Contra la neumonía: Cuatro medidas protegen a los niños

En tus manos está reducir el riesgo de que tu hijo contraiga esta infección. Tomas en cuenta las siguientes medidas:
1. Vacúnalo. Es vital que reciba la vacuna contra neumococo (también llamada vacuna conjugada), la cual está diseñada para proteger de la enfermedad de acuerdo a los distintos tipos (sero-tipos) más comunes que existen. Igualmente, se recomienda suministrarle vacunas contra afecciones relacionadas (influenza y gripe). En cualquier caso, el pediatra puede ofrecerte información para que decidas el tipo de inmunización que el pequeño debe recibir.
2. Aliméntalo saludable-mente. Una nutrición adecuada es clave para mejorar las defensas naturales del niño, comenzando con la alimentación exclusiva con leche materna durante los seis primeros meses de vida. Además de prevenirla eficazmente, reduce la duración de la enfermedad. Después de la lactancia, su dieta deberá ser tan variada y equilibrada como sea posible para evitar alguna infección en las vías respiratorias que favorezca el desarrollo de neumonía.
3. Enséñale hábitos de higiene. Todos los adultos que convivan con el infante deben lavarse las manos con jabón tras haber estado en contacto con fluidos (secreciones nasales), heces, alimentos o agua contaminados para evitar la transmisión de microor-ganismos peligrosos. Además, con esta costumbre le inculcan hábitos que salvan su vida.
4. Protégelo de la contaminación. No permitas que tu hijo permanezca en sitios donde el aire pueda estar contaminado, por ejemplo, lugares hacinados (cines, centros comerciales, transporte público, etc.). Además, mantenlo alejado de personas que fuman o pacientes con alguna infección en las vías respiratorias superiores.
Neumonía: Causas y señales de alarma Cuando algún microorganismo patógeno se aloja en la nariz, boca, senos nasales e, incluso, en el medio ambiente puede diseminarse a otros órganos afectando a la salud. Tal es el caso de la neumonía, inflamación de los tejidos de los pulmones ocasionada por bacterias (neumococos o estreptocos), virus (como el de gripe o influenza), hongos y parásitos. A menudo, la enfermedad comienza luego de una infección en las vías respiratorias superiores (nariz y garganta), y los síntomas se manifiestan 2 ó 3 días después de un cuadro de gripe o dolor de garganta. En ocasiones parece simple resfriado, o bien, se desarrolla como una complicación de este último; además, casi todos los casos se acompañan de fiebre y tos (seca o con expectoración). Si la inflamación se disemina a la superficie de los pulmones (pleura), el paciente experimenta dolor agudo que se agrava al respirar (pleuresía).

Por ello, atiende cualquier malestar en el bebé antes de que el problema se complique y acude al médico, especialmente si presenta:

Fiebre (38°C o superior).
Dificultad para respirar.
Muestra coloración azulada o grisácea en las uñas de las manos o los labios.
Dolor abdominal o vómito (común cuando la afección se presenta en la parte inferior de los pulmones, cerca del abdomen).
Irritación ocular (la infección causada por clamidia puede provocar conjuntivitis).
Cada año millones de infantes mueren debido a esta infección; en el Día Mundial contra la Neumonía (12 de noviembre), ¡cuida la salud de tus pequeños!