Aceite de hígado de tiburón, para una piel y cuerpo sanos

Aunque para algunos es un animal de aspecto terrorífico que siempre hace las veces de villano en las películas, lo cierto es que el tiburón no representa peligro alguno para el bañista cauto ni para quienes practican la pesca con las medidas de seguridad pertinentes.
Es más, los productos que se obtienen de las distintas clases de estos peces del suborden de los escualos han sido aprovechados durante mucho tiempo por la humanidad: su carne, cartílago (los tiburones no poseen un esqueleto de huesos) y el aceite que se obtiene de su hígado triturado y sometido a cocimiento. Tradicionalmente, el aceite de hígado de tiburón ha sido un producto consumido en los litorales debido a que se le atribuyen numerosas propiedades benéficas para la salud, como ser eficaz en el tratamiento de heridas de la piel o para aliviar irritación de los aparatos respiratorio y digestivo, además de ser muy apreciado por los marineros debido a que se le considera fuente adecuada de fuerza y vitalidad que también mejora la resistencia al frío y a las enfermedades. Lo cierto es que en la actualidad es aprovechado por las industrias de alimentos, farmacéutica y cosmética debido a que el estudio de su composición química ha podido revelar que, en efecto, cuenta con múltiples beneficios:
Mejora la oxigenación de la sangre.
Ayuda a regular el nivel de los triglicéridos (principal tipo de grasa que viaja por la sangre).
Da protección y flexibilidad a las arterias.
Reduce el envejecimiento de los tejidos.
Ayuda a aliviar lesiones en la piel e, incluso, genera mejoras en casos de psoria-sis (padecimiento que se caracteriza por engrosamiento de la piel, lesiones de color rojo, inflamación y descamación).
Es buen antiinflamatorio
Fortalece al sistema inmu-nológico. Reduce el riesgo de padecimientos de corazón y arterias. Todo esto es posible gracias a las distintas sustancias que lo componen, algunos de naturaleza muy particular.
Omega-3 y 6
Aunque para muchos pensar en grasas o lípidos es sinónimo de obesidad, lo cierto es que la mayoría de estos compuestos son de gran utilidad para la formación de hormonas, juegan importante papel en el desempeño del sistema de defensa contra infecciones (inmunológico) y son esenciales para el funcionamiento del cerebro y la red nerviosa. Siendo más específicos, un grupo de lípidos conocidos como ácidos grasos son útiles para evitar enfermedades del corazón, hipertensión, diabetes y artritis reumatoide, así como varios desórdenes visuales y problemas en general en todos los tejidos, ya que son elementos que forman parte de las paredes celulares.
Pues bien, el aceite de hígado de tiburón contiene importantes cantidades de los ácidos grasos Omega-3 y 6, que previenen la formación de coágulos en la sangre, ayudan a regular la presión sanguínea y disminuyen los niveles de triglicéridos; asimismo, aumentan la flexibilidad de las arterias y activa el proceso antiinflamatorio que reducen el riesgo de padecer artritis, cáncer, psoriasis, diabetes y trastornos de las células. Los Omega-3 actúan como antiinflamatorios y anticoagulantes, además de que se presume que su presencia evita la generación de tumores, ya que se ha detectado que las mujeres con cáncer de mama tienen niveles bajos de estos ácidos grasos en el tejido afectado. En tanto los Omega-6 inhiben el exceso de secreción de jugos gástricos, mismos que pueden condicionar la formación de gastritis y úlceras, a la vez que pueden reducir la severidad de un ataque de asma, relajando los tejidos de los tubos bronquiales.
Gliceroles
En 1922 un grupo de científicos identificaron un componente activo en el aceite de tiburón llamado alcaoxigli-cerol, mismo que se ha estudiado clínicamente desde 1950 y que pertenece a la familia de los gliceroles, conjunto de sustancias a través de las cuales la leche materna proporciona defensas a los recién nacidos.
En efecto, se ha encontrado que los tiburones son animales con alta resistencia a las enfermedades y que raramente padecen cáncer, hecho que tal vez se deba al alcaoxiglicerol que genera su hígado y que se almacena en diferentes órganos con importantes funciones inmuno-lógicas, como vasos linfáti-cos, hígado, bazo y médula ósea. Aunque se continúan estudiando sus propiedades, quizás esta sustancia sea la razón por la que varios pueblos pesqueros del norte de Europa y otras regiones frías del globo atribuyen amplios poderes preventivos y curativos al aceite de hígado de ti-burón.
por ejemplo, dicen que consumirlo con frecuencia proporciona protección y alivio ante infecciones generadas en vías respiratorias, como bronquitis, laringitis y faringitis, por ejemplo. No es para menos, ya que algunos estudios consideran que hay mil veces más alcaoxiglicerol en este producto que en la leche materna.

