Gánele la batalla al invierno

El frío no produce enfermedades, pero sí ocasiona una disminución en las defensas de nuestro cuerpo; en consecuencia, facilita la invasión de microorganismos dañinos que en otras circunstancias no sortearían barreras como los cilios nasales (filamentos encargados de expulsar el moco de los senos para-nasales), que pierden movilidad con las bajas temperaturas y permiten a los agentes externos penetrar profundamente en vías respiratorias.
De ahí que los padecimientos más comunes en el invierno sean los que afectan a nariz, garganta y bronquios. A continuación presentamos los más comunes:
Resfriado. Enfermedad vi-ral, generalmente leve, que se caracteriza por presentarse en vías respiratorias superiores (nariz y garganta). Dura de 2 a 5 días, y sus síntomas incluyen malestar general, obstrucción nasal, estornudos, tos seca poco frecuente y a veces un poco de fiebre; en menores de un año puede ocasionar transtornos en alimentación y sueño. No se trata con antibióticos debido a que no actúan sobre los agentes invasores; sólo exige reposo, gran cantidad de líquido y para aminorar sus efectos se recomiendan analgésicos y antigripales. Faringitis. Inflamación de la faringe (parte baja de la garganta) o amígdalas, provocada casi siempre por bacterias; inicia de manera brusca con decaimiento, dolor de cabeza, garganta y ganglios, fiebre, enrojecimiento e hinchazón de la garganta. Requiere reposo y consultar al médico para que administre antibiótico.
Otitis. Infección del oído me-dio y del conducto que lo comunica con la faringe o garganta, conocido como trompa de Eustaquio (puede afectar a uno o ambos oídos) y que es ocasionada por virus o bacterias. Provoca intensos dolores en la zona afectada y fiebre y habitualmente es resultado de una complicación del resfriado común, por lo que se requiere de la asistencia del médico; en caso de supuración (salida de líquido o pus) no se debe tapar el conducto auditivo externo. No es contagiosa.
Laringitis. Infección de la laringe (parte alta de la garganta) generalmente por virus; provoca fiebre, agotamiento y diversos grados de obstrucción que se refleja en pérdida parcial o total del habla, tos seca o dificultad para respirar. Si los síntomas son leves se pueden atender en casa, pero al igual que los casos graves, que requieren hospitalización, necesita consulta médica.
Bronquitis. Enfermedad producida casi siempre por virus, caracterizada por la obstrucción de bronquios y bronquíolos, tos de intensidad variable, fiebre moderada, respiración agitada, ruido en el pecho y dificultad para tomar aire y alimentarse. Casi siempre se presenta en niños me-nores de dos años y en pequeños de tres meses o me-nos puede ocasionar apnea (dejar de respirar). Se debe acudir al médico para definir la gravedad y tratamiento para evitar complicaciones.
Neumonía. Ocasionada por virus o bacterias, provoca inflamación en pulmones muy intensa; se trata con antibióticos que deben prescribirse a la brevedad por un profesional, pues puede haber complicación. Sus síntomas comunes son: Tos, fiebre y dificultad respiratoria, pudiendo presentarse dolor abdominal, vómitos, escalofríos y flemas. En lactantes se manifiesta a través de malestar general, inapetencia y hundimiento debajo de las costillas.
Las principales causas de los males citados son la contaminación ambiental o al interior de hogar, escuela o trabajo; falta de ventilación en habitaciones, permanecer en lugares cerrados junto con personas enfermas y humedad debida a filtraciones, goteras u otros motivos.
Ante ello, recomendamos las siguientes medidas preventivas:
Mantener buena alimentación. Beber agua en cantidades adecuadas (2 litros al día). Conservar higiene óptima en el hogar.
Ventilar diariamente las habitaciones.
Utilizar preferentemente estufas eléctricas o de gas.
No exponerse por tiempo prolongado al humo de braseros o estufas de petróleo.
Evitar ambientes con humo de cigarro.
Tapar filtraciones del techo, paredes, puertas y ventanas.
Evitar lugares cerrados transitados (supermercados, teatros u otros).
En las escuelas los niños deben salir al recreo y se debe aprovechar ese momento para ventilar las aulas.
Evitar abrigo excesivo en lugares con calefacción.
Cubrirse adecuadamente al salir a la intemperie.
No quemar basura ni encender chimeneas.Asistir a lugares de gran contaminación sólo en caso necesario.
Para evitar la transmisión de infecciones respiratorias deben observarse las siguientes medidas:
Cubrir la boca al toser o estornudar. Eliminar pañuelos desechables después de usarlos una vez.
Lavarse las manos a menudo y cuidadosamente.
Procurar higiene bucal y personal. Mantener temperatura corporal adecuada, evitando enfriamientos.
No visitar enfermos con resfriado, gripe o neumonía.
Si en el hogar hay un enfermo con gripe, lave bien sus manos después de entrar en contacto con él. Limpiar las superficies o juguetes contaminados por estornudos, tos o secreciones nasales.
Una última recomendación general: los agentes que ocasionan estas infecciones (virus) no mueren con antibióticos.
de modo que el uso indiscriminado de estos medicamentos es contraproducente; empléelos sólo bajo indicación médica.

Otras enfermedades.
Existen otros males de temporada invernal, ya sean transitorios o de tipo crónico; estos últimos se encuentran presentes en el paciente con anterioridad, pero pueden acentuarse por el frío. A continuación los más comunes.

Artritis. Las bajas temperaturas no la ocasionan, pero pueden agravar las dolencias típicas de esta enfermedad relacionada con el sistema locomotor. Es necesario extremar precauciones: evitar cambios de temperatura en articulaciones, tomar baños con agua caliente para disminuir rigidez y entumecimiento, y evitar actividades que requieran gran esfuerzo físico, obliguen a estar de pie y signifiquen movimientos repetitivos o forzados, como exprimir ropa o abrir tapaderas de rosca.
Dermatitis. Frío, viento y humedad contribuyen a resecar la piel, por lo que hay algunas afecciones que sólo aparecen en invierno. Los síntomas más visibles son la aparición de eccemas (brotes de ronchas rojas), resequedad y grietas en la piel expuesta (rostro y manos). La única solución es evitar las bajas temperaturas con guantes y prendas adecuadas; el uso de cremas y tomar agua ayuda, pero no es suficiente.
Alergias. Las investigaciones han revelado que hay pacientes sensibles a organismos típicos del invierno como el ciprés, árbol que dispersa su polen en enero y febrero, provocando los síntomas habituales de alergia primaveral en los meses más fríos. El tratamiento consiste en utilizar fármacos para reducir el malestar y a través de medidas que eviten el contacto con estas plantas u otros agentes que desencadenen el malestar.
Trastorno afectivo de temporada. Fatiga, desánimo, irritabilidad y somnolencia excesiva en meses de invierno pueden sorprender a una persona que durante la mayor parte del año lleva una vida normal (generalmente mujeres de entre 20 y 29 años). Si el desánimo persiste o aumenta conforme las noches se alargan, se recurre a tratamientos que actúan sobre los ritmos biológicos para restaurar el equilibrio perdido, como exposición a la luz, mejora de la iluminación en casa, caminatas durante el día y modificación de ciclos de sueño y vigilia.
Estos consejos le ayudarán a pasar un invierno más saludable y gozar de una época Navideña en plenitud, libre de enfermedades y junto con sus seres queridos sin motivos de preocupación.