¿Cómo curar un corazón roto?

Te ha sucedido o te ocurrirá. No importa si la naturaleza te dotó de gran belleza física, inteligencia o determinada posición social, lamentamos decirte que nadie se salva de sufrir un desamor, y cuando ello sucede, te sientes terrible, caes en un mar de llanto, piensas que la vida no vale nada y crees que el mundo se te viene encima.
En la etapa inicial, como la “depre” está en su máximo punto, quizá estés pensando que nunca podrás recuperarte y has decidido que jamás volverás a enamorarte. Tal vez para ti no sea ningún consuelo, pero no estás solo: a diario, muchas personas se unen al “club de los corazones rotos” a causa del “mal de amores”.
Para colmo, pareciera que todas las rolas de desamor hubieran sido escritas para ti. Incluso, hasta la horripilante canción Yo no nací para amar, de Juan Gabriel, puede convertirse en tu himno. Sin embargo, considera que la desilusión amorosa, con el paso del tiempo, se transformará en una vivencia más, de la cual créeme que aprenderás mucho.
¿Cuánto dura el dolor?
Depende de diversos factores, pero el primero y más importante es tu autoestima. Toma en cuenta que el camino de la recuperación te tomará más tiempo entre más bajo sea tu amor propio; en cambio, cuando es alto, la “depre” se supera más pronto. Desde luego, en todo caso el mejor antídoto es el tiempo. Quizá esto te suene trillado y sea algo que toda la gente te dice, pero pasa lo mismo con una herida que te haces, por ejemplo, en una mano. Su curación depende de la intensidad de la lesión y no se cierra en un abrir y cerrar de ojos; es necesario que pase cierto periodo para que se regeneren las células, y los tejidos y piel sanen. Lo mismo ocurre con las heridas del alma.
Y si crees que no te repondrás, ¡claro que lo lograrás! Siguiendo con el ejemplo de la herida en la mano, se restituye la piel y ya no sientes dolor; es probable que te quede una cicatriz, pero precisamente ésta fortalece la zona herida y te deja una experiencia de vida. De acuerdo con María Marín —puertorriqueña experta en técnicas de negociación, crecimiento personal y motivación—, la recuperación también depende de qué fue lo que te partió el corazón, cómo afrontaste la pérdida y con qué rapidez tiendes a recuperarte de las vivencias dolorosas. Ella considera que reparar un corazón roto puede costar pocos días, semanas o meses, y en casos patológicos (referente a enfermedad), hasta varios años. Otros factores que la experta considera que contribuyen al daño emocional tras una ruptura amorosa, son:
La relación llega a su fin sin que te hayas preparado.
Te enamoraste de alguien que no siente lo mismo por ti.
Descubriste a tu pareja “poniéndote el cuerno”.
Este tipo de experiencias se describen como sentimiento de profunda tristeza, amargura, vacío y rabia. Ante ello, muchos cometen el error de refugiarse en el alcohol o drogas, y hay quienes se autolesionan o intentan hacerle daño a los demás.
Al realizar lo anterior, erróneamente se piensa mitigar el dolor, pero esto sólo te procura alivio temporal. Quienes recurren a este tipo de métodos no están afrontando su dolor, sino que lo enmascaran; en consecuencia, el sufrimiento se prolonga y se suman otros problemas.
Recuperación
Sabemos que en estos momentos quisieras olvidarte de todo o que tu cerebro funcionara como el disco duro de una computadora, del cual pudieras borrar los archivos que te provocan dolor. Pero como esto no es posible, María Marín recomienda que para fortalecer tu autoestima y “remendar” tu corazón puedes poner en práctica estos consejos:
Bajo ninguna circunstancia trates de refugiarte en alcohol, drogas u otros vicios para adormecer el dolor, pues ello empeorará tu situación; a tu pena se sumará la “resaca” y te sentirás peor: Pisoteado y abandonado.
Los primeros días llora todo lo que quieras, enciérrate en tu cuarto a patalear, agarra a almohadazos a tus peluches y, si es necesario, grita, desahoga todo el dolor que llevas dentro. Cuando termines, sentirás gran alivio.
Comparte el dolor con tu mejor amigo o alguien de confianza, pues al sentir empatía o afinidad contigo te ayudará a reconfortarte.
Redacta una carta para tu “ex”, pero por ningún motivo se la envíes. Expresa en ella tu decepción, resentimiento y coraje. Mientras la escribes puedes enojarte, declara tu decisión de perdonar y luego quémala. Con esto, ante tus ojos verás cerrarse este capítulo de tu vida.
Aunque no quieras salir de casa, trata de distraerte. Ve a tomar café con un amigo, lee un libro en el parque, visita algún museo o recréate caminando por la plaza comercial. Pero no te encierres.
En vez de andar con apariencia desaliñada por tu tristeza, arréglate. Hay algo mágico cuando lo haces, ya que te sentirás mucho mejor.
A su vez, los expertos en Psicología recomiendan que durante la fase de duelo que estás viviendo por la pérdida del ser amado procures lo siguiente:
Comparte tu sentir. Sí, sabemos que habrá personas que no te entiendan del todo e intenten animarte con frases típicas como “lo superarás” o “ya conocerás a otra persona”. No lo tomes a mal, pues quizá es la única forma que conocen para ayudar, aunque seguramente otras te entenderán mejor. Lo importante es exteriorizarlo y que “no te lo tragues”, pues está comprobado que cada vez que lo platicas te vas liberando poco a poco, hasta llegar el momento en que lo cuentas sin sentir el asfixiante nudo en la garganta ni brotar lágrima alguna.
Cuídate. Tener roto el corazón puede ser muy estresante, de modo que no permitas que interfiera con tu ritmo de vida. Duerme ocho horas diarias, sigue alimentación balanceada, practica deporte e inscríbete a alguna actividad recreativa, como pintura, artes plásticas, ajedrez… en fin, la que se te ocurra y, sobre todo, que te guste.

Piensa en lo bueno que tienes. Antes que nada, ten en mente que aunque tengas el corazón roto, eres una persona completa, lo cual es muy valioso. Reflexiona y haz una lista de todas tus cualidades intelectuales, espirituales, físicas y sociales; te sorprenderá leerla después, ya que te darás cuenta de que tienes mucho más de lo que imaginabas.

Dale una patada al ocio. Quedarte sin hacer nada puede parecer el mejor amigo ante estas circunstancias, pero ten cuidado, porque el ocio no es buena compañía. En esos momentos en que ya terminaste tus actividades y no ha salido un plan con tus cuates, aprovecha el tiempo. Puedes escombrar tu cuarto o redecorarlo, hacer labor de jardinería, ayudarle a tu mamá a limpiar las alacenas o revisar si los medicamentos del botiquín no están caducados; siempre hay pendientes en casa y puedes echar una mano. Claro, esto no significa que no debes pensar en lo ocurrido —reflexionar sobre lo que nos ha sucedido forma parte del proceso de curación—, sino que también debes centrar tu atención en otras cosas.

Recuerda que de amor nadie se muere. Lo mejor es que te comprometas a sanar tu corazón y retomes el control de tu vida y sentimientos. En caso de que la tristeza sea muy profunda y se prolongue largo tiempo (incluso meses), no dudes en buscar la ayuda de un psicólogo o psicoterapeuta.