Síndrome de Asperger, niños ajenos a la sociedad

Los trastornos del espectro autista (algunas veces llamados trastornos generalizados del desarrollo) abarcan: trastorno autista o autismo clásico, síndrome de Asperger, trastorno generalizado del desarrollo no especificado (TGD-NE), síndrome de Rett y trastorno desintegrativo infantil, de acuerdo al Instituto de Salud Mental de Estados Unidos.
Son un grupo de problemas que afectan la habilidad del niño para comunicarse, jugar, adquirir destrezas y, sobre todo, para convivir en sociedad. Regularmente se hacen evidentes antes de que inicie su vida escolar, los padres descubren que conforme su hijo crece tiene actitudes anormales y un lenguaje limitado que incluye frases o conversaciones repetitivas.
La alteración más conocida de este tipo es el autismo (término que se deriva de la palabra griega autos, que significa «uno mismo»), en la que el pequeño vive ensimismado o ajeno a las personas que le rodean, además de que tiene gran dificultad para adaptarse a los cambios y realiza actividades o movimientos repetitivos y sin sentido, llamados «rituales». Su desarrollo se «detiene» alrededor de los 2 años porque no utiliza el lenguaje adecuadamente y muestra indiferencia por el entorno.
Diferencias de autismo y Asperger
El síndrome de Asperger es otro de los trastornos generalizados del desarrollo, menos frecuente y conocido, pero no por ello carente de importancia. Los niños que lo padecen se caracterizan por:
Tener cierta curiosidad por conocer lo que le rodea.
Aprender a comunicarse verbalmente, aunque con limitación del habla antes de los 3 años (puede ser «robótica» y con imperfecciones).
Mostrar desinterés por las relaciones sociales.
«El pequeño no se vincula con sus semejantes, incluyendo sus familiares, y ve a las personas como instrumentos. Además, carece de un adecuado lenguaje social, por ejemplo, no saluda, y si se le habla no sigue una la conversación convencional por mucho tiempo», según la Dra. Marta Georgina Ochoa Madrigal, experta en paidopsiquiatría (psiquiatra infantil) del Centro Médico Nacional 20 de Noviembre.
«Puedes preguntar cómo está y contestará, pero cuando lo interrogas se limita a hablar de lo que le interesa, que por lo general son temas extraños que memoriza, como directorios telefónicos y horarios de salida de camiones o trenes».
Mientras que un niño con autismo no mira a las personas a los ojos, el que tiene síndrome de Asperger «contacta visualmente a la gente, pero no la toma en cuenta.
Si ve llorar a alguien muy cercano a él, como su mamá, puede cuestionarse por lo que ocurre, pero no lo descifra exactamente».
Esto se debe a que «no son empáticos, es decir, no son capaces de ‘ponerse en los zapatos’ de su interlocutor, son egocéntricos y no sienten mucho de lo que pasa a su alrededor. Pueden lograr un tipo de comunicación, hasta tener algún ‘amigo’, pero no desarrollan relaciones de amistad».
El síndrome de Asperger es poco frecuente, se presentan de 1 a 15 casos por cada 10 mil nacimientos. Se encuentra con más frecuencia en varones, la proporción es de 1 niña por cada 9 niños, aunque algunas estadísticas hablan de 3 ó 4 hombres por cada pequeña, comentó la especialista adscrita a la Asociación Mexicana de Psiquiatría Infantil.
¿Cómo se comportan los niños con Asperger?
Además de problemas infantiles de comunicación y establecimiento de relaciones sociales, un chico con síndrome de Asperger se distingue por tener:
Movimientos estereotipados o alterados. «A veces mueve las manos en forma de círculo, se golpea o hace actividades repetitivas: abre la llave del lavabo, juega con el perro siempre a la misma hora o si llega al consultorio, y tira por la ventana un objeto, es probable que en cada visita tenga de nuevo esta conducta», profundiza la Dra. Marta Georgina Ochoa.
Son niños que siguen rutinas muy específicas y vulnerables a los cambios. Por ejemplo, si en algún momento sus padres cambian la colocación de los muebles de su cuarto, experimentan mucho estrés y lo manifiestan con llanto o un berrinche. Pueden aprender nuevas rutinas y dejar de hacer algunas anteriores, pero requieren de ayuda y paciencia para conseguirlo.
Son niños con hiperactividad que pasan de un estímulo a otro en poco tiempo y que se entretienen con juegos donde haya algo que les llame mucho la atención. Les atraen los mecanismos con que funcionan los juguetes, su sonido y sus movimientos, aunque hay que aclarar que no los ven como algo simbólico, tal como hacen el resto de los niños.
No comprenden las metáforas, «cuando ves a un niño que toma una varita en un parque y hace el sonido de un motor, sabes que simbólicamente está jugando con un avión; para un chico con Asperger la ramita no representa un aeroplano, así como los carros de juguetes no pueden ser un automóvil. Esto sucede porque no tienen la capacidad de abstracción que permite realizar un análisis, emitir juicios o entender una broma, y que es importante para la relación del ser humano. Esto es clave para entender lo que le pasa estos pequeños y por qué no establecen relaciones interpersonales».
A pesar de esto, cuando el niño recibe apoyo especializado puede tener un buen desempeño escolar, ya que el síndrome de Asperger no afecta su inteligencia.

