Tryno Maldonado pone rostro a la desgracia de Ayotzinapa

La noche del 26 de septiembre del año pasado dejó una huella imborrable en la historia de México; ese día, desaparecieron 43 estudiantes mexicanos en tierras guerrerenses. No olvidar. Ese es uno de los fines por los que el escritor Tryno Maldonado se trasladó a las entrañas del Estado de Guerrero para conocer de primera mano cómo es que viven esos jóvenes que defienden su lucha y que siguen buscando a sus seres queridos.
El resultado de esa experiencia derivó en “Ayotzinapa. El rostro de los desaparecidos”, un trabajo con el cual Maldonado narra y describe quienes son las víctimas y las personas que continúan con la búsqueda de aquellos jóvenes de los que no se sabe nada.
Tryno Maldonado vivió durante unos meses en la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, en Tixtla, Guerrero, donde experimentó las carencias que los estudiantes sufren cada día, los temores a ser agredidos durante su búsqueda y las puertas cerradas a las que han tenido que enfrentarse desde el episodio de Iguala.
En “Ayotzinapa. El rostro de los desaparecidos”, Maldonado cuenta historias basadas en su propia investigación y en los testimonios de los sobrevivientes de aquel episodio. Los protagonistas de estos relatos son aquellos padres, que como cualquier otro, aman a sus hijos; son los compañeros que sufren de la impunidad al no saber el paradero de sus colegas de clases, y también son los 43 jóvenes que aún son buscados por cientos de personas.
Este libro, señala Maldo-nado, también sirve como un contrapeso a la llamada “verdad histórica” del Gobierno federal, la cual establece que los jóvenes fueron quemados en un basurero, aunque esta investigación ha sido tachada en varias ocasiones por organismos internacionales que la señalan como una mala averiguación con deficiencias y conclusiones “imposibles”.
El rostro de los desaparecidos”, Tryno también busca derribar algunos prejuicios que se tienen en torno a los jóvenes estudiantes de esa escuela rural.
“Es muy complejo el mundo de Ayotzinapa como para sólo creer que es un semillero de guerrilleros, porque en realidad no es así.
es un bastión que se vuelve muchas veces la única oportunidad para conseguir una vida digna entre muchos de estos muchachos, que son hijos de campesinos pobres que no tendrían acceso a la educación”.

Por cuatro meses Tryno Maldonado supo del compañerismo que tienen los jóvenes de la escuela rural y también se acercó a las familias, quienes se abrieron a él para contarles sus desgracias durante la búsqueda de sus hijos y al mismo tiempo la negativa del Gobierno a atenderlos.

En este ejercicio, el escritor zacatecano también vivió las persecuciones que experimentaron los normalistas sobrevivientes y los padres de los desaparecidos: el acoso de las fuerzas del Ejército, la omisión de los gobiernos y las agresiones de la Policía durante sus manifestaciones.

Lucha de versiones

“Verdad histórica”. La Procuraduría General de la República (PGR) determinó que los 43 normalistas fueron detenidos en Iguala por la Policía municipal, para después ser entregados al cártel de Guerreros Unidos, organización criminal que trabajaba con el Gobierno de Iguala.

Posteriormente, los jóvenes fueron asesinados e incinerados en un basurero en la comunidad de Cocula y sus restos arrojados en un río cercano. Debido a que casi no se encontraron restos, la PGR no pudo afirmar en 100% que estos pertenecían a los normalistas.

Por su parte, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) envió a un grupo de expertos para analizar y realizar una investigación independiente. Estos especialistas afirmaron que era “imposible” haber quemado tal cantidad de personas sin haber hecho un daño significativo al entorno donde presuntamente esto ocurrió. En su investigación la CIDH se centró en el robo de un quinto autobús que fue tomado por los estudiantes, donde presuntamente había un cargamento de droga —de Guerreros Unidos— del que los jóvenes no sabían nada.