Tatuajes, hasta que la muerte nos separe

Mediante punciones con agujas cargadas de tinta y conectadas a un aparato que trabaja de manera similar a una máquina de coser, es posible que en nuestra piel queden plasmados sorprendentes dibujos, los cuales pueden reflejar rasgos ocultos de nuestra personalidad, emociones, secretos o simplemente denotan un gusto por adornar la piel y ser diferente a la vista de los demás.
Tomar esta decisión puede ser impulsiva o meditada, pero de cualquier forma es básico saber que no todas las personas son candidatas al tatuaje, por ejemplo, quienes padecen hemofilia, ya que presentan escasa coagulación de la sangre y, en consecuencia, las pequeñas heridas que deja el proceso podrían poner en peligro su vida.
A su vez, los individuos que portan marcapasos tampoco deberán recurrir a esta práctica porque las máquinas tatuadoras pueden interferir con el buen funcionamiento del dispositivo.
También es necesario que lo eviten los pacientes con afecciones en piel, como acné, dermatitis, heridas o irritación.
Por otra parte, es muy importante considerar que cuando se realiza en un establecimiento que no cumple con las medidas de higiene fundamentales o es hecho por una persona inexperta, se corre el riesgo de adquirir diversas enfermedades, como tifus (infección caracterizada por fiebre, erupción cutánea y dolor de cabeza), herpes, micosis (contaminación por hongos), hepatitis y Sida. Estas son las causas por las que se prohíbe que los portadores de tatuajes donen sangre, ya que se les considera transmisores potenciales de los padecimientos antes citados.
Lo invitamos a que siga leyendo, pues le presentaremos una guía que le dará a conocer las medidas que se deben tomar en cuenta antes de tatuarse.
¿Dónde acudir para hacerse un tatuaje?
A fin de prevenir riesgos, se recomienda visitar varios establecimientos para comprobar que cumplan con las normas de higiene, lo cual permite elegir el más adecuado. Un aspecto importante a destacar es el aseo cotidiano del lugar, que de ninguna manera es suficiente si nada más se barre, trapea o sacude como una casa o taller común, ya que deberá lavarse de manera similar o igual que una clínica u hospital, donde se usan antisépticos y desinfectantes especiales.
Se debe acudir con profesionales, quienes conocen la técnica adecuada, orientan sobre los cuidados posteriores y, lo más importante, utilizan material desechable que muestran al cliente para que compruebe que los sellos no han sido violados.
Cuando ya se tiene la convicción de que el establecimiento elegido es seguro, antes de tatuarse hay que considerar que existe la posibilidad de presentar reacciones alérgicas hacia las tintas, por lo que es muy importante que se realicen pruebas de sensibilización, que consisten en aplicar dichas sustancias en pequeña región de la piel del antebrazo.
Proceso para realizar tatuajes
Prácticamente todo el cuerpo puede ser tatuado, sin embargo, es importante considerar que un grabado puede deformarse con el paso de los años debido a que el cuerpo envejece y puede engordar o adelgazar, o bien, aumentar o disminuir su masa muscular.
Por ello, los expertos aconsejan no tatuar las zonas problemáticas, como abdomen, glúteos o senos, pero si se desea hacerlo, no son recomendables los diseños que incluyan símbolos, figuras simétricas (todas sus partes tienen proporción entre sí) ni los que contengan muchos detalles.
El tatuador tiene la obligación de mostrar los materiales al cliente, como agujas, tintas, cubrebocas y guantes; todos ellos en empaques nuevos.
Posteriormente, se depila la zona elegida, se desinfecta y se traza o calca el diseño; primero se dibuja el contorno en color negro y luego se pasa al sombreado y coloreado.
Lo anterior se efectúa con una aguja que incrusta el color abriendo una herida en la piel, la cual cuando cicatriza deja ver el diseño grabado. El pigmento se introduce a un milímetro de la primera capa de la epidermis mediante un motor que hace vibrar las agujas más de mil veces por minuto; cuando termina el proceso el tatuador debe desechar los materiales utilizados.

Una vez concluido el tatuaje, los cuidados deben ser exhaustivos, por lo que es necesario que la zona permanezca vendada por lo menos ocho horas, evitar el contacto con el Sol, agua de mar y albercas, lavar la zona frecuentemente con jabón neutro y usar un lubricante, de preferencia vaselina. En caso de que se tuviera alguna complicación, como inflamación, irritación excesiva, fiebre o secreción de pus, se deberá acudir inmediatamente al dermatólogo.

Historia de los tatuajes
El tatuaje ha acompañado al ser humano a través de los años, no se trata de una moda efímera, sino de un arte que revela fascinantes pasajes históricos. Se han encontrado cuerpos momificados tatuados con símbolos, líneas paralelas y cruces, cuya existencia se remonta hacia el año 3300 o 2200 antes de Cristo.

Esta práctica no fue muy agradable para griegos y romanos, quienes lo usaban para marcar esclavos y criminales. Posteriormente, causó gran furor entre los marineros, quienes utilizaban agujas rudimentarias y martillos de hueso para grabar en la piel motivos geométricos, espirales, rayas, anclas, corazones, aves y nombres de amantes.

Durante mucho tiempo en occidente el tatuaje fue mal visto y se le relacionaba con marineros, criminales y mafiosos. Sin embargo, hacia 1870 un hombre llamado Martín Hildebrandt crea el primer estudio de tatuaje en Nueva York, y 20 años después Samuel O’ Reilly inventa una máquina para tatuar. Así, este arte cutáneo fue desarrollándose, lo aceptó mayor número de personas, perfeccionó sus técnicas, varió diseños y utilizó nuevos métodos y materiales, hasta llegar a lo que hoy conocemos.

Por último, debe tenerse en mente que un tatuaje permanecerá en nuestro cuerpo toda la vida, por tanto, es conveniente pensarlo muy bien antes de proceder. Aunque hay métodos muy costosos que pueden borrarlos como el láser o dermoabrasión (consiste en raspar las capas de piel donde se efectuó el tatuaje), es posible que queden algunas marcas.