Angelique Kerber: «tengo que cuidar el récord de Steffi». Patética burla de Williams a Masha y Aga.

La tenista alemana Angelique Kerber, situada en la sexta posición del ranking de las mejores raquetas del circuito profesional de la WTA, accede a la final del primer Grand Slam de la temporada, el Abierto de Australia, tras imponerse en semifinales a la inglesa Johanna Konta, (47) por seguidos de 75 y 62 en 82 minutos de juego. Ahora su próxima y última rival será la máxima favorita, la estadounidense líder de la WTA, Serena Williams, quien regresó al kínder a las últimas bellas del circuito, Sharapova y Radwanska, destruyendo en definitiva el top 10 y los mitos que lo acompañaban.
Una vez más, Serena Williams está en la puerta del título número 22 de Grand Slam, el que lo llevaría definitivamente a lo más alto de la Era Abierta junto a Steffi Graf. En el US Open se quedó a dos victorias. Ahora está a un solo paso. Pero es otra alemana, la sucesora de Steffi, la que se interpone en el camino: Angelique Kerber. Durante el match de semis, el primer parcial fue algo más parejo de lo que se esperaba Angelique, que tuvo que emplearse a fondo para llevárselo finalmente ante Konta por 75. Estaba claro que la inglesa, de origen australiano no le iba a poner las cosas fáciles, ya que si había llegado hasta las semifinales significaba que tenía un gran nivel. Por su parte, Kerber hundió el acelerador para hacer su paso a la final más rápido y acabó imponiéndose en el segundo y definitivo por 62, tras una hora y 22 minutos disputados en cancha.
Con los reflectores del planeta tenis encima, Kerber, quien ya había estado en semifinales de un Grand Slam más de cuatro años atrás, en el US Open 2011, expuso descarnadamente su postura: «Después de eso todos decían ‘OK, tuvo un torneo bueno. Vamos a ver cómo le va en los próximos años’. Y creo haber demostrado que tengo con qué respaldarlo. Llevo cuatro temporadas en el Top 10, le he ganado a las mejores jugadores y hoy me siento yo también una de ellas. Además, ante Serena no tengo nada que perder, pero sé que tengo que jugar mi mejor tenis si quiero tener una oportunidad. Lo que siento es que esta final me llega en un buen momento y me siento lista para intentarlo».
Pero el fin último de la reina alemana es moral, histórico y hasta nacionalista, aunque quizá sueño imposible: «Tengo que cuidar el récord de Steffi. Alemanas unidas», bromeó la 6 del mundo ante la situación. Y contó cómo es su relación con Graf: «No es que estemos en contacto todo el tiempo, pero intercambiamos mensajes cada tanto y a veces cuando estoy en Indian Wells o Miami nos vemos unos días. El año pasado compartí con ella una semana de entrenamiento, peloteando juntas incluso -recordó-. Estar en cancha con ella fue increíble. Todavía está en forma, pega fuerte y se mueve como si no pasara el tiempo. Además hablamos muchísimo. Ella me decía que me veía bien y que debía confiar en mí».
La actual maestra del tenis mundial, Aginiezska Radwanska (4) a la que hace un año todo el mundo daba por acabada, tras de un espectacular avance en Melbourne se mantuvo de pie impasible mientras la Williams se divertía por segunda vez en el Abierto Australiano. Hacía dos dias de consumado el augurio estadístico y psicológico claramente anunciado y María Sharapova perdía toda mistificación de una falsa rivalidad de once años. La rusa, embriagada de belleza, reconocimiento y carretadas de millones, mantuvo su tenis como paradigma de una de dos versiones: el tenis de Serena y el de todas las demás. Tras un patético match que la regresó al sufrido inicio de su carrera, en la derrota número 18 al hilo ante la afro, quedó desactivado el mito de una rivalidad llevada a proporciones cataclismicas sin sentido. Masha nunca le llegó ni al tobillo a su supuesta némesis, pero entre el sonreír de su fortuna económica y mediática, amén de su hegemonía sobre el top 10 durante tanto tiempo y los ridículos photoshops de la Williams, hicieron confiar al planeta tenis en una auténtica rivalidad como aquella leyenda de Chris Evert y Martina Navratilova, quienes realmente vivieron una alternancia en la cima. Al final, con un vergonzoso 64 y 61, sin el mínimo recato las cámaras siguieron a la corderita sacrificada mientras subía a vestidores estallada en llanto.
Con siete top caídas, la confianza que le confirió volver a Radwanska a la élite tras de caer hasta el sitio 14 en primera de Roland Garros, pero luego hacer semis en Wimbledon, provocó un milagroso levantón en el tenis de la polaca que supo moldear sus opciones de entrar en el selecto grupo de las mejores del mundo con título en Tokio y buenos resultados en Pekín y Tianjin, hasta que, de última hora, estaba en las WTA Tour Finals. Las dotes de prestidigitador que ostenta Aga se manifestaron en noviembre y fue coronada en Singapur como Maestra de Maestras.
Ya vanagloriada por los cronistas como la jugadora «más inteligente de WTA», para Agnieszka el match comenzó con una Serena Williams jugando agresiva con un drive muy poderoso desde el fondo que inquietaba a la reina polaca que realmente no se encontraba en el partido. Aga no podía devolver los misiles que lanzaba Serena como saques, y unido a los numerosos errores que cometía iba a provocar que Williams le rompiese el saque hasta en tres ocasiones y la blanqueara en primer set en tan sólo 20 minutos de partido. En el segundo, con 3-1 a favor de la estadounidense, llegó el coraje y la raza de Agnieszka que le rompió el saque a Serena y conseguía la equidad en el marcador. Parecía que despertaba el buen tenis de la polaca. Pero en el octavo juego y con 4-4 en el marcador, volvió a aparecer la genialidad de Serena que consiguió romperle el servicio de nuevo y con su saque cerrar el partido en poco más de una hora.
La reina blanca deshechada, encerrada tres dias rumiando su dolor; la reina roja, la maestra pasmada, sólo prevalece como quien prefirió la inmovilidad que el desgaste inútil ante la monstruosidad de un deporte que va perdiendo a la belleza y el ingenio en aras de la brutalidad y colmillo de un feo fenómeno. O como comentó un botón plateado de ITF: «Serena es todo lo mala, fea, vulgar y kitsch que se quiera, pero a ver: gánenle».