Conoce sobre la tecnología láser para su piel

Los avances en materia de láseres han alcanzado diversas áreas de la Medicina y, si bien la primera especialidad en usarlo con éxito fue Oftalmología, ahora su uso se ha extendido a disciplinas como la Dermatología, misma en la que con el paso del tiempo ha mejorado su efectividad.
Láser, que es la abreviatura en inglés de luz amplificada mediante emisión estimulada de radiación, en su forma más simple puede interpretarse como fuente de luz donde la energía radiante está en forma de fotones y ondas capaces de producir efectos biológicos especiales. “Dicho término, en forma general, hace referencia a dispositivos que generan o amplifican la luz en las regiones infrarroja, visible y ultravioleta”, refiere el dermatólogo Gregorio Podoswa Mier Martínez, egresado de la Universidad de Guadalajada (U de G).
El especialista relata que los primeros láseres con que se empezó a trabajar en Dermatología fueron los llamados de argón y rubí, y fue así como, con el paso del tiempo, la especialidad ha sido la que más desarrollo ha promovido para este tipo de sistemas.
Los diferentes equipos con que cuentan los especialistas en piel alteran directa o indirectamente la autorregulación del tejido cutáneo. “Por esta razón se requiere total conocimiento y experiencia para devolverle la salud tras ser sometido a este tipo de procedimientos”, aclara el especialista.
Cabe destacar que el éxito de los tratamientos de luz amplificada depende en gran medida del especialista, quien debe conocer a la perfección la enfermedad del paciente y los principios por medio de los cuales el sistema láser producirá el efecto esperado.
Por otra parte, es importante tener presente que la dificultad de los pacientes para incapacitarse una semana por las lesiones costrosas debidas al calor del láser creó la necesidad de buscar terapias no ablativas (que no generan cortes) para los procedimientos que no requieran la eliminación de la lesión.
Los equipos de láser pueden ser usados para cualquier procedimiento quirúrgico en el que el calor este mediando (cortar o vaporizar, entre otros), pero el uso racional de esta alta y costosa tecnología debe considerar el beneficio de los pacientes. Para saber el tipo de láser que se debe utilizar es necesario dividir las patologías (enfermedades) dermatológicas.
Tumorales. El láser puede ser usado para retirar tumores benignos, superficiales y no susceptibles de malignizarse (de ser cancerosos), como léntigos simples (manchas de la vejez), léntigos solares (manchas causadas por el Sol), queratosis seborreicas (masas benignas tipo verruga), pequeños quistes epidérmicos, verrugas, angiofibromas (tumores faciales benignos), adenomas sebáceos (manchas o puntos rojizos), rinofima (forma de acné rosácea), nevus epidérmicos (se observa como placa elevada verrucosa) y molusco contagioso (infección que genera lesiones en forma de perlas), entre muchos otros padecimientos.
Para estos casos se utilizan los siguientes tipos de láser:
CO2. Vaporiza las lesiones y se puede usar en cirugía como bisturí, pero con excesiva cautela porque al emplearlo de manera errada puede generar cicatrices permanentes.
Lesiones vasculares. El láser está perfectamente indicado en el tratamiento de lesiones vasculares, tales como hemangiomas (acumulación anormal de vasos sanguíneos en la piel o en los órganos internos), lagos venosos (pequeñas pápulas hemisféricas, de color azul oscuro y consistencia blanda), telangiectasias (venas en forma de araña), rosácea, estrías recientes, sarcoma de Kaposi (tipo de cáncer cutáneo que afecta a personas con sistema inmunológico comprometido), linfangioma circunscrito (lesión cutánea benigna pigmentada que puede crecer hasta alcanzar varios centímetros de diámetro) y granuloma facial (se caracteriza por una o varias placas marrones o purpúricas), entre otros.

En estas situaciones se emplean los siguientes tipos de láser:

DYE pulsado. Es muy efectivo en telangiectasias y hemangiomas capilares, pero debe ser operado con gran habilidad para evitar la formación de manchas púrpuras.
Kriptón. Usa menor cantidad de energía para tratar satisfactoriamente algunos de los problemas citados.
Lesiones pigmentarias. El láser puede ser utilizado en la remoción de pigmentos exógenos (tatuajes) o endógenos (melanina). Se tratan con:

Nd-YAG. Ideal para pigmentos exógenos de color rojo o café.
Rubí. Es efectivo en el tratamiento de lesiones pigmentadas pero requiere de alto número de tratamientos; se le considera la mejor opción para el manejo de pigmento verde en los tatuajes, aunque en algunos casos tampoco es efectivo.
KTP. Permite adecuado tratamiento de lesiones pigmentadas, especialmente de aquellas más superficiales.
Alexandrita. Es un láser veloz y potente que se usa en lesiones pigmentarias y tatuajes, pero por estar lejos de los picos de absorción de la melanina requiere múltiples sesiones para lograr los efectos deseados.
Rejuvenecimiento facial. El láser de CO2 es el más utilizado y con el que se han hecho más estudios para mejorar el postoperatorio de los pacientes. La tendencia actual es la de eliminar la preparación pre-quirúrgica y hacer menos aplicaciones en la piel, pero con mayor potencia.

En cicatrices. En las que no hay daño importante la mejoría puede ser hasta de 80%, y el resultado final se puede ver 6 meses después porque el efecto de organización y alineación de las fibras de colágeno puede demorarse.

Depilación. El éxito consiste en entender la fisiología del ciclo del pelo y, de esta forma, manejar la duración real del tratamiento y ofrecer expectativas reales a los pacientes.

En el campo de la Dermatología los láseres son cada vez más utilizados, constituyendo buena alternativa de tratamiento a la vez que la única opción en algunas enfermedades. La indicación del tipo de láser a utilizar en determinado paciente dependerá del criterio profesional.