Vitamina C, sube las defensas cuando baja la temperatura

El sistema inmunológico protege al organismo del embate de microbios que puedan causarle problemas como infecciones. Pensemos, por ejemplo, en la invasión de virus causantes de resfriados o gripe, ante los cuales nuestro cuerpo estaría indefenso si el proceso protector no trabajara o lo hiciera deficientemente, cosa que puede suceder cuando la temperatura baja.
Para evitar que lo anterior suceda interviene la vitamina C o ácido ascórbico, compuesto que tiene ciertas propiedades químicas que fortalecen a fagocitos y linfocitos, células encargadas de reconocer y destruir a los agentes agresores del organismo. Éste no produce por sí mismo la vitamina, por lo que debe ser administrada a través de la alimentación, mediante el consumo de frutas como kiwi, naranja, limón, mandarina, guayaba y melón, así como jitomate, papa y espinaca. La vitamina C se ubica dentro de la categoría de vitaminas solubles en agua (hidrosolubles), y además de fortalecer al sistema inmunológico es importante antioxidante, es decir, brinda protección a las células del organismo de la agresión de los llamados radicales libres, cuyo cometido es acelerar el envejecimiento de éstas, lo cual se acentúa en los fumadores y en quienes se exponen demasiado al Sol. Estudios recientes realizados en el Instituto Nacional de Cáncer (en Estados Unidos) han demostrado la relación directa entre el consumo de alimentos que cuentan con vitamina C y la reducción de algunos tipos de cáncer, al parecer porque brindan protección a las células y con ello se impide la formación de tumores. Actualmente se encuentra en investigación el mecanismo de acción del ácido ascórbico y sus efectos sobre el corazón, con resultados no concluyentes, pero sí alentadores.
Vital en los niños
Cuando la presencia de vitamina C es pobre, al organismo se le dificulta absorber el hierro que se incorpora a través de los alimentos, propiciando con ello el desarrollo de anemia, es decir, disminuyen en sangre los niveles de hemoglobina (proteína que se encuentra en glóbulos rojos y transporta oxígeno desde pulmones a todo el cuerpo utilizando como vías a venas y arterias), lo cual se manifiesta a través de cansancio, palidez, dolor de cabeza, sensación de que falta aire, pérdida de apetito y, en algunos casos, diarrea. Es evidente que al no recibir la cantidad pertinente de oxígeno, ciertos órganos no cumplen su función adecuadamente, siendo en los niños aun más peligroso, ya que puede poner en riesgo su crecimiento y desarrollo cerebral.

Otra de las consecuencias del planteamiento anterior es el desarrollo de escorbuto, enfermedad que habitualmente afecta a niños de 6 a 12 meses de edad y se manifiesta con síntomas variados, como falta de apetito e imposibilidad para aumentar de peso, irritabilidad y alteraciones en los huesos que producen dolor.

Por otra parte, la vitamina C es requerida por numerosas enzimas (sustancias encargadas de descomponer los alimentos para que sus elementos nutrientes puedan ser aprovechados) para su óptimo funcionamiento. Es igualmente importante para el crecimiento y mantenimiento de huesos, dientes, encías, ligamentos y vasos sanguíneos, así como para cicatrizar heridas y quemaduras, y «soldar» fracturas.

Ahora bien, el ácido ascórbico contribuye de manera importante a que las grasas se metabolicen (proceso de absorción y aprovechamiento por parte de las células del organismo) de manera adecuada y no se acumulen en el cuerpo, dando pie con ello a sobrepeso u obesidad.

¿Cuánto comer?
Las necesidades diarias de este compuesto varían en función de la edad, pero puede considerarse que la dosis normal oscila entre 20 y 60 gramos, lo cual se consigue al consumir una naranja, un kiwi o dos mandarinas. Ahora bien, cuando una mujer está embarazada o en periodo de lactancia los requerimientos cotidianos oscilan entre 80 y 100 gramos.

El organismo posee cierto mecanismo que regula la absorción de ácido ascórbico, de forma que si recibe una cantidad superior a la requerida, el sobrante se elimina fácilmente a través de la orina al cabo de tres horas. No obstante, las dosis excesivamente altas provocan diarrea, o bien que el líquido de desecho de los riñones se vuelva ácido y forme cálculos (piedras) renales en quienes están predispuestos a sufrir este trastorno.

El jugo de naranja recién exprimido aporta al organismo entre 15 y 35 miligramos de ácido ascórbico, siempre y cuando no transcurran más de 30 minutos de exprimido, ya que después de ese tiempo el aire provoca su oxidación y ve reducido su efecto a menos de la mitad.

La vitamina C se encuentra de manera natural en alimentos como col de Bruselas, coliflor, pimiento y tomate verde, chile, fresa, kiwi, limón, melón, naranja, así como toronja, mandarina, tangerina, piña, papaya, guayaba y mango; otros productos que la contienen en menor cantidad son la leche, carne y cereales.

Cabe tomar en cuenta que la cantidad de vitamina C en frutas y verduras cambia de acuerdo a su grado de madurez, es decir, es menor cuando están verdes, aumenta si están en su punto y luego vuelve a disminuir. Sin embargo, de seguirse una dieta balanceada que incluya cereales, leguminosas (frijol, haba, alubia y lenteja), productos de origen animal (queso, huevo o carne), frutas y verduras, los requerimientos diarios de vitamina C quedan cubiertos.

Finalmente, es importante hacer hincapié en que el sistema inmunológico disminuye su funcionamiento cuando una persona está sometida a fuerte tensión o tiene baja ingesta de vitamina C, tal como lo han demostrado estudios científicos procedentes de Inglaterra. Es por ello que quienes viven en las grandes ciudades y experimentan estrés con frecuencia se benefician considerablemente al consumir vitamina C a través de la dieta diaria o mediante suplementos alimenticios.

No está de más recordar que, ante las bajas temperaturas, no es conveniente dejarle toda la responsabilidad a la vitamina C y que lo mejor es emprender acciones que ayuden a evitar problemas en las vías respiratorias, como abrigarnos antes de exponernos a ambiente frío, no fumar y practicar ejercicio para fortalecer a los pulmones.