Los motivos de Arely

Las mentiras son necesarias, cuando la verdad es imposible de creerse le diría Pablo Escobar Gaviria al brazo derecho del Presidente de Colombia, César Gaviria, al “entregarse” a la justicia. El ministro en cuestión, opositor a lo que estaba sucediendo en aras de una negociación, le había espetado al capo que todo esto era una farsa. Después de aterrorizar a Colombia, Escobar había logrado un acuerdo con el Gobierno que le permitiría vivir a sus anchas en una prisión hecha a la medida de sus necesidades, a la que los militares y las fuerzas especiales no podrían ni acercarse. Y no solo eso, sino que con la estrategia de “plata o plomo”, sembrando zozobra y pánico, había conseguido que el Congreso aboliera las leyes que permitían la extradición de narcotraficantes a los Estados Unidos de América.
Este acuerdo estuvo precedido de una larga noche para ese país, el cual vivió -y lloró amargamente-, cientos de asesinatos de policías a cambio de recompensas, bombazos en las calles, el asesinato de un candidato presidencial, el atentado fallido contra otro candidato, haciendo volar en el aire un avión con más de cien pasajeros, todos los cuales fallecieron, la toma de Palacio de Justicia, con el incendio de todas las pruebas en contra de este delincuente, acto en el que murieron la mitad de los ministros de la Corte, por solo mencionar los hechos mas espectaculares. Un verdadero infierno del que todo el país aceptó salir a cambio de complacer las demandas de Pablo Escobar. Exigencias de un solo hombre que puso de rodillas a toda una nación.
Un hombre que,manejando un imperio de miles de millones de dólares, supo corromper a medios y comunicadores y labrarse en un inicio la imagen de un Robin Hood que trabajaba en favor de los más necesitados. Un individuo tan hábil como perverso, que compro a políticos y a un partido que lo llevó hasta un asiento en el congreso. Una escalofriante historia que he conocido con mayor detalle a través de la lectura del libro sobre la vida de Pablo Escobar Gaviria, titulado El verdadero Pablo: sangre, traición y muerte,escrito por Astrid Legarda y la bien lograda serie Los Narcos, producida y difundida por Netflix.
Debo admitir que para mí ha sido información reveladora acerca de los alcances que pueden tener estos criminales y sobre sus verdaderas motivaciones, de sus ambiciones y de su capacidad de poner en jaque a un país entero, en la búsqueda de preservar su negocio, su poder y su imperio. Una toma de conciencia acerca de la dimensión y verdadera naturaleza del peligro que todo ello puede representar para un país. Y de la ineludible responsabilidad de la sociedad y del estado de hacerle frente a dicha amenaza. Me ha representado, al mismo tiempo, la posibilidad de comprender los motivos de Arelly, para hacer lo que esté a su alcance, para proteger el interés común, que es también el interés de mi familia, de las de mis lectores y de la gran mayoría del país.
Conozco hace muchos años a la familia de Arelly Gómez y he podido constatar que se trata de gente honorable y destacada en sus actividades profesionales. Ciertamente, el de ella, es un perfil que para muchos pareciera diferente del que debiera corresponder a un Fiscal general o a un(a) Procurador(a) General de la República. Tanto es así que muchos nos preguntamos en su momento, cuáles serían los motivos de Arelly para aceptar esa responsabilidad tan compleja y llena de riesgos lo mismo para ella, que para sus seres queridos. Y creo que, ante la situación que se vive en México, cabe esta reflexión que comparto con ustedes, mis leales lectores, acerca de lo que significa el crimen y la lucha contra él y muy en especial la que se libra día a día en contra de la delincuencia organizada.
Ver toda aquella historia colombiana y pensar que un súper túnel para escapar de la cárcel, los amoríos con estrellas de la televisión, las casas con animales exóticos pueden ser solo los desplantes iniciales de un personaje con esos alcances, me pone la carne de gallina. Máxime cuando observo la apología que se hace de sus “hazañas” que los llega a convertir en personajes populares o hasta admirados.La venta de camisas como las de El Chapo, marca “mustwanted” que se agotan apenas aparecen, cachuchas, corridos y otros artículos similares, muestran la disposición de un sector de la sociedad a simpatizar con ellos.
Al grado de que todo pareciera conspirar contra la misión de combatirlos y castigarlos. Por ello no dejo de celebrar todos los días que haya quienes encuentran motivos suficientes para pagar el alto precio de dar estas batallas. Y por ello creo también que, si algo está haciendo falta, es la convocatoria a toda la sociedad a una toma de conciencia acerca de los riesgos que nos amenazan, de manera que nos sumemos y respaldemos las acciones, no solo de Arelly Gómez, sino de los Secretarios Osorio Chong, Salvador Cienfuegos y Vidal Soberón o los del Comisionado Renato Sales.
Acepto que es posible que toda la problemática vinculada con el narcotráfico se origine realmente en absurdas y anacrónicas prohibiciones y que quienes representan el mayor estímulo a estas actividades, vía el consumo creciente de estupefacientes, no son quienes padecen las peores consecuencias. Esas las pagamos los países proveedores. Quizás llegó la hora de revisar todo esto y modificarlo de fondo. Pero mientras eso no se haga, y las leyes sean las que son, quienes las violan son delincuentes, que tienen que ser perseguidos y castigados y nosotros debemos aceptar que puede haber motivos limpios y nobles para aceptar estar en la línea de fuego.