«Les cuesta trabajo relacionarse con los demás porque son niños con comportamientos extraños o excéntricos (por ejemplo, dicen o repiten cosas que no es conveniente que mencionen) e, incluso, los maestros tienen dificultades para guiar su educación, pero su pronóstico es más favorable que en otros trastornos generalizados del desarrollo. Cuando crecen pueden trabajar, aunque es necesario que siempre sean supervisados y es muy difícil que se casen, tengan hijos y una vida igual a la de otras personas».

Detección del síndrome de Asperger
Las pautas de comportamiento inusual en niños desde temprana edad hacen que los padres busquen ayuda pronto. A estos chicos se les diagnostica a los 2 o 3 años de nacidos, y aunque al principio su condición puede confundirse con otros problemas, como retraso del desarrollo normal o hiperactividad, son fáciles de diagnosticar por su forma de comunicarse y relacionarse.

«Los padres pueden describir a hijos con síndrome de Asperger como niños que hablaron antes de caminar, con cierta torpeza y a los que les cuesta utilizar la bicicleta, pues a veces presentan alteraciones en sus movimientos y en su coordinación, pero ante todo destacan que no se relaciona con sus padres o hermanos, que se aíslan y se expresan de manera peculiar», enfatiza la especialista.

«Cuando los padres visitan a un especialista porque sospechan de un problema con su hijo, deben contestar algunas preguntas que permiten conocer detalles sobre el comportamiento del menor. Además, en el mismo consultorio se realiza la historia clínica del chico y se le explora físicamente para detectar alteraciones en sus movimientos, comunicación y establecimiento de relaciones, sin olvidar que a veces no miran al paidopsiquiatra o actúan como si no estuviera presente».

El niño con síndrome de Asperger puede presentar convulsiones y ciertas limitaciones intelectuales o físicas, pero en promedio es inteligente, puede estudiar y tiene buen funcionamiento social cuando se le ayuda.

¿Cómo ayudar a un niño con Asperger?
Hasta la fecha se desconoce cuál es la causa del síndrome de Asperger, aunque investigaciones sugieren que factores hereditarios, alteraciones neurobiológicas o consumo de alcohol durante la gestación podrían ser responsables, todavía no existen evidencias contundentes para sostener una afirmación definitiva.

Sin embargo, existen tratamientos del síndrome de Asperger bien establecidos que dependen de las características de cada niño, mismas que se determinan a través del diagnóstico correcto.

El tratamiento se encamina a lograr la integración social de niños con Asperger, pues los chicos pueden ser productivos (sobre todo en actividades repetitivas, como las manualidades) y alcanzar un buen grado de independencia. Para lograrlo se requieren estrategias específicas que les ayuden a aprender habilidades y cambiar sus rutinas cuando es necesario, aunque también es vital la orientación a los familiares para que sepan cómo actuar y colaborar.

Adicionalmente pueden utilizarse algunos medicamentos para tratar el Asperger bajo supervisión del paidopsiquiatra o el neurólogo infantil, sobre todo en casos de pequeños con comportamientos problemáticos, como cuando se golpean, lesionan o mantienen rituales demasiado rígidos que le impiden adaptarse a los cambios.

«Los niños con síndrome de Asperger pueden ser autosuficientes para bañarse, lavarse los dientes y, en general, para seguir medidas de aseo personal. También llegan a tener una vida prolongada y a trabajar, pero siempre necesitan de un tutor que les ayude, por ejemplo, a administrar su situación financiera», pues no aprenden a hacerse cargo de su dinero en forma responsable.

Es necesario emprender un tratamiento temprano del Asperger, ya que esto permitirá un seguimiento adecuado y la mejor integración del pequeño.

El tratamiento coordina terapias que abordan los tres síntomas esenciales del trastorno: malas habilidades de comunicación, rutinas obsesivas o repetitivas, y torpeza física. Este tipo de programa generalmente incluye:

Capacitación sobre habilidades sociales.
Terapia conductual cognitiva.
Medicamentos.
Terapia ocupacional o física para los niños con problemas de integración sensorial o mala coordinación motora.
Terapia especializada del habla/ lenguaje.
Capacitación y apoyo para padres.
«Al principio, cuando se conoce el diagnóstico, la familia vive situaciones tensas y pasa por un proceso de duelo, pero cuando aceptan la realidad ayudan a que el chico reciba ayuda y salga adelante», concluyó la Dra. Marta Georgina Ochoa.