Si mi hijo es homosexual, ¿qué puedo hacer en este caso?

Tener un hijo homosexual en una sociedad como la mexicana, o cualquier otra latina, puede asumirse como una desgracia, un error de la naturaleza o el “castigo divino” por haber cometido una falla grave en algún momento de la vida. “Al padre se le viene el mundo encima cuando recibe la noticia —establece en entrevista para saludymedicinas.com.mx la Dra. Patricia Becerra García, presidenta del Colegio de Sexología y Educación Sexual—, ya que nuestra sociedad machista sigue reprimiendo a cualquier persona que deje entrever algún rasgo que difiera de la heterosexualidad”. Es un hecho que los progenitores experimentan frustración, tristeza, decepción, pero sobre todo tienen un sentimiento de culpabilidad que les remite a buscar las faltas en las que pudieron incurrir durante la educación del vástago y que ahora lo lleven a ser homosexual; ese es el primer error.
“En nuestro días los chicos están muy bien preparados —agrega la terapeuta sexual radicada en Guadalajara, México—; leen toda la información que llega a sus manos, pero no deja de ser un proceso angustiante para ellos, ya que saben que al declararse abiertamente homosexuales pueden ser objeto de burla y rechazo, incluso dentro del mismo seno familiar. Sin embargo, su preparación le hace enfrentar a sus padres con toda seguridad, sabiendo que no son un error de la naturaleza y que están satisfechos con su preferencia sexual”. La preferencia sexual por las personas del mismo sexo es tan añeja como la humanidad misma, pero sería hasta el siglo XX cuando la ciencia buscó explicaciones a fondo de sus causas, tal como se describe en el libro Why is my child gay? (¿Por qué mi hijo es gay?), editado por la Federación estadounidense de padres de homosexuales y lesbianas. De acuerdo con esta fuente, el biólogo estadounidense Alfred Kinsey estimó en la década de los 40 que aproximadamente 10% de la población mundial era homosexual, aunque esta cifra resulta exagerada para los estudiosos de en nuestros días, quienes refieren que el número no rebasa al 8%. El mencionado investigador desarrolló una escala que lleva su nombre y que muestra que las personas no son estrictamente homosexuales o heterosexuales, sino que fluctúan entre ambos. En otras palabras, hay muchos hombres y mujeres cuya orientación sexual indica diferentes grados de bisexualidad (atracción hacia miembros de ambos sexos). A fines de los años 50, la Dra. Evelyn Hooker, de la Universidad de California en Los Ángeles (Estados Unidos), dirigió una investigación para examinar el comportamiento psíquico de los homosexuales, la cual demostró que no hay ninguna diferencia en la estabilidad emocional y la salud mental entre éstos y los heterosexuales. Durante esa época, explica el mismo libro, la psiquiatría cobijaba a los homosexuales y les brindaba tratamiento para problemas mentales o emocionales, y sería hasta el comienzo de los años 70 que los especialistas hablaron de teorías respecto al origen de esta orientación, en las cuales referían que podía deberse a problemas psicológicos desarrollados por una deficiente crianza caracterizada por una madre dominante, un padre alejado, o ambos. Aunque parezca descabellado, las Asociaciones Psiquiátrica y Psicológica de Estados Unidos dejaron de considerar a la homosexualidad como una enfermedad en sus manuales de diagnóstico hasta 1972 y 1973, respectivamente, en tanto que el término “preferencia sexual” fue introducido en los años 70 para corregir el concepto anterior que definía a la atracción por personas del mismo sexo como una enfermedad o una desviación.
A partir de 1982, conforme los científicos fueron descubriendo nuevas pruebas que sugerían que la homosexualidad o la heterosexualidad no es algo que se escoge, surgió el término “orientación sexual”, que ha sido bien aceptado en la actualidad, finaliza el mismo texto. Por otra parte, el instituto estadounidense de Salud Mental dio a conocer, en 1981, una extensa investigación acerca de los factores que determinan la orientación de un individuo, la cual partió de una encuesta que tenía como base las preguntas más frecuentes entre padres y amigos de homosexuales, y que fueron respondidas por 11 destacados investigadores en desarrollo humano y conducta sexual; los resultados fueron presentados en el libro Preferencia Sexual: Su Desarrollo en Hombres y Mujeres , del cual sobresalen las siguientes conclusiones: Ambas preferencias resultan, probablemente, de la interacción de varios factores, entre ellos genéticos, hormonales y ambientales. Las influencias psicológicas y sociales por sí solas no pueden ser causas únicas de la homosexualidad. En todos los niños y niñas existe, desde el nacimiento, una predisposición biológica (genética, hormonal o neurológica) a la homosexualidad, bisexualidad o heterosexualidad. La orientación sexual de un individuo no puede ser modificada permanentemente.
El mismo organismo de salud norteamericano resume que ser lesbiana o gay es parte de la personalidad total del individuo, como ser zurdo, atleta, artista, científico, político, abogado, médico o matemático. Dicha singularidad es moldeada desde la concepción por factores genéticos, prenatales, psicológicos y culturales. “A través de sus características únicas, los homosexuales añaden una diversidad especial al rico tejido de la vida humana”, describe este instituto.

