Exceso de alcohol y carne roja, dolorosa combinación

El ácido úrico es cierta sustancia presente en el organismo humano que se relaciona estrechamente con nuestro metabolismo (proceso bioquímico que ocurre en el cuerpo para la obtención de energía y eliminación de desechos). Ciertamente, la elevación en los niveles de este elemento en la circulación sanguínea puede ser resultado de la genética o bien, de un desajuste en el mecanismo de la eliminación de orina, pero la mayoría de las veces tiene que ver con nuestros hábitos alimenticios. Para comprender mejor la manera en que se constituye el ácido úrico en el cuerpo hay que decir, en primer lugar, que este agente es subproducto de las proteínas que se conocen como purinas. Cuando se realiza el proceso digestivo, estos nutrientes atraviesan las paredes intestinales y entran al torrente sanguíneo; entonces, una parte se dirige hacia el hígado, que es el laboratorio donde se procesan, mientras el resto se dirige hacia los tejidos. Si la cantidad de ácido úrico es excesiva y el cuerpo no puede desecharla, tiende a depositarse en las coyunturas y a promover un cuadro de artritis aguda (intensa inflamación articular) que da origen a la tristemente célebre gota (ataque súbito de dolor articular, especialmente en pies, rodillas, tobillos, manos y muñecas).
Sin embargo, también se puede alojar en diversos tejidos, como orejas o tendones (tejido que une a músculos y huesos), y estimular la aparición de los llamados “tofos”, especie de pequeños tumores. Aunque con menos frecuencia, el ácido úrico puede acumularse en riñones y originar cálculos (“piedras”).
Durante mucho tiempo, la presencia excesiva de esta sustancia y las consecuencias que promovía en el organismo se relacionaron con el consumo indiscriminado de comida y bebidas alcohólicas, por lo cual se le conocía como enfermedad “de reyes”.
No obstante, hoy se sabe que puede afectar a cualquier persona, pero sobre todo a hombres mayores de 40 años y a mujeres que han atravesado la menopausia (última menstruación, que anuncia el fin de la vida reproductiva).
Carne y alcohol, en el papel de villanos El Dr. Abelardo Ramírez Cuenca, jefe del Departamento de Medicina Interna del Hospital General de Zona 2-A Troncoso, perteneciente al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y localizado en la capital del país, explica que los problemas vinculados al ácido úrico ocurren en muchos mexicanos debido a la alimentación, alta en grasa y productos de origen animal, además del elevado consumo de alcohol que existe desde temprana edad. “Sabemos que 10% de los problemas relativos a los cálculos renales provienen de elevado índice de ácido úrico. Es común que mucha gente no sepa que tiene esta sustancia en exceso porque no presenta síntomas, pero cuando hay señales de alarma puede haber cólicos (contracción violenta) por la presencia de ‘piedritas’ o ataque agudo de gota que afecta primordialmente al dedo gordo del pie”, explica el experto.
Hay otras causas para que el ácido úrico se eleve, pero éstas se relacionan con algunos tipos de cáncer y su tratamiento, el cual provoca la muerte de células jóvenes, propiciando la multiplicación de dicho compuesto. Sin embargo, dice el especialista, si se diagnostica hiperuricemia crónica (de larga duración), la consecuencia puede ser artritis tofácea, es decir, acumulación de ácido úrico (tofos) en la cara externa de brazos y manos, así como en orejas y grandes articulaciones. Se sabe que, en condiciones normales, 66% del ácido úrico producido diariamente se elimina por los riñones, mientras el restante es excretado a través de la materia fecal. El Dr. Ramírez Cuenca llama la atención sobre muchos de los productos que se ofrecen para disminuir el ácido úrico, los cuales, casi siempre, son parte del comercio informal y la charlatanería. Sin embargo, menciona también que hay desarrollos científicos serios basados en la utilización de algunas plantas que han mostrado eficacia, los cuales tienen el sello de la Universidad Autónoma de Chapingo (UACH), prestigiada institución mexicana en materia de Herbolaria.

Según el sapo…
Uno de los descubrimientos más eficaces para combatir el ácido úrico y otros males se basa en la hierba del sapo (Eringium heterophyllum), remedio que desde hace muchos años conocen las comunidades indígenas, mismas que han usado para combatir problemas en vejiga, dolor de espalda y enfermedades respiratorias.

Sin embargo, un equipo de especialistas mexicanos de la UACH descubrió que la planta podía reducir los niveles de grasas (colesterol y triglicéridos) en sangre, así como el ácido úrico, de modo que es excelente antídoto para prevenir cálculos en riñón y vesícula biliar (órgano localizado debajo del hígado que almacena bilis, sustancia que permite digerir grasas).

Los investigadores probaron cierta infusión obtenida de la combinación de hierba del sapo con cola de caballo (Equisetum hyemale) y cuachalalate (Amphipterigium adstringens) en 2,000 pacientes, observando muy buenos resultados.

El desarrollo herbolario comprobó su poder terapéutico para el tratamiento de diabetes (elevado nivel de azúcar en sangre), cálculos biliares y renales, angina de pecho (molestia torácica causada por el flujo de sangre inadecuado a través de los vasos sanguíneos del corazón), arteriosclerosis (endurecimiento de las arterias), artritis e infarto (muerte de tejido por falta de suministro de sangre) en corazón y cerebro, entre otras afecciones de enorme poder destructivo, conocidas como enfermedades de la vejez.

Empero, a pesar de las pruebas de laboratorio y la efectividad de este producto, lo mejor es que consulte a su médico para conocer cuál es el tratamiento que más le conviene y saber si usted es candidato a utilizar dicho fitomedicamento (fármaco de origen herbal); después, si cuenta con la autorización correspondiente, es muy importante que se apegue a las instrucciones médicas y que busque la presentación original, avalada por la UACH, porque es común encontrar versiones “pirata”.