Adictos a Internet, presos de sus fantasías

La historia de la red mundial es muy reciente, pero de gran importancia. Se considera que sus actividades iniciaron formalmente el 6 de agosto de 1991, cuando el físico británico Tim Berners-Lee, de la Organización Europea para la Investigación Nuclear (el llamado CERN, por su primer nombre abreviado en francés) invitó al público amante de las nuevas tecnologías a colaborar en la creación de un sistema de intercambio de información basado en el uso de computadoras, y desde entonces este recurso ha tenido un avance tan formidable como acelerado.
Internet se ha convertido en fuente cotidiana de noticias y entretenimiento, además de ser un medio que permite realizar compras a distancia y mantener comunicación con otras personas. Es evidente que todo esto ha modificado nuestros hábitos de manera positiva, pero también que han surgido problemas en torno a su uso. Ejemplo de lo anterior es la dependencia que se puede generar hacia los numerosos recursos que ofrece Internet, sobre todo por parte de adolescentes y jóvenes, y que puede repercutir en diferentes ámbitos, como vida familiar, escolar y de pareja, sin olvidar la disminución en el desempeño laboral. Al respecto, el Dr. José de Jesús González Núñez, director del Instituto de Investigación en Psicología Clínica y Social (IIPCS), señala que “una adicción es una conducta compulsiva (repetitiva, que rebasa a la voluntad propia y es muy difícil de evitar) en la que un individuo abusa de algún tipo de actividad o sustancia. En términos generales, y sin olvidar que a veces es difícil establecer la línea divisoria entre el uso adecuado y el excesivo, podemos decir que la adicción a Internet ocurre cuando el sujeto necesita pasar por lo menos seis horas al día frente a la computadora, haciendo uso de este recurso”.
El también catedrático de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM, en el Distrito Federal) precisa que, aunado a lo anterior, existen otros factores que delatan a este padecimiento:
Desconcentración. La persona afectada puede estar presente en un sitio, pero en su mente desearía estar junto a su computadora.
Mal rendimiento.
En el caso de escolares, que son los más afectados, sus calificaciones bajan.
En adultos disminuye la calidad de su trabajo. Irritabilidad e intolerancia hacia los demás. No es fácil mantener conversación con las personas ni se tolera su presencia. Problemas familiares. Ocurren cuando los seres cercanos (padres o pareja) quieren que el joven o individuo deje Internet e interaccione con los demás, pero él tiene preferencia por continuar con su computadora. Reducción en el número de amistades.
El círculo de amistades en la vida real se estrecha paulatinamente.
Malestar físico. En casos severos, pueden presentarse diarrea y dolores de cabeza o musculares (generados por estrés, tensión, dormir mal, emplear posturas inadecuadas o pasar mucho tiempo sentado y sin moverse).
El especialista comenta que la adicción a Internet, más que un problema por sí mismo, es “el reflejo de algo interno que pasa en la pareja, la familia o el sujeto mismo. La red mundial le ofrece a quien se hace adicto a ella la posibilidad de volverse anónimo o de crearse una identidad para desplegar sus fantasías y, a través de las redes sociales (Facebook, MySpace, Twitter, Hi5), salas de conversación (chats), foros, listas de correo, mensajería instantánea y otros recursos, deposita o proyecta sus anhelos en otros.
Así, manipula a la computadora hasta que consigue lo que quiere y cubre sus deseos, que por lo general son necesidades afectivas y de relaciones interpersonales”.
En opinión del Dr. González Núñez, quienes desarrollan este tipo de adicción tienen un perfil psicológico similar, ya que se trata de “personas dependientes, en especial hacia la madre, aunque en ocasiones no lo aparentan porque llegan a ser muy rebeldes hacia las decisiones de ésta.
La relación con el padre es de rivalidad, y se percibe en ellos una sensación de rechazo y de desprotección”.

“Desde el punto de vista de la psicología, el adicto a Internet es alguien que en su evolución normal no pudo independizarse de su progenitora, sigue necesitándola, pero no la tiene disponible como él quisiera para satisfacer sus deseos (y menos los sexuales). Entonces, la computadora se convierte para él en una madre simbólica, y por ello suele ser muy hábil en su manejo: con ella puede hacer lo que desea y sin límites”, profundiza el Dr. González Núñez.

El especializa enfatiza que estos pacientes tienen gran dificultad para establecer relaciones interpersonales, sobre todo de tipo emocional y sexual, así como para conseguir la gratificación con personas reales. No es extraño que la información obtenida a través de consultas con el especialista permitan descubrir que los recursos más empleados sean, en orden respectivo, las páginas de contenido pornográfico y los chats.

De esta forma, al pertenecer a un grupo virtual o red social “el adicto satisface ilusoriamente la necesidad de interactuar, pero de todas maneras lo suyo es una actividad solitaria, como la adicción a la masturbación. ‘El otro’ o ‘los otros’ con quienes se conecta son personas que existen, pero funcionan como imaginarios o individuos a los que les atribuye características que en realidad no poseen”.

Tal es la razón por la que muy pocos matrimonios por Internet tienen éxito, “porque se basan en una fantasía y, hasta cierto punto, en un tipo de vinculación que no permite la satisfacción adecuada de necesidades afectivas y sexuales de los individuos cuando se conocen en persona”.

Ante la pregunta de qué grupos se ven más afectados por este problema, el Dr. José de Jesús González señala que “el acceso a esta herramienta tecnológica se ha generalizado a través de cafés y otros establecimientos donde hay renta de equipo con conexión, pero los adictos, por lo general, tienen computadora personal o de la familia, y ello nos remite a personas con nivel socioeconómico medio, cuando menos. Además, hemos visto que es más común en hombres que en mujeres, así como en adolescentes y jóvenes (entre los 14 y 25 años)”.

Cómo ayudar al adicto a Internet
El psicólogo explica que en caso de que los progenitores descubran que su hijo es adicto a Internet, es recomendable que traten de motivarlo para que haga buen uso de la computadora y se relacione con otras personas. En especial, “pueden invitarlo a conversar, hacer un viaje o ir a algún evento deportivo o cultural; la idea es que se le brinde compañía y que el chico note su presencia, física y emocional, porque es lo que está buscando y no puede conseguir”.

Cuando la situación es muy grave, la psicoterapia tiene muchas alternativas que ofrecer. Por ejemplo, a través de ésta se pueden descubrir las motivaciones inconscientes por las que la persona crea una dependencia y la conserva.

Esto se logra “mediante la interacción con el adicto en sesiones de 45 ó 50 minutos, 2 ó 3 veces por semana, durante un tiempo prolongado. Lo que hacemos es establecer un diálogo donde sólo se habla del paciente y se tratan de encontrar las motivaciones inconscientes que originan su dependencia; al mismo tiempo, se buscan soluciones que le den autosuficiencia para cubrir sus necesidades en la realidad, no en la fantasía”.

En aquellos casos en los que se detecta que el individuo pertenece a una familia disfuncional (con problemas de comunicación y violencia), se puede recurrir a terapia con todos sus miembros, ya que esto permite la interacción entre sus integrantes y el compromiso mutuo para superar las dificultades.

Por último, el Dr. González Núñez indica que “el aumento en el número de computadoras en México se ha traducido en una cifra mayor de personas adictas al Internet; sin embargo, hay que destacar que el uso adecuado de estos recursos también ha representado una elevación en el nivel cultural y en el acceso a información para mucha gente. Por eso, la recomendación es motivar el uso de la red de manera correcta, sin abusar de ella y sin que sustituya el establecimiento de relaciones sociales o la realización de otras actividades, como leer un libro”.