El Papa Francisco pidió al gobierno de transición de la República Centroafricana y a sus ciudadanos que se inspiren en el lema del país, «unidad, dignidad y trabajo», para superar el conflicto interreligioso que en los últimos dos años ha costado la vida a miles de personas.
Tras reunirse con la presidenta de la transición, Catherine Samba-Panza, y con miembros del cuerpo diplomático, el pontífice felicitó a las autoridades nacionales e internacionales «por los esfuerzos que han realizado para dirigir el país en esta etapa».
República Centroafricana celebrará un referendo constitucional el próximo 13 de diciembre, y dos semanas después tendrán lugar las elecciones presidenciales, dos eventos que culminarán la transición y deberían permitir el comienzo de la reconstrucción del país.
En su opinión, unidad, dignidad y trabajo son tres palabras que expresan «las aspiraciones de todos los centroafricanos» y son una «brújula segura para las autoridades que han de guiar los destinos del país», pues representan «más una obra por hacer que un programa acabado».
Durante el discurso, pronunciado en el palacio presidencial, el papa dio llamó la atención a la clase política y aseguró que las autoridades deben «ser un ejemplo para sus compatriotas».
«Se ha de vivir y construir teniendo en cuenta la maravillosa diversidad del mundo, evitando la tentación de tener miedo de los demás, del que no nos es familiar, del que no pertenece a nuestro grupo étnico», añadió el pontífice.
Asimismo, recordó que «hay que hacer lo que sea para salvaguardar la condición y dignidad de la persona humana», y pidió que aquellos que tiene medios para vivir traten de «ayudar a los pobres» para que puedan llevar una vida «acorde con la dignidad humana».
Por ello, el acceso a la educación y a la sanidad, la lucha contra la desnutrición y el esfuerzo por asegurar una vivienda digna, han de ser la prioridad de cualquier plan de desarrollo, puntualizó Jorge Bergoglio.
República Centroafricana es un país con una «excepcional riqueza en biodiversidad» y se encuentra en una zona considerada como «uno de los dos pulmones de la humanidad», por lo que sus habitantes pueden «mejorar esta maravillosa tierra» usando con responsabilidad sus recursos.
El papa también tuvo palabras de agradecimiento para la comunidad internacional, a la que conminó a reforzar sus lazos con el gobierno centroafricano para que el país progrese hacia la «reconciliación», el «desarme» y la «preservación de la paz».
Gobierno pide perdón por violencia
La presidenta de la República Centroafricana, Catherine Samba-Panza, pidió «perdón» en nombre de la clase dirigente y de los responsables de lo que llamó «descenso a los infiernos», en alusión a la violencia de su país, y animó a sus compatriotas a hacer lo mismo tras recibir al papa.
Samba-Panza elogió la «lección de coraje y determinación» que el pontífice ha demostrado al viajar a Bangui, capital de República Centroafricana, donde le recibió en la sede presidencial, el Palacio del Renacimiento.
«Todos los hijos e hijas de este país deben reconocer sus faltas y pedir perdón, un perdón sincero que su bendición transformará en un nuevo pavimento para la reconstrucción del país», subrayó la mandataria.
El pontífice inició hoy en Bangui la tercera etapa de su gira africana, la más arriesgada por la situación de inseguridad en el país, agitado por una crisis política y humanitaria que ha causado miles de muertos y decenas de miles de refugiados y desplazados en los últimos dos años. «Confieso todo el mal que se ha hecho aquí en el curso de la historia y pido perdón desde el fondo de mi corazón», expresó la presidenta dirigiéndose al pontífice.
Todos los centroafricanos, continuó, «tienen una necesidad absoluta de este perdón con motivo de su visita, más si cabe tras las últimas abominaciones cometidas en nombre de la religión por personas que se dicen creyentes».
La espiral de violencia sectaria comenzó en República Centroafricana con el derrocamiento de François Bozizé en marzo de 2013 a manos de rebeldes Séléka, de mayoría musulmana, contra quienes se alzaron en armas meses más tarde milicias denominadas anti-balaka, de mayoría cristiana.