Observación y exposición al comportamiento grosero se contagia

Ser objeto de conductas groseras o simplemente ser testigo de ellas puede inducir a la violencia como si se tratase de un contagio, según investigaciones de la Universidad de Florida, en Estados Unidos. Los investigadores hallaron que personas con exposición al comportamiento grosero tienden a tener conceptos asociados a groserías, por lo que pueden interpretar comportamientos ambiguos, pero benignos, como groseros. Además, son más propensas a comportamiento violento, así como a evocar hostilidad, afecto negativo e, incluso, venganza hacia los demás. En una primera etapa, un grupo de participantes fue encuestado durante 15 minutos y al terminar un cómplice que hizo el papel de participante simuló llegar tarde y pedir ser incluido en el estudio. En la condición de control se le respondió cortésmente que la sesión había terminado; pero que podían programarlo para otra. Mientras que en la condición negativa se optó por reprender groseramente y pedirle que se fuera.
Posteriormente, los participantes debían decir rápidamente si una cadena de letras formaba una palabra. Aunque había palabras amables y agresivas, estas últimas fueron identificadas con más velocidad por los participantes de la condición negativa, lo que sugiere que las groserías sensibilizan ante conceptos groseros de una manera automática.

En un segundo estudio, los participantes hicieron el papel de un empleado de librería. Observaron un video con interacciones groseras o amables entre compañeros de trabajo, para después responder un e-mail de un cliente que podía ser neutral, moderadamente grosero o agresivo.
Aquellos que habían visto el video amable enviaron una respuesta neutral al correo moderadamente grosero, mientras que los que vieron el video grosero respondieron con hostilidad. Por lo tanto, observar comportamientos groseros dio como resultado una mayor sensibilidad y respuesta a groserías.

Por último, los participantes hicieron ejercicios de negociación con pares amables o groseros. Quienes negociaron con un socio grosero (portadores) fueron percibidos de la misma forma en una interacción posterior con una nueva pareja, al tiempo que evocaron sentimientos de ira, hostilidad y conductas vengativas.

Después de terminar la negociación entre el «portador» y la nueva pareja, al nuevo socio a se le permitió elegir si dividir los recursos de manera equitativa, quedarse con más o tomar una decisión hostil destruyendo todos los recursos, incluso los que eran para él. La opción hostil fue elegida más a menudo, lo que sugiere que la gente estaba dispuesta a sufrir con el fin de vengarse de otros.

Los investigadores concluyeron que los testigos de conductas groseras pueden convertirse en perpetradores, del mismo modo que una persona que toca un objeto que recientemente tocó alguien con gripe puede enfermarse y contagiar a otros. Además, no se necesita una intención consciente y el contagio de comportamientos groseros puede durar días.