Exámenes preventivos que pueden salvar la vida

Probablemente usted forme parte del grupo de hombres que espera que aparezca una bolita, mancha o dolor en alguna parte del cuerpo para empezar a preocuparse y considerar la posibilidad de acudir al médico.
Muchas veces, aún y cuando existan señales tangibles de alguna enfermedad, la desidia o el miedo ganan la batalla y el mal tiene el riesgo de agravarse peligrosamen-te.
Ante ello, es necesario que se cambien este tipo de actitudes y se reconozca a la prevención como la mejor manera de evitar una enfermedad crónica o un acontecimiento inesperado (infarto o aumento de la presión arterial, por ejemplo) que llegue a poner en riesgo la vida.
Así pues, lo primero será tomar en cuenta un examen físico básico que incluya su estado de salud actual, estilo de vida y hábitos de vida, así como antecedentes médicos y familiares. En dicha revisión el médico:
Comprobará peso, altura, presión arterial y frecuencia cardiaca. Revisará el interior de la boca y garganta, así como ojos, oídos, nariz y piel.
Palpará el cuello, axilas e ingles en busca de ganglios linfáticos inflamados, lugares del cuerpo en los que son más fácilmente detectables.
Escuchará corazón, pulmones y abdomen en busca de ruidos anormales.
Golpeará sus rodillas para verificar el estado de los reflejos. Analizará los testículos para descartar inflamación, y si usted tiene más de 50 años o antecedentes de problemas en la próstata le deberá practicar tacto rectal (el cual se explica en detalle más adelante) para descartar alguna lesión.
Recuerde, es prudente que si usted presenta alguna alteración específica, dolor o disminución de alguna de sus capacidades lo comente al especialista y no espere que él lo descubra.
Asimismo, es conveniente que sepa que la necesidad de un estudio físico completo depende de los factores de riesgo para adquirir alguna enfermedad específica.
Pero como la mayoría de la población desconoce esta información es recomendable seguir el siguiente calendario, el cual señala cuántas veces debe acudirse al médico dependiendo del rango de edad que se tenga:
Dos veces entre los 20 y 29 años.
Tres veces entre los 30 y 39 años.
Cuatro veces si tiene entre 40 y 49 años.
Cinco veces entre los 50 y 59 años.
Anualmente después de los 60 años, lo cual puede parecer contradictorio pero se explica porque, normalmente, al llegar a esta edad, la mayoría de los hombres conviven con algún padecimiento crónico, o bien, alguna enfermedad que está bajo tratamiento.
Pruebas de detección
Si bien es cierto que un médico deberá recomendar exámenes médicos específicos para cada individuo, es conveniente estar al tanto de las características de los más comunes. Recuerde, si un especialista le ordena practicarse alguna prueba deberá preguntar el propósito de la misma, qué tan precisa y confiable es y qué pasará si el resultado es negativo o positivo; asimismo, no dude en interrogar al facultativo sobre el costo del estudio y si éste es invasivo (que perfora o entra en el cuerpo) o no.

A continuación, los exámenes más frecuentes de detección de enfermedades para varones:

Medición de la presión arterial
Consiste en medir la presión sistólica (la que genera el corazón cuando bombea sangre a través de las arterias) y la presión diastólica, es decir, la que hay en las arterias cuando el corazón se encuentra en reposo entre una pulsación y otra.

Tome en cuenta lo siguiente, la presión arterial está determinada por la cantidad de sangre que bombea su corazón y la resistencia al flujo en sus arterias. Así, si éstas son estrechas limitarán el flujo de sangre, lo que significa que el corazón deberá esforzarse más para bombear la misma cantidad de sangre.

Es común que esta enfermedad no presente síntomas, por lo que mientras más tiempo transcurra sin que se detecte y trate existirá mayor riesgo de sufrir un infarto cardiaco o cerebral, padecer insuficiencia cardiaca e incluso daño en riñones.

Las personas mayores de 35 años con sobrepeso, hábitos sedentarios (sin actividad física frecuente) y con antecedentes familiares de hipertensión tienen mayor riesgo de padecerla. Recuerde, cada vez que acuda al médico (o al menos cada dos años) por cualquier razón deberá verificar que su presión sea la correcta. Es recomendable que al momento de la toma esté relajado, pues se sabe que la ansiedad puede elevar la presión; asimismo, dígale al médico si antes de la cita ha tomado cafeína o nicotina, ya que ello podría provocar que la presión se eleve artificialmente.

