¿Puede querer un niño más a mamá o a papá?

Es posible que algunos padres se hayan preguntado alguna vez si sus hijos quieren más a sus padres que a sus madres, pero es una pregunta que nunca se les debe formular a ellos para saber la respuesta.
Los niños no tienen que sentir nunca la disyuntiva de pensar la respuesta de si quieren más a un padre o a una madre, porque no importan las circunstancias que estén pasando, ellos siempre querrán a ambos. Hay padres que piensan que puede que ellos mismos sean el favorito de sus hijos o quizá sus parejas. Puede haber preferencias pero a la hora de querer a uno o a otro, las preferencias suelen difuminarse y existe amor para ambas (de una forma u otra). Igual que los niños deben sentirse amados por ambos de sus padres, ellos también deben amarles para poder sentir un buen equilibrio emocional.
Pero aunque un niño quiera igual a su padre o a su madre, puede haber preferencias por uno o por otro y esto es totalmente normal. Igual que a veces los padres pueden tener a un hijo favorito aunque quieran a todos los hijos por igual, a los niños les sucede algo parecido con sus progenitores.
Todas las personas pueden tener preferencias por aquellos con los que tienen más facilidad de comunicación, que son más simpáticos y que en definitiva se sienten mejor estando al lado de esa persona. Que un niño tenga preferencias por un padre no significa que quiera menos al otro, simplemente significa que con un padre determinado puede suplir unas necesidades emocionales que van más allá de las palabras y que con el otro progenitor no lo consigue de la misma manera.
Las preferencias de los niños por uno de sus padres pueden cambiar Pero la realidad es que las preferencias por el padre favorito pueden cambiar con el tiempo y dependerá de la situación y de la relación que se tenga con los hijos. Este tipo de favoritismo que pueden tener los niños con sus padres es salgo inofensivo y el otro padre no se debe sentir mal por la preferencia, y ni mucho menos usar este tipo de situación para manipulaciones emocionales. Lo que resulta importante es que los padres entiendan que no hay ningún padre que sea favorecido o el finalista, el amor de un hijo no es una competición. Sólo es necesario trabajar las emociones en casa para conseguir que el niño pueda sentirse tranquilo y amado por ambos progenitores por igual y que no deben existir comportamientos tóxicos o inadecuados para ‘ganarse’ más amor del niño. ¿Qué es lo primero que hace una madre cuando ve por primera vez a su hijo? Abrazarle. ¿Qué es lo primero que hace el bebé? Sentir la piel de su madre. Escuchar sus latidos. Esa escena supone el comienzo de una relación que les unirá para siempre. No importa las veces que la madre se cambie el color del pelo, ni la ropa que se ponga. No importa si cambia la voz o el perfume que utiliza. Su hijo será capaz de reconocerla de todas formas. Siete madres, vestidas de forma similar. Siete niños que tienen que señalar a su madre. No será fácil. En este experimento, los niños se acercan a ellas con los ojos tapados. Los pequeños no dudan ni un segundo. Lo tienen muy claro: les basta acercarse a su madre para reconocerla. La explicación es esta: conexión. Una conexión que no entiende de sentidos. No es el olor, ni la voz. Ni siquiera el tacto. Es algo más. Un chispazo, una sensación. Algo inmaterial que escapa al raciocinio.
Pero… ¿significa esto que un padre no puede tener también un vínculo con su hijo? El vínculo que une a madres e hijos se construye día a día. Se construye a base de abrazos, besos, frases positivas. Se construye a base de tiempo dedicado. Y de amor, claro. Por eso, una madre que adopta también puede construir un vínculo afectivo con su hijo. Y también un padre puede tener un poderoso vínculo con su hijo. Y por qué no, un abuelo.
Lo que realmente crea el vínculo es, sin duda, la conexión. Esa capacidad de comunicarte con tu hijo sin palabras. De saber lo que siente. Por eso: dedica tiempo a tu hijo. Fortalece el vínculo cada día. Abrázale, mírale a los ojos. Deja que hable contigo. Regálale una caricia. Y nunca olvides darle un beso. Este es un tema que como poco es bastante peliagudo porque ningún padre admitirá (al menos delante de sus hijos) que tienen un hijo favorito. O al menos no deberían hacerlo. Dicen que los hijos favoritos no existen pero en algunas ocasiones hay padres que sí dicen abiertamente que tienen un hijo favorito, algo que sin duda, puede ser igual de perjudicial para todos los hijos, tanto para los favoritos como para los ‘no favoritos’.
No es algo que deba decirse pero ocurre, aunque también es cierto que a todos los hijos se quieren muchísimo. Cuando tienes un hijo único piensas que cuando nazca el hermano, ¿cómo es posible que se pueda querer tanto a un hijo como se quiere al primero? Pues sí, se puede.