Centenario-Nacimiento de un Enfant terrible: Henri Dutilleaux o «Así la noche del árbol de los sueños»

El 2016 es un año pleno de celebraciones redondas de compositores e intérpretes musicales, desde algunos creadores sonoros representantes de la antiguedad o el barroco hasta nombres vanguardistas que cambiaron de manera determinante el devenir de la música en el siglo XX y por ende el XXI.
Uno de estos autores, ahora centenario es el francés Henri Dutilleaux (22-I-1916 Angers, Francia/22-V-2013 París, Id.), uno de los autores franceses más señalado de la segunda mitad del siglo XX, con una producción sonora reducida -una cuarentena de obras-, pero de una calidad enorme que se impone por un trabajo muy depurado, casi de filigrana, atento siempre a las sensaciones tímbricas, el uso de volúme-nes instrumentales e instrumentos musicales no cotidianos, lo que le da a su catálogo un interés particular, convirtiendolo en uno de los músicos contemporáneos más asequible a los grandes públicos, luego de la primera escucha.
Descendiente de una familia de la burguesia lorenesa, su bisabuelo Constant, fue un renombrado pintor amigo de autores como Eugéne Delacroix o Camille Corot, que dejó una importante producción de obras de caballete. Por el lado materno su abuelo Julien Koszul fue un destacado organista y compositor polaco, afincado en el norte de Francia y que por muchos años dirigió el Conservatorio de Roubaix, donde trabajo e hizo una profunda amistad con Gabriel Fauré y fue maestro de Henri Roussel. La primera guerra obligó al joven matrimonio Dutilleaux-Koszul -también dedicado a la música, Jean como impresor y librero, además de violinista aficionado y Hélène pianista- a dejar su hogar en la localidad de Douai, muy cerca de Roubaix, donde se habían establecido, para refugiarse con un hermano en la más segura Angers donde nacerá Henri, así como tres hijos más: Hélène, Paulette y Paul, también dedicados a la música llegando a formar un cuarteto familiar que interpretaban sonatas de autores franceses como: Pierné, Franck, Lekeu, Fauré y Debussy.
En este ambiente artístico comenzó la vida musical de Dutilleaux que pronto dió muestras de un gran talento para el piano por lo cual sus padres le regalaron el Cuaderno de Piezas para piano de Schumann que lo impresionó vivamente. Cuando contaba doce años llegó a sus manos la partitura de «Pelléas et Mélisande» de Debussy, que marco de manera absoluta su genio musical. Pronto ingresó al Liceo y al Conservatorio de su ciudad, donde encontró la guía del pianista Victor Gallois, que lo encaminó al mundo de las percusiones también y lo llevó a la orquesta local, dotando, sin saberlo, al futuro compositor de esa inclinación por los efectos percutivos en sus obras.
Su buen desempeño y dedicacion convencieron a la familia para enviarlo al Conservatorio de París donde completo su formación musical con: Jean Gallon (Armonía); Noël Gallon (Contrapunto); Philippe Gaubert (Dirección orquestal); Maurice Emmanuel (Historia de la música) y Henri-Paul Busser (Composición).
En 1935 concurso para el Grand Prix de Rome sin conseguir nada, un año después hizo lo propio con la cantata «Giselle», obteniendo un segundo lugar y finalmente en 1938 lo ganó con la cantata «El anillo del rey», lo que lo llevó a vivir en Roma cuatro meses pues el inicio de la segunda conflagración redujó la estancia original de cuatro años. A su regreso a Francia participó como voluntario-camillero en el frente de batalla.

La conclusion de la guerra lo colocó en una dificil situación económica por lo que realizó diversos trabajos musicales como: acompañante, arreglista y compositor de piezas menores para instrumentos de viento por encargo de Claude Delvincourt. Sin embargo esta «inactividad» le permitio leer y estudiar varios tratados de composición, pues consideraba que sus conicimientos no eran los necesarios.
En 1941 se interpretó en los Conciertos Pasdeloup, su primera obra de este nuevo periodo la: Sarabande et Cortège para Fagot y Piano. Un año después consiguió el puesto de director de coro de la Ópera de París, lo que le dió una estabilidad financiera y le permitió componer obras personales como: Cuatro melodías para canto y piano sobre textos de Jean Cassou, comenzaba su verdadera labor creativa.

Adentrarse en la obra Henri Dutilleaux, es una aventura lúdica, por la mayoria de sus piezas se percibe ese espíritu sutil y detallado de los compositores franceses como Ravel o Debussy, pleno de sensorialidades, cada nota permite ver un color, percibir una textura, es elaborado y naturalista al mismo tiempo, es como observar una planta en floracion y maravillarse con todas las gamas de los colores que contiene. A la par de ello esta el espiritu crítico de Henri, nunca quieto, nunca sujeto, que se embebe en los planos sonoros, cada escucha de la misma obra es nueva y más aun si esta sucede en vivo, es un autor para disfrutarse en la sala de conciertos, es donde en realidad aparecen las Figures de Résonances parafraseando una de sus composiciones, las resonancias, no mejor las preguntas-respuestas de las diferentes voces o densidades instrumentales.

Es titánico por no decir imposible abordar en un texto todas las aristas compositivas de Dutilleaux, es un universo sonoro demasiado abundante para resumirlo en unas cuantas palabras, pueden tornarse en cuartillas aburridas para hablar de una música diafana, sensorial, sutil. Por ello solo me detendré brevemente en tres obras de su catálogo como ejemplos a escuchar.

En 1967 comienza a componer un concierto para violoncello, instrumento que además conocía a la perfección pues su compañero y mejor amigo en el Conservatorio fue el virtuoso francés Paul Tortelier, el cual titulará con el primer verso de un poema de Charles Baudelaire: Tout un monde lontain. Esta obra le fue encargada por Igor Markevitch y los Concerts Lamoureaux para el cellista ruso Mstislav Rostropovich. Esta estructurado en cinco movimientos: I.Enigme; II.Regard; III.Houles; IV.Miroirs; V. Himne. A pesar de que parezca una estructura literaria que vuelva ortodoxo, la pieza se desenvuelve en realidad como grandes frescos sonoros, son imagenes conseguidas mediante un perfecto hilado armónico-tímbrico que lo convierte en uno de los conciertos referenciales para el violoncello.

Un segundo concierto, en este caso para violín, es un importante referente en el catálogo dutilleauxiano. Comisionado por Radio France para el violinista norteamericano Isaac Stern y compuesto entre 1979 y 1985 es otra pieza sonora de grandes vuelos, estructurada en cuatro movimientos también recibió un título literario: L`arbre des songes y esta conformado por las siguientes partes: I. Librement Interludio; II. Vif Interlude 2; III. Lent Interlude 3; IV. Large et animé. La consistencia en el discurso y los efectos conseguidos mediante una rica paleta instrumental coloca a este concierto como una de las grandes creaciones de su autor.

Ya en la plenitud de su vida creativa compone, por encargo de la Sinfónica de Boston y su titular Seiji Osawa, los cinco episodios para orquesta y voces infantiles The shadows of time, una compleja y vasta obra sonora que trata de recrear los horrores de las guerras sobre los más indefensos: los niños. Resultando un homenaje a los niños de Ysieck e Hiroshima y Ana Frank. Los movimientos son: 1. The hours; 2. The evil ariel; 3. Memory of the shades; 4. Waves of light; 5. Dominant Blue?.