Reemplazo hormonal, estrógenos de refacción

La etapa reproductiva de la mujer es un largo camino que empieza en la adolescencia y que paulatinamente se transforma hasta culminar con la menopausia (fecha de la ultima menstruación), en la que es común que aparezcan síntomas como bochornos (sudores) en cabeza, rostro y pecho, así como resequedad vaginal o falta de lubricación, que convierte a las relaciones sexuales en experiencias dolorosas e incómodas.
Pero hay más: con frecuencia se atrofia la uretra, el canal por el que la orina es descargada, causando con ello urgencia para orinar y dolor intenso al hacerlo, incontinencia cuando se tose o se ríe e infecciones en la vejiga. En el aspecto psicológico es frecuente la depresión, ansiedad e irritabilidad, cansancio, así como pérdida de apetito sexual y concentración mental. Sin embargo, esta serie de señales son solamente focos de alarma de problemas mucho más graves, entre los que se cuentan hipertensión arterial, infartos cardíacos y cerebrales, cambios en los niveles de colesterol, osteoporosis e inclusive la forma más común de demencia, conocida como Alzheimer.
Así lo avala el doctor Fernando Mainero Ratchelous, ginecólogo y cirujano oncólogo del Hospital Angeles del Pedregal, en la Ciudad de México, quien explica que los ovarios cumplen con dos funciones básicas, la que se refiere a la fertilidad por un lado, y la producción de hormonas o estrógenos que determinan el óptimo funcionamiento del organismo femenino. Los estrógenos «tienen que ver con el buen funcionamiento del cerebro, los mensajes eléctricos que emite y la memoria; intervienen también en la salud de los huesos, manteniendo los niveles de funcionamiento y la calcificación que impiden la aparición de osteoporosis, enfermedad que se caracteriza por hacerlos más frágiles y provocar con ello fracturas en cadera, muñecas y columna vertebral. «Además, protegen al corazón por su acción en los vasos sanguíneos y en el metabolismo de las grasas, por eso es que las mujeres tienen menos infartos que los hombres, pero cuando una mujer llega al climaterio -explica el especialista- su perfil de grasas y corazón se empieza a parecer al de los varones, y el riesgo de padecer una enfermedad cardiaca se incrementa».
La mujer contemporánea se encuentra en una posición privilegiada, pues existen tratamientos que reemplazan a las hormonas femeninas que el ovario ha dejado de producir. La llamada Terapia de Reemplazo Hormonal (TRH), junto con un cambio de hábitos alimenticios y un plan de ejercicio moderado, ayudará a que la etapa posmenopáusica se viva plenamente. Una terapia de este tipo es, por definición, un procedimiento a largo plazo que no debe abandonarse cuando desaparecen los molestos síntomas ya descritos (lo que ocurre al cabo de unos cuantos meses de haberla iniciado) porque los verdaderos riesgos, los que ponen en peligro la vida de la mujer -como las complicaciones cardiovasculares o la osteoporosis- tienden a reaparecer cuando se abandona el tratamiento.
El doctor Mainero Ratchelous enfatiza que la prevención es fundamental, pues «una mujer con hipertensión arterial o un hueso dañado no se va a curar con la terapia; tal vez evitemos el avance del problema, pero no estaremos logrando la prevención real».
La idea es identificar a la paciente cuando inicia el climaterio para establecer una serie de medidas dirigidas a modificar sus hábitos de vida, la alimentación en primer lugar, y que realice ejercicio. rutinario en forma moderada, entre 15 y 20 minutos al día para empezar, sin soslayar que cigarro y café deben olvidarse por completo.

Al cliente lo que necesite
La TRH se puede administrar de muchas maneras, desde la forma oral -la más sencilla y barata-, hasta los inyectables vía intramuscular y los que se aplican sobre la piel en forma de parche o gel, los cuales pueden tener un efecto de entre 24 y 72 horas. Existen también los que se implantan subcutáneamente -los más complejos- en forma de pequeñas cápsulas y cuyo efecto dura meses, así como los que se depositan en el interior de la vagina en forma de óvulos (intravaginales).

Lo cierto es que la vía de administración de los estrógenos tiene que ser supervisada por un ginecólogo después de analizar la situación específica de cada paciente, pues algunas mujeres tienen, por ejemplo, problemas gástricos y prescribir una terapia oral puede representar que la molestia se acentúe, lo que obligaría al especialista a recomendar otro procedimiento; algo similar ocurre con la terapia intramuscular, que se recomienda cuando la mujer tiene problemas de descalcificación de hueso.

Mucha gente piensa que los parches son los idóneos, pero no es así en todos los casos, porque es frecuente que se genere una reacción alérgica y comezón producida por el pegamento adherente con el que se fija a la piel; por su parte, aquellos en forma de gel pueden provocar alergias en pieles sensibles. Hay que insistir que el médico no debe recomendar el que más le guste a él, sino el más conveniente para la paciente.

Cáncer de mama y endometrio
Mucho se ha dicho sobre los estrógenos y su posible participación en algunos tipos de cáncer, por ejemplo, el que aparece en el endometrio (parte interna del útero), y al respecto se puede afirmar que por sí solos no lo generan pero sí pueden causar una lesión premaligna, por lo que a las mujeres que tienen útero se les aplica, además del estrógeno, una dosis de progesterona para evitar esta situación y con ello llevar a cero la posibilidad de que adquieran el mal.

En relación con el cáncer de mama, se ha demostrado, según informa el doctor Mainero Ratchelous, que los estrógenos no lo inducen, es decir, una mujer que vaya a tener cáncer de mama lo desarrollará de cualquier manera, pero no porque la causa sea la administración de hormonas, sino por otros factores que favorecen su aparición, como la edad en que una mujer tuvo su primer hijo (hay mayores posibilidades si lo tuvo después de los 30), lesiones premalignas en la mama (quistes), así como antecedentes familiares (madre, tía, prima o abuela, siempre por el lado materno).

Lo que es evidente en opinión del especialista es que toda mujer que empiece una terapia de reemplazo deberá tener atención especial sobre la glándula mamaria, porque con el estrógeno hay cambios en el organismo y siempre existe la posibilidad de que quede encubierto un problema, por lo que es recomendable al menos cada año practicarse una mastografía, a manera de control similar al del papanicolau, porque hasta el momento es el único método real para descubrir una lesión en dicha zona.

Así las cosas, la terapia de reemplazo hormonal surge como magnífica herramienta para evitar los embates de la menopausia y prevenir enfermedades que pueden ser mortales, por lo cual le invitamos a que reflexione al respecto y tome cartas en el asunto.