«Délo por cierto, señor. Cuando un hombre sabe que le van a ahorcar dentro de quince días, concentra sus pensamientos de una manera maravillosa». Samuel Johnson
Los problemas de concentración son muy comunes a la mayoría de la gente, pero son particularmente importantes para quienes han de presentarse a examen. El pensar en la negra suerte de ir a ser ahorcado dentro de quince días, como sugiere Samuel Johnson en la cita anterior, probablemente ayudaría a aumentar la concentración, pero eso es llevar la cuestión a extremos improcedentes. Es mejor confiar en la propia capacidad de cada uno para controlar la mente.
Antes de empezar esta sección, puede que sea provechoso para ti meditar sobre las siguientes cuestiones relativas a la concentración, para supervisar tu propio nivel de control mental.
— Después de estudiar durante varias horas, te das cuenta de que no puedes recordar nada de la materia estudiada.
— Tienes tendencia a quedarte mirando hacia tus libros y tus apuntes, pero sin verlos.
— Cuando menos lo piensas, te encuentras con la vista vagando por toda la habitación en busca de cosas interesantes que te sirvan de distracción.
— Levantas la cabeza en cuanto alguien pasa cerca de ti.
— Tu cabeza tiende a bloquearse y tus párpados se te cierran después de cortos períodos de estudio.
— Mueves tus libros y tus carpetas de apuntes de un lado para otro y sacas punta a otro lápiz (por si acaso se rompen las de los otros seis).
— Planificas y vuelve a planificar repetidamente tus actuales tareas de estudio.
— Te justificas a ti mismo/a diciéndote que las tareas sin ninguna importancia que te apartan de su mesa de estudio son muy urgentes e importantes.
— Te distraes fácilmente con las fotos y los objetos que están en tu mesa o en tu habitación.
— Experimentas la irresistible necesidad de llamar a tus amigos para analizar por segunda vez la exactitud de tus tareas de la tarde.
— No puedes negarte a ir a hablar por teléfono con alguien que te llama cuando está estudiando.
— Te dices a ti mismo/a convincentemente que por qué no vas a poder ver un programa de televisión que sólo dura treinta minutos, y después de dos horas te das cuenta de que todavía sigues frente al televisor.
Muchos de los obstáculos que hemos señalado aquí arriba serán harto conocidos para los estudiantes veteranos. Como en cualquier carrera de vallas o de obstáculos, el competidor experimentado sabe la localización y las características de los impedimentos. El mismo principio se puede aplicar para facilitar tu progreso y mejorar sus poderes de concentración. Es decir, empieza por conocer tus propias dificultades particulares y luego sé lo bastante persistente para hacer algo de provecho respecto a ello.
trabajar en cuanto haya sonado.
Puedes utilizar el avisador para ir creando paulatinamente períodos de concentración más fuertes y largos. Tal vez te convenga comenzar con períodos breves de concentración y progresivamente ir pasando a períodos de tiempo más prolongados. Por ejemplo, gradúa el avisador para que suene a los cinco minutos o un período más corto, si resulta apropiado. Habiendo fijado el objetivo de tiempo, centra tu mente en la tarea del estudio hasta que suene el avisador. Si has sido capaz de concentrarte durante los cinco minutos, recompénsate a ti mismo/a con un regalo apropiado (que puede ser una cualquiera de las varias cosas que te gusten —felicitarte, chupar un caramelo, mirar algo que te gusta, etc.— ¡en el supuesto caso de que no te lleve mucho tiempo!) y aumentar el tiempo de concentración en uno o dos minutos. Utilizando este sistema de incrementos, te estás entrenando para poder concentrarte durante períodos más largos.
Recuerda, la concentración es un trabajo arduo, y la fatiga afectará a tu actuación. Si has estado concentrándote durante un período de hasta treinta minutos, bien puedes desear un pequeño descanso después de este tiempo de trabajo intensivo. Sin embargo, no caigas en el hábito de tomarte descansos demasiado largos. Simplemente ponerte de pie o estirarte durante uno o dos minutos puede ser suficiente. Después de tres o cuatro períodos de concentración de treinta minutos cada uno, te deberías tomar un descanso más largo, de unos diez o quince minutos.
Para ayudar a reforzar el hábito de la concentración, lleva un registro de tus progresos. Haz un gráfico en el que puedas apuntar el número de períodos efectivos de concentración que has tenido a lo largo del día. Rápidamente verás que la línea del gráfico sube pronunciadamente, señal evidente de que ya es capaz de mantener tu mente centrada en la tarea que tienes entre manos.
Cuando hayas tenido éxito en mantener tu concentración durante tres períodos de tiempo consecutivos y de la duración establecida, haz un nuevo gráfico y aumenta el objetivo de tiempo de uno a tres minutos. Practicando a diario, estarás en disposición de aumentar notablemente tus poderes de concentración.