Escualeno
Desde hace siglos se sabe que el hígado de los escuálidos que viven en las profundidades del Océano Pacífico representa el 25% de su peso, y que de él se obtiene un aceite que ya en el siglo XVIII era empleado por los pescadores noruegos para ayudar en la curación de heridas y lesiones de la piel.

A principios del siglo XX se encontró que estos tiburones portan en su hígado peculiar sustancia, bautizada en su honor como escualeno, que les ayuda a contar con energía, crecer y reproducirse en un ambiente pobre en oxígeno.

El por qué de este hecho radica en que el escualeno es una sustancia que necesita tomar muchos átomos «prestados» del ambiente que le rodea para conservarse, de modo que al contacto con agua (formada por dos átomos de hidrógeno por uno de oxígeno) rompe la molécula del vital líquido, arrebata el hidrógeno y lo absorbe, dejando libres moléculas de oxígeno que el animal demanda para vivir. Esta propiedad comenzó a llamar la atención de distintos investigadores, quienes han encontrado a lo largo de los años que esta sustancia sirve para mantener el equilibrio de las grasas en la piel, absorbiendo o bloqueando aquellas que son perjudiciales o excesivas.

De este modo, el escualeno ha demostrado alta capacidad en fórmulas suavizantes que no dejan la piel grasosa, así como en aquellas destinadas a la restauración de los aceites naturales en la piel que es expuesta al Sol, viento, polvo y contaminación.

Asimismo, la característica necesidad de esta sustancia por encontrar átomos para estabilizarse le lleva a bloquear radicales libres, que son químicos que producen envejecimiento y cáncer en la piel. Asimismo, favorece la regeneración celular, cicatrización y eliminación de imperfecciones de la epidermis, como pequeñas manchas y granos, ya que menor cantidad de sustancias tóxicas permite que las células se regeneren y cumplan su ciclo vital de manera saludable.

De este modo, el añejo conocimiento de los pescadores nórdicos es utilizado ahora por la industria cosmética, ya que podemos encontrar en el mercado productos para la piel que contienen escualeno como ingrediente principal, en ocasiones combinado con otros antioxidantes, como las vitaminas A y E.

Vitamina E
Esta sustancia es otro antioxidante incluido en el aceite de hígado de tiburón, y su principal aportación al organismo humano consiste en prevenir daños a las membranas celulares, por lo que disminuye el proceso de envejecimiento generado por contaminación ambiental, humo del tabaco y pesticidas.

Además, ayuda a aliviar la fatiga, disuelve coágulos sanguíneos, protege a los pulmones de la contaminación, fortalece al sistema de defensas, acelera la curación de quemaduras y heridas, y permite que las funciones de hígado y tejido muscular se realicen adecuadamente.

Finalmente, estas sustancias y sus cualidades explican por qué el aceite de hígado de tiburón es muy utilizado en cosméticos, suplementos alimenticios y otros productos de la industria farmacéutica; empero, su obtención no justifica la explotación irracional de estos animales, los cuales, aunque marcados por estereotipos que nos hacen creer que son enemigos del ser humano, son vitales en la conservación de los ecosistemas marinos.