¿Quién me ayuda?
La Dra. Becerra García señala a saludymedicinas.com.mx que el sentimiento de culpabilidad de los padres les lleva a buscar ayuda profesional, tanto para su hijo como para sí mismos. “En 90% de los casos llevan al chico al psicólogo para que ‘lo corrijan’ o ‘lo curen’, como si estuviera enfermo, cuando lo que hay que hacer es dar orientación a los progenitores y hacerles ver que la homosexualidad no es un padecimiento”.

Como simple dato informativo, la entrevistada refiere que desde fines del siglo XIX y las primeras décadas del XX se sometía a los homosexuales a electroshocks (descargas eléctricas al cerebro para inducir convulsiones que ayuden a mejorar la comunicación eléctrica-química entre las neuronas), pensando en que se trataba de un problema del sistema nervioso que podía corregirse con este método. “Por fortuna la técnica no se emplea más, pero en nuestros días existen grupos reaccionarios que prometen cambios en la personalidad del hijo, y lo que provocan es una mayor confusión y que se compliquen más las cosas”, acota la sexóloga clínica reconocida internacionalmente.

Como puede suponerse, el padre es más renuente a la asesoría profesional y, por lo regular, es la madre quien da el primer paso en este sentido; incluso, en alto porcentaje de casos es ella quien busca al profesional y acude a conversaciones antes de que el marido la acompañe e inicien una terapia conjunta. “Una vez que ambos se han mostrado abiertos a aceptar información que les ayude a superar el conflicto en el que se encuentran, el padre tiene una mejor disposición que la madre, es decir, ella se muestra más intolerante con el hijo y le cuesta más trabajo aceptar que no tiene culpa alguna en lo que sucede, a diferencia del papá, que lo entiende aunque no lo consienta”, puntualiza la Dra. Patricia Becerra.

Belinda Amaya, madre de un joven homosexual de 16 años, ha aprendido a superar el conflicto y señala que éste radicó en la culpa que sintió como responsable de la educación de su hijo, como jefa de familia. “Busqué ayuda con psicólogos y ellos me dejaron claro que yo no intervengo en su preferencia sexual, que no he fallado como mamá, ni él como hijo.

“En ocasiones uno busca la palabra de quien ya ha vivido algo así para que se despejen las dudas, un consuelo que lo aliente para que la integración familiar no se derrumbe. Por ello, igualmente importante para mí ha sido formar parte de un grupo de padres que comparten conflictos similares”, comenta Belinda en entrevista.

“Claro que no es fácil asimilar que mi hijo tiene un novio y no una novia —agrega—; las expectativas que tengo hacia él han cambiado, no se han perdido, ya que si siempre quise que fuera arquitecto o médico no dejará de alcanzar esa meta por su condición de homosexual; tengo claro que no tendré una nuera, y tal vez tampoco nietos, pero siempre estaré cerca de mi hijo y no dejaré de quererlo. Soy la feliz madre de un ser humano que tiene los valores morales que yo le he inculcado”.

El grupo Padres y Madres por la Diversidad Sexual, al que pertenece la Sra. Amaya, tiene cuatro años de fundado y reúne en la ciudad de México a más de 60 progenitores que intercambian información y comparten experiencias, con el único fin de estar cerca de sus hijos.

No un conflicto
El cúmulo de información que llega en nuestros días a las nuevas generaciones les ha permitido abrir un horizonte diferente y entender mejor el concepto de tolerancia, como nunca sucedió antes en México.

“Para los jóvenes, hombres y mujeres, la homosexualidad no es un problema de identidad como muchos suponen —precisa la Dra. Becerra García—; ahora tienen claro que si eres mujer y te gustan las chavas, no perderás esa condición, e igual para en el otro sexo.

“Tenemos que reeducar a nuestra sociedad, superar ese paradigma católico en el que la sexualidad sólo se justifica a partir de la reproducción humana, y que ha llegado a estigmatizar hasta a la masturbación”, finaliza la psicoterapeuta.

Es posible que los padres no sepan qué hacer ante una situación como la que hemos descrito, o incluso pueden sentir que el mundo se reduce y que no habrá salida ante tal angustia. Lo que hemos intentado en este texto es abrir el abanico de posibilidades de ayuda y dejar claro que el momento en que se asume y expresa una preferencia homosexual puede ser el más importante en la vida de un hijo, al cual no se debe dar la espalda.