Tecnoadicción: Adicción a la tecnología

Se ha observado que la adicción a la tecnología puede afectar a cualquier persona, independientemente de su edad, sexo, ocupación y religión.
En la actualidad es común exponer a los niños a toda clase de productos tecnológicos, incluso, desde antes de nacer, pues los padres colocan aparatos en el vientre de la futura mamá para estimular al bebé, y después adquieren móviles o gimnasios para ayudar en su desarrollo. Asimismo, es común que ambos padres trabajen, y que tanto televisión como videojuegos y computadora se conviertan más tarde en “niñeras”, ocasionando que los infantes se tornen insensibles a situaciones reales, dado que se alejan de sus semejantes y sólo les parecen importantes las vivencias que experimentan por medio de sistemas virtuales, generando cierto grado de dependencia y que la convivencia sea difícil de establecer.
A decir de la Dra. Martha Díaz Santos, egresada de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México, en el Distrito Federal, no enfrentarse al mundo real es problema grave, toda vez que el contacto con la realidad permite adquirir conocimientos, aportando ‘herramientas’ para salir adelante y resolver problemas que se encuentran a lo largo de la vida.
En cuanto a los adultos, la tecnoadicción es adicción como cualquier otra, definida como la necesidad hacia algo que proporciona bienestar y placer; así, debido a que las nuevas tecnologías generan cierta satisfacción, es común pasar la mayor parte del día frente a la computadora, ya sea durante la jornada laboral o al llegar a casa.
“Esto tiene una explicación relativamente simple, pues una máquina no es demandante, es decir, no se le tiene que prestar atención ni exige que la persona se traslade a determinado lugar; entonces, al ingresar a este mundo tan distante (aunque parezca cercano) el afectado se va desplazando de la realidad. Quienes más sufren este problema son aquellos individuos que no están satisfechos con su vida personal, no tienen proyectos a futuro, son muy solitarios y presentan dificultades al momento de establecer vínculos sociales”, refiere la Dra. Díaz.

Cabe destacar que el ambiente virtual lleva a los “adictos” a perder su identidad, pues nadie los ve, y mediante nombres falsos o “alías” relatan aspectos íntimos que no se atreverían a decir frente a un amigo o familiar. Esto es común en los chats, lugares que se prestan al juego y diálogo erótico porque se permanece oculto, al mismo tiempo que se recibe respuesta de hombres o mujeres igualmente desconocidos.

“Debido a que los chats favorecen la desinhibición de los individuos, a muchos les sirve como desahogo porque, aunque de forma anónima, se muestran como quisieran ser, pero no se atreven por prejuicios personales y sociales; así, es tal el bienestar que esta afición genera que, en muchos casos, irremediablemente, les lleva a la dependencia. De hecho, en Estados Unidos tal situación ha incrementado el número de divorcios, ya que muchos adultos cambian a su pareja por las relaciones virtuales”, expresa la especialista.

Por otra parte, puede pensarse que la tecnoadicción es laberinto sin salida, no obstante, debe tenerse presente que hay soluciones; al respecto, la Dra. Díaz Santos recomienda “tener conciencia de la dependencia y, después, revisar las causas que nos llevaron a relacionarnos con una máquina. Esta labor tiene que ser guiada y vigilada por un especialista en salud mental (psicólogo o psiquiatra), quien mediante terapia ayuda al afectado a entender lo que le sucede y, una vez logrado este objetivo, aplicará tratamiento de concientización”.

Tal como lo ha expresado la especialista, no se trata de estar contra las innovaciones en tecnología sino, por el contrario, es importante sacarles provecho para mejorar nuestras actividades académicas y laborales, agilizar la comunicación con lugares distantes y, sólo de vez en cuando, recurrir a ellas con fines de entretenimiento, pero manteniendo siempre el sano equilibrio para no destruir las relaciones sociales.