La tercera fue la vencida: Industria 4.0

Ahora sí se cumplió la conseja popular que sentencia que «la tercera es la vencida». En efecto, la tercera revolución industrial fue finalmente vencida por la cuarta. Fenómeno económico que estamos viviendo, la cuarta revolución industrial ha sido el tema dominante en la reunión anual de Davos, mejor conocida como el Club de los Ricos. Y no es para menos, pues este fenómeno parece ser que transformará los modos de producción y transformación industrial profunda e irreversiblemente.
Cada vez leeremos más este concepto de Industria 4.0, que no es otra cosa que la cuarta revolución industrial, caracterizada por fenómenos como la digitalización de los sistemas de producción, que está cambiando a las empresas, con consecuencias importantes para las personas, sus familias y las naciones a las que pertenecen.
Aquella tercera revolución, aparentemente invencible, que a finales del siglo XX se distinguió por profundos cambios a la tecnología utilizada por la  industria, y que sucedió a otra (la segunda revolución industrial) caracterizada por la división del trabajo y la producción en cadena, ha sido finalmente desplazada por máquinas que, comunicándose entre sí, dan lugar a verdaderas fábricas inteligentes, compuestas por las llamadas «learning machines» que pueden aprender procesos y repetirlos las veces que se les indique. Robots que basta que conozcan la forma de hacer algo para que lo memoricen y sean capaces de replicarlo.
Una nueva forma de trabajar en esta vida post moderna que nos ha tocado, determinada por aquel fenómeno que tratamos en esta columna hace ya varios meses, conocido como «la internet de las cosas» que ha permitido crecientemente interconectar ya no sólo a las personas, sino a miles de millones de objetos, formando redes que reciben información de enormes bases de datos y permiten tomar decisiones para adaptar las fabricas a los intereses particulares de ciertos consumidores, desterrando casi totalmente al error humano.
Todo esto que suena tan bien de entrada parece que pudiera tener consecuencias «incontrolables», como lo advirtieron los dirigentes del Foro Económico Mundial, al comparecer ante la prensa, hace unas semanas, previamente al afamado encuentro de cada año en aquella pequeña ciudad suiza. Específicamente, el fundador de esta tradicional reunión de análisis sobre la realidad económica del mundo, Klaus Schwab, se refirió a su preocupación por el hecho de que «ni los gobiernos ni la sociedad podrán paliar los grandes desarreglos que ocasionará esta especie de maremoto que tendrá importantes consecuencias económicas, políticas y sociales en todo el mundo». En la misma reunión de prensa, Schwab mostró y habló de su libro titulado La Cuarta Revolución Industrial, en el que abunda acerca de las razones que lo llevan a pintar un sombrío panorama para nuestro planeta, como resultado de esta nueva revolución.
La reunión tuvo como uno de sus propósitos centrales discutir sobre los efectos que el surgimiento de estos nuevos modelos empresariales de negocios -como los que caracterizan a la llamada economía compartida- que plantean una forma diametralmente diferente de realizar comercio de bienes y servicios o de fabricar productos manufacturados. Efectos que, como resultado del desarrollo de la nanotecnología, la robótica, la inteligencia artificial o la impresión 3D, implicarán, según se explica en los documentos analizados, la desaparición de aproximadamente 7 millones de empleos en las 17 economías más importantes del mundo. Ciertamente, se admite que esto podrá compensarse parcialmente con la creación de otro tipo de empleos, en las áreas de la computación, la mecatrónica, las ingenierías en general, la robótica, las matemáticas o la arquitectura.
Muchos de estos trabajadores, según lo reseña el diario ABC en un interesado artículo sobre los «trabajadores nómadas» publicado en la sección de Economía, serán de los llamados «knowmads», término que acuñara John Moravek, fundador de la plataforma digital Educational Futures especialistas en conocimiento e innovación. Explica dicho artículo: «Fruto de la combinación de dos palabras inglesas -’know’ (conocer, saber) y ‘nomad’ (nómada)-, el neologismo define a un sujeto «capaz de ser un nómada del conocimiento». Se refiere a un trabajador innovador, imaginativo, creativo, abierto a la colaboración con casi cualquier persona, momento o lugar. Es el uso que hace de su conocimiento personal lo que le proporciona una clara ventaja competitiva con respecto a otros trabajadores. Incluidas las máquinas, porque en el horizonte está también el dato de que en 20 años el 47% de los empleos actuales serán sustituidos por máquinas, software y robots».
Sobre la preocupante necesidad de incrementar ese talento digital -en el marco de esta «cuarta revolución industrial», impulsada por internet-, se ha hablado estos días en el Foro Económico de Davos, coincidiendo con la presentación de un informe mundial -»The Future of Jobs»- que analiza los empleos, competencias y estrategias laborales que serán más demandados en los próximos cinco años.
Impredecibles consecuencias económicas de las que no escapará nuestro país, como lo reconoció Enrique Peña Nieto en un artículo publicado en el marco de dicha reunión, al advertir que no estamos suficientemente preparados. Toca a su gobierno liderar el proceso para superar nuestras deficiencias.