Sexualidad a los 60, ¡claro que se puede!

Tema tabú que rara vez se trata con seriedad por falta de información al respecto, la sexualidad en la tercera edad se ha convertido en una referencia para la burla y el chiste fácil. En realidad, aunque la respuesta erótica puede ser más lenta, la mayoría de la gente mayor quiere y puede disfrutar de una vida sexual activa y satisfactoria.
Claro que hay obstáculos en el camino, pero la mayoría de ellos podrán ser superados. Así, las mujeres pueden notar cambios en la forma y flexibilidad de la vagina y disminución en la lubricación, lo cual afecta el placer en las relaciones sexuales, pero ante ello pueden hacer uso de lubricantes vaginales. En la etapa menopaúsica, que se presenta en la mujer mexicana aproximadamente a los 50 años, existe disminución del deseo sexual por la falta de hormonas (estrógenos), por lo que es recomendable seguir una terapia de reemplazo para que los niveles hormonales se restituyan.
A menudo, los hombres notan cambios evidentes, ya que pueden demorar en lograr la erección, que no será tan prolongada y firme como en años anteriores; asimismo, la eyaculación puede precipitarse con mayor rapidez, y la pérdida de la erección después del orgasmo puede acelerarse, lo cual constituye una dificultad para obtener la plena satisfacción. Ante ello, es recomendable que el juego previo entre la pareja sea más prolongado, que se haga uso de la estimulación manual y oral, y que la imaginación sea un invitado permanente antes del coito (penetración). Sin embargo, hay enfermedades que pueden dificultar permanentemente una buena relación sexual en esta etapa, como la disfunción eréctil, problema con el que conviven muchos hombres que rebasan los 40 años de edad y que, aunque no significa la pérdida total de la satisfacción sexual para algunos, ocasiona tensión mental que afecta en forma negativa sus relaciones personales y autoestima.
Este padecimiento se asocia comúnmente al envejecimiento, aseveración que no siempre es correcta, ya que se reconocen varios factores que intervienen en su desarrollo, enfermedades como diabetes e hipertensión, problemas de circulación o del corazón, trastornos neuróticos, anomalías congénitas (al momento de nacer) en los vasos sanguíneos del pene o el consumo prolongado de tabaco, alcohol o drogas. Una causa más es alto nivel de colesterol, principalmente en personas obesas.
Personas vemos, ganas no sabemos
Aunque una enfermedad o discapacidad puede afectar la sexualidad en la tercera edad, debe tenerse la convicción de que ninguna de ellas, por seria que sea, debe impedir que usted mantenga una vida sexual satisfactoria. Algunos ejemplos ilustran mejor esta afirmación:
I. Enfermedades cardíacas. Quienes han sufrido un ataque cardíaco tienen miedo de que el acto sexual les provoque otro ataque. Hay que decir al respecto que la recuperación, cambio de dieta y hábitos permiten estabilizar al corazón de manera tan óptima que todas las actividades de la vida diaria, incluido el sexo, se pueden realizar normalmente. Los especialistas recomiendan que las relaciones sexuales se mantengan con una persona ya conocida, en un ambiente cotidiano y de la misma forma que se hacía antes de sufrir el infarto, sin someter al cuerpo a esfuerzo excesivo o sobreexcitación. Si aparecieran dolor torácico, palpitaciones o extrema dificultad para respirar, es mejor detenerse y, como en cualquier otro aspecto de salud, consultar al médico. La mayoría de las personas pueden volver a la actividad sexual luego de transcurridas 12 a 16 semanas de un ataque al corazón.
II. Diabetes. La generalidad de los hombres con diabetes no tienen problemas para la práctica sexual, aunque esta enfermedad es detonante de disfunción eréctil. Si usted es una persona con altos niveles de azúcar en sangre siga las indicaciones al respecto, cuide su alimentación y cambie sus hábitos de vida, con ello evitará que su mal se convierta en un candado que impida el desempeño sexual.
Las mujeres, por su parte, si no están bajo control médico sufrirán cansancio y fatiga, así como incontinencia urinaria (deseos súbitos de orinar), lo que en muchos casos provoca problemas de autoestima y disminución de la líbido sexual. Al igual que su contraparte masculina, deberán asumir responsablemente las recomendaciones del especialista para que el deseo y la práctica erótica no se vean afectadas.
III. Artritis. El dolor en las articulaciones ocasionado por artritis puede limitar la actividad sexual, pero piense que los síntomas pueden desaparecer mediante medicamentos específicos, y que resulta útil combinar descanso con ejercicio moderado, darse baños con agua caliente y cambiar las posturas o el horario de la actividad sexual.

IV. Cirugía. La mayoría de la gente se preocupa cuando tiene que someterse a cualquier tipo de cirugía, lo que es especialmente inquietante cuando tiene que ver con los órganos sexuales. La buena noticia es que la generalidad de las personas intervenidas puede gozar de la misma actividad sexual de la que disfrutaba antes de la intervención.

V. Histerectomía. Esta intervención quirúrgica se refiere a la remoción del útero o matriz. Muchas mujeres creen, erróneamente, que esta operación provoca la disminución de su capacidad sexual, mientras que los hombres piensan que sus parejas se transforman y son «menos femeninas», nada más falso, pues la única función del útero en el organismo femenino es hacer las veces de nido cuando hay un embarazo; para reforzar esta idea, es interesante conocer un dicho acuñado entre ginecólogos: «la matriz sólo sirve para tener hijos, y cáncer».

VI. Mastectomía. es la remoción quirúrgica de la totalidad o parte de una mama de la mujer. A pesar de que su cuerpo sigue teniendo la misma capacidad de respuesta sexual de siempre, una fémina puede perder su deseo sexual o sentir que ya no es deseada. Para resolver dicha inquietud, se puede recurrir a la cirugía plástica reconstructiva, conversar con otras mujeres que han pasado por la misma experiencia y, sobre todo, buscar la comprensión de la pareja.

VII. Sida. Toda persona sexualmente activa puede correr el riesgo de infectarse con el virus que provoca el sida, por lo cual el sexo seguro es importante para la gente de todas edades. Infórmese al respecto e investigue sobre otras enfermedades de transmisión sexual. Recuerde, nunca se es demasiado viejo para correr riesgos.

VIII. Inquietudes emocionales. A menudo, la sexualidad es delicado equilibrio de aspectos emocionales y físicos. Los hombres pueden tener miedo a que la disfunción eréctil se torne un problema más cercano conforme se va envejeciendo, sin ver que con ello pueden provocar un estado de estrés que la desencadene.

Las mujeres, por su parte, incrementan la preocupación por su apariencia, lo que puede interferir con la capacidad para disfrutar del sexo, ya que es común que no se acepten como son y que sientan que con la edad se termina su atractivo físico.

Si usted forma parte de los ahora llamados adultos en plenitud, no deje que las enfermedades limiten su práctica sexual, pues ésta puede llegar a convertirse en el mejor de los medicamentos a su alcance.