Conoce todo sobre los Vigorizantes sexuales

Sin embargo, los vigorizantes sexuales carecen de bases científicas, por ello, generalmente su compra resulta un fraude para el consumidor, pues no obtiene los beneficios en su intimidad por los que ha desembolsado cierta cantidad de dinero.
Además del gasto innecesario, recurrir a vigorizantes sexuales retrasa la atención de la disfunción eréctil, la cual sigue su curso y se complica, al grado de que el individuo consulta al médico cuando su abordaje resulta más difícil y costoso. Asimismo, ante la falta de control, no se puede saber si los efectos de estos «productos milagro» resultarán contraproducentes, por ejemplo, que alguien sea alérgico a determinada formulación y presente reacciones adversas, o bien, que contenga compuestos tóxicos (venenosos). Otra grave consecuencia es que, ante los falsos beneficios de esta clase de mercancía, el usuario tome la errónea decisión de suspender el tratamiento prescrito por el médico, el cual está respaldado por investigación científica confiable.
Desgraciadamente, en México se vende gran cantidad de fórmulas que prometen potenciar la sexualidad masculina cuando realmente no cumplen con los estándares básicos de seguridad. Ante esto, el consumidor puede:
Utilizar su criterio y sentido común para desconfiar de productos que prometen maravillas frente a enfermedades como la DE, pues seguramente no cumplirán con la función terapéutica sobre la disfunción sexual que anuncian.
Tomar en cuenta que no son medicamentos.
No recurrir a alguna fórmula supuestamente benéfica para la salud sin consultar a su médico.
Desconfiar del “efecto placebo”, el cual consiste en tomar sustancias inactivas y creer que tienen virtudes terapéuticas, de manera que el usuario siente cierta mejoría, cuando en realidad no es así.
La población masculina debe ser muy cuidadosa al elegir el producto que le ayude a cuidar de su sexualidad, considerando el principio activo, laboratorio que lo fabrica y, particularmente, la indicación del médico. Inmediatamente después, el varón entra en un periodo refractario para recobrarse, durante el cual es físicamente imposible tener otro orgasmo o eyacular de nuevo. La duración de esta fase de recuperación cambia mucho en cada individuo.
Además, conforme el hombre suma años, el periodo refractario se va alargando. Finalmente, viene la resolución, que es el retorno a la etapa normal de no estimulación, fase en la que desaparecen las alteraciones producidas durante la excitación, meseta y orgasmo, de manera que el varón pierde poco a poco la erección hasta que el pene alcanza el tamaño habitual que tiene en estado de reposo.
La resolución varía de un varón a otro, y depende de múltiples factores (hábitos alimenticios, edad, actividad física, grado de estrés), sin embargo, el tiempo que dura esta etapa puede afectar la vida sexual, ya que esperar a que se presente otra erección puede resultar frustrante para los integrantes de la relación porque ambos desean más encuentros.
Incluso, en algunos hombres, la imposibilidad de una nueva erección luego de que transcurre cierto lapso puede provocar mucha ansiedad e inseguridad en su capacidad sexual.
Afortunadamente, es posible tener relaciones sexuales con mayor regularidad gracias al uso de algunas medicinas, las cuales ayudan no sólo a muchas personas que padecen disfunción eréctil a recuperar su vida sexual, sino también a jóvenes, quienes las usan con fines lúdicos como «potenciadores sexuales», ya que disminuyen el periodo refractario posteyaculatorio, es decir, que debido a que el pene tiene mayor concentración de sangre hay recuperación más rápida entre cada eyaculación, lo cual significa que acortan el periodo de resolución, a fin de que el varón pueda estar listo en menor tiempo para lograr una erección que le permita tener una nueva relación sexual.