Trimetilaminuria, síndrome de olor a pescado

Aproximadamente, 1 de cada 200 mil personas en el mundo presentan trimetilaminuria, por lo que se considera enfermedad rara; sin embargo, el hecho de que sean pocos los afectados ha provocado que muchos médicos la desconozcan e, incluso, impidan su diagnóstico al considerar que el paciente requiere sólo una buena clase de higiene personal para superarla.
Este trastorno metabólico puede presentarse tanto en hombres como mujeres y se caracteriza por un olor corporal desagradable parecido a pescado podrido, cuyo origen se encuentra en la trimetilamina (TMA). Este compuesto se forma en el intestino por la degradación bacteriana de diversos productos de la dieta que contienen colina, nutriente que encontramos en pescado, huevos, hígado y legumbres.
En condiciones normales, TMA y colina se transforman en el hígado en otro compuesto sin olor (trimetilamina N-óxido, TMANO) gracias a la acción de la enzima flavin monooxigenasa 3 (FMO3); sin embargo, cuando existe algún error en el gen que controla la función de la FMO3, la adecuada transformación de trimetilamina no se produce, por lo que se acumula (pasa a la sangre, secreciones, aliento y orina) y genera mal olor.
También hay formas adquiridas de trimetilaminuria, es decir, este defecto enzimático puede ser consecuencia de una lesión en el hígado (hepática) o, al parecer, de largos tratamientos con antibióticos.
Síntoma de trimetilaminuria: olor corporal desagradable
Aunque un bebé nace con el trastorno (se habla entonces de trimetilaminuria primaria), el problema se manifiesta hasta que comienza a ingerir los productos de la dieta (precursores) que causan el desagradable olor, considerado síntoma de trimetilaminuria. Este se acentúa en la pubertad, sobre todo en mujeres antes y durante la menstruación, al tomar anticonceptivos y en la menopausia.
Aunque el síndrome de olor a pescado es trastorno incurable que no pone en riesgo la vida, afecta el entorno social del paciente, ya que suele provocar aislamiento, ansiedad, depresión e, incluso, intentos de suicidio.
Por tanto, iniciar el tratamiento adecuado depende de que tan rápido reciba el diagnóstico; para ello, el principal recurso es un análisis de orina que permita cuantificar los niveles de TMA.
Tratamiento de trimetilaminuria
Actualmente, el único tratamiento de este raro trastorno ligado a la trimetilamina consiste en llevar una dieta sin colina (ajustada de manera individual), lo que reduce en gran medida el mal olor y mejora la calidad de vida del paciente.
Con este propósito, se recomienda:
Evitar el consumo de huevos, vísceras, carnes magras (sin grasa), chícharos, frijoles, espinacas, coles, algunas legumbres (alubias, por ejemplo), frutos secos y productos de comida rápida, como lasaña, hamburguesas y pizza.
Suprimir pescado, especialmente salmón y bacalao, así como pulpo, calamar y cangrejo.
Es importante seguir las indicaciones nutricionales y mantener la vigilancia médica, pues una dieta sin colina muy restrictiva puede producir otros trastornos, como retraso del crecimiento, alteraciones óseas y disfunción renal.
Aumentar la ingesta de folatos (su forma sintética es el ácido fólico) a través de vegetales de hojas verdes y cereales fortificados.
Usar jabón y lociones corporales con bajo pH (entre 5.5 y 6.5) para la higiene diaria.
En ocasiones el médico puede prescribir antibióticos orales (metronidazol o antibióticos de amplio espectro) para reducir o regular la flora intestinal.
Si es necesario, el paciente debe recibir suplementos vitamínicos que aporten el 100% de la ingesta diaria recomendada de vitaminas y minerales, en especial, ácido fólico y riboflavina.
La vida de un paciente con síndrome de olor a pescado puede ser más agradable si consigue controlar el principal síntoma de trimetilaminuria y, al mismo tiempo, busca ayuda psicológica que le permita mejorar su autoestima y abordar el tema de forma adecuada con quienes se relaciona.