De cualquier forma es importante saber que una sola medición no es determinante para establecer un diagnóstico definitivo, por lo que la prueba deberá repetirse al menos cinco veces (una diaria). Recuerde, la presión se mide en milímetros de mercurio.

Presión a la baja
Por otra parte, hay que tomar en cuenta que la presión arterial se reduce (hipotensión) cuando estamos en posición de reposo; sin embargo, hay ocasiones en que desciende de manera importante ocasionando mareo, palidez, poca resistencia a la fatiga e incluso desmayo.

La hipotensión también puede manifestarse al momento de levantarse bruscamente de la cama o silla tras haber permanecido mucho tiempo acostado o sentado, ya que disminuye el flujo sanguíneo hacia el cerebro, trastorno al que se le ha puesto el apellido «ortostática», que si bien no es propiamente una enfermedad, se ha descrito como incapacidad para regular la presión de manera rápida, lo cual da lugar a desmayos, ligeros mareos, vértigo, confusión o visión borrosa.

Cabe destacar que la hipotensión no es una enfermedad, sino más bien una característica personal que puede, incluso, implicar ciertas ventajas, como el hecho de que existan menos riesgos cardiovasculares conforme se va teniendo más edad. No obstante, a veces suele resultar todo un fastidio si no se sabe controlar bien, sobre todo cuando los factores externos (aumento de la temperatura ambiental) inciden en mayor descenso.

Si usted sufre este malestar deberá notificárselo a su médico, aunque no está de más que siga las siguientes recomendaciones:

Tomar gran cantidad de agua, entre 2 y 3 litros al día, lo cual puede complementarse con caldos de verduras o pollo, jugos y bebidas rehidratantes.
Incluir azúcares o hidratos de carbono en el desayuno. Puede optarse por cereales, pan, tortillas de arroz, leche y yogurt, pues representan buena fuente de energía.
Nunca comenzar el día sin ingerir alimentos. Se corre el riesgo de marearse y desfallecer a media mañana.
Comer en forma regular e incluir algunos tentempiés o colaciones a media mañana y por la tarde, los cuales le permitirán conservar la energía necesaria, por lo que es recomendable ingerir preferentemente frutas, verduras que pueden comerse crudas (por ejemplo, zanahoria o apio), yogurt o una rebanada de pan integral.
Escoger los alimentos por su calidad nutritiva; de esta forma, se garantizarán aportes nutritivos necesarios para estar fuerte sin tener que comer más o engordar con calorías vacías. Entre ellos se encuentran frutas, verduras, cereales, lácteos, pastas, arroz, huevo y carnes magras (sin grasa).
No adoptar dieta rigurosa sin consultar a un nutriólogo, ya que pueden presentarse descompensación y agravamiento de la hipotensión.
Evitar el consumo de bebidas alcohólicas, pues éstas dilatan los vasos sanguíneos y, consecuentemente, promueven que la presión arterial se reduzca aún más
Finalmente, para explicar mejor las cifras de presión arterial le presentamos el siguiente cuadro:

Condición
Sistólica
Diastólica
Óptima
120 o menos
80 o menos
Normal
menos de 130
menos de 85
Normal alta
130-139
85-89
Hipertensión
140 o más
90 o más
Nivel de colesterol
Es una prueba en sangre que mide el colesterol total, así como el de lipoproteínas de baja densidad (LDL o malo), el de lipoproteínas de alta densidad (HDL o bueno) y los triglicéridos.

El colesterol es una forma de grasa que se transporta en la sangre por medio de lipoproteínas. Las LDL depositan el colesterol en las paredes de las arterias y las HDL lo transportan hacía el hígado para que sea eliminado. Los problemas se presentan cuando las LDL llevan demasiado colesterol o cuando las HDL acarrean muy poco; todo ello puede promover acumulación de depósitos grasos que contienen colesterol -llamados placas- en las arterias (aterosclerosis).

Hay que recordar que las enfermedades cardiacas son la primera causa de muerte en los hombres, de allí la importancia de someterse a esta prueba, pues los niveles no deseables de colesterol aumentan el riesgo de ataque cardiaco e infarto cerebrovascular, sobre todo en personas con antecedentes familiares de hipercolesterolemia, sobrepeso, diabetes y quienes tienen una dieta con alto contenido de grasas.

Es recomendable que el examen se realice cada 5 años, siempre y cuando los niveles de colesterol se encuentren dentro de los límites normales. Cuando acuda al laboratorio no debe comer ni beber nada (excepto agua) al menos ocho horas antes de la prueba.