Hollande entró solo al hospital de los Inválidos y se sentó en una silla sencilla solo en la primera fila.
Francia rindió homenaje el viernes a las víctimas de los ataques del 13 de noviembre, que sumieron a la nación en el miedo y el luto, en una ceremonia en la que se leyeron los nombres de los 130 muertos.
La bandera tricolor ondeaba en muchas ventanas, en una muestra inusual de patriotismo, pero la ceremonia en el patio cerrado del monumento nacional Les Invalides careció de la rebeldía de enero, cuando un millón de personas salieron a las calles en homenaje a los asesinados por milicianos extremistas.
Las únicas imágenes del viernes fueron las de las fuerzas armadas, y solo se podía asistir por estricta invitación.
La noche del 13 de noviembre, tres equipos de suicidas y milicianos perpetraron ataques en varios lugares de París, desde el estadio nacional —donde el presidente Francois Hollande se encontraba entre los espectadores— hasta la sala de conciertos Bataclan. Los ataques dejaron 130 muertos y cientos de heridos. La multitud en el estadio entonó emocionadamente el himno nacional, cantado nuevamente el viernes.
Hollande entró solo al hospital de los Inválidos y se sentó en una silla sencilla solo en la primera fila.
Los muertos eran en su mayoría jóvenes veinte y treintañeros, en una noche de música, restaurantes, bares o deportes. El menor tenía 17 años, el mayor 68.
Leídos los nombres, el patio quedó en silencio, roto finalmente por un violonchelo. Hollande miraba hacia adelante.