un cuadro gripal; son los clásicos pacientes que manifiestan algo que parece catarro, cuando en realidad se trata de una reacción alérgica en las vías respiratorias.
El caso es que los síntomas son parecidos a los de un cuadro rinofaríngeo, pero evidentemente hay diferencias notables que solamente un médico conoce, asevera el entrevistado.
Las alergias, añade, normalmente se presentan con congestión nasal y moco hialino (mucosidad transparente o “agüita”), además de estornudos y comezón en la garganta, nariz e incluso ojos; el pequeño no padece tos, fiebre o malestar general, y tampoco experimenta dolor de cabeza.
El organismo de un niño alérgico reacciona exagerada-mente ante cambios de temperatura, polvo, polen o pelo de animales (particularmente gatos y perros). Este último, de acuerdo al Dr. Azpeitia Torres, genera diariamente cinco gramos de ácaros, minúsculos organismos que pertenecen a la familia de las arañas (arácnidos) y que son capaces de anidarse con facilidad en las vías respiratorias.
La confusión surge porque las manifestaciones alérgi-cas son parecidas a las del catarro, reitera el egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), “por lo que los médicos debemos hacer un interrogatorio para averiguar si el paciente convive con animales o si su problema es cíclico y se presenta, por ejemplo, cada vez que hace frío; también hay que saber si el lugar de residencia está cerca de gran cantidad de flores u otras plantas”, apunta.
Está claro, dice el otorrinolaringólogo, que hay que auscultar al paciente para ver si el aspecto de las mucosas de nariz y boca es pálido, si hay moco hialino y, además, si estornuda frecuentemente. Para asegurar el diagnóstico se debe eliminar la posibilidad de que el niño tenga la garganta roja, flemas y que el moco sea amarillento o verdoso, en cuyo caso se trataría de una infección (invasión de microorganismos nocivos). Dentro de los estudios correspondientes se podrá echar mano del laboratorio para analizar la sangre y piel del afectado, añade.
De esta forma, sentencia el Dr. Azpeitia Torres, podremos identificar a los agentes que causan alergia en el infante (alérgenos) y entonces ofrecer el mejor tratamiento posible, el cual se basa en la ingestión de medicamentos especiales (antihistamíni-cos) y evitar el contacto directo con el causante de la alergia, sea un tapete, planta, mascota o muñeco de peluche.
No lo guarde en el cajón
El Dr. Azpeitia Torres, miembro del Consejo Mexicano de Otorrinolaringología, asegura que las infecciones en las vías respiratorias son más frecuentes entre los 2 y 7 años de edad, cuando las defensas de los infantes son sumamente frágiles; en cambio, las alergias comienzan a manifestarse entre los 8 y 10 años. Por ello es importante mencionar, enfatiza el entrevistado, “que los niños alimentados con leche materna son mucho más fuertes y resistentes al ataque de las alergias, toda vez que este alimento posee gran cantidad de anticuerpos naturales”. El Dr. Azpeitia Torres coincide en que los trastornos otorrinolaringológicos (en nariz, oídos y garganta) se prestan a la automedicación porque se cree que son de fácil solución, pero lo cierto es que hay que evitar un mal mayor y acudir al médico cuando se tenga alguna de las afecciones señaladas. “Auto-medicarse es muy peligroso, porque puede hacer que el niño genere resistencia a la acción de un antibiótico y, consecuentemente, haya necesidad de ofrecerle un fármaco más potente que posiblemente tenga efectos secundarios”.

A manera de conclusión, el Dr. Azpeitia Torres recuerda que hay que seguir reglas preventivas elementales: “Abrigarse, alejarse de gente enferma, no compartir los utensilios para comer y beber, así como taparse la boca y nariz siempre que se salga de un lugar caliente para dirigirse a uno frío. También es recomendable tomar mucho líquido, consumir alimentos con vitamina C y, en general, seguir buena nutrición”.