La gripe, puede ser causa de muerte

Fiel a su costumbre, la gripe se hace presente en la época invernal y no sería raro que acometiera sobre algún miembro de la familia y que éste contagiara a los demás, sobre todo a bebés y ancianos, quienes en ocasiones se descuidan y desarrollan problemas mayores; conozca los riesgos que ello implica.
Pese a que poco se habla del asunto, se sabe que en México se suscitan más de 13 mil muertes anuales causadas por infecciones en las vías respiratorias, muchas de las cuales inician como simple resfriado.
Por ello, es importante distinguir las diferencias entre resfriado y otras infecciones, como la gripe, dado que tienen manifestaciones similares. Estos padecimientos son causados por virus, siendo característicos del resfriado los del orden de los rinovirus, en tanto que en la gripe lo son los Ortomyxoviridae o las bacterias.
Ahora bien, los virus atacan al aparato respiratorio superior (nariz y garganta) y también al inferior (tráquea, bronquios y pulmones), pero éste es igualmente susceptible al embate de bacterias. Los microorganismos viajan (hasta 1 metro de distancia) por el aire que expulsa un enfermo cuando habla, tose o estornuda, y puede mantenerse vivo en distintas superficies durante algunas horas.
¿A quienes atacan?
El que se contagie o no una infección de este tipo, particularmente gripe, depende de la resistencia con la que cuente nuestro organismo, fortaleza que tiene que ver con los anticuerpos creados a partir de otras infecciones que hayamos tenido y que se hayan originado por los mismos gérmenes. No obstante, existen ciertas condiciones que favorecen el impacto de virus y bacterias, entre las que destacan:
Tabaquismo.
Ingestión de bebidas alcohólicas.
Continuo desgaste físico.
Falta de descanso.
Estrés.
Pese a que los factores descritos pueden ser característicos de cualquier adulto lo son aun más en los ancianos, quienes por estas causas ven mermado considerablemente su sistema inmunológico (aquel que nos defiende de infecciones), el cual también puede verse disminuido por consumir medicamentos en cuya fórmula se contemplen corticoides (derivados de cortisona) o por padecer:
Diabetes.
Insuficiencia renal crónica (pérdida gradual y progresiva de la capacidad de los riñones para excretar desechos, concentrar la orina y conservar los electrolitos).
Enfermedades cardiacas.
Desnutrición.
Sida. El síndrome de inmu-nodeficiencia adquirida es ocasionado por el virus de in-munodeficiencia humano (VIH), el cual debilita al sistema del organismo que combate las enfermedades (inmunológico).
Asma. Enfermedad crónica que obstruye al aparato respiratorio debido a que produce inflamación de los conductos que llevan aire a los pulmones.
Artritis. Agrupa a una serie de enfermedades que se caracterizan por inflamación en las articulaciones, siendo más común las de tipo reumatoide.
Cirrosis (degeneración de las células del hígado que impiden su buen funcionamiento).
Por otra parte, el resfriado puede generar irritación de garganta, mucosidad y la molesta tos, así como congestión nasal y estornudos, en tanto que la gripe agrega a los anteriores síntomas fiebre, temblores, dolores musculares, de cabeza y pecho, ojos llorosos y cansancio extremo.
Es importante considerar que si los malestares antes mencionados se prolongan durante varios días, lo que ocurre comúnmente por no atenderlos a tiempo, crece la posibilidad de desarrollar problemas mayores. Por ejemplo, los estornudos constantes pueden derivar en inflamación de oídos (otitis) y de los senos paranasales (sinusitis); de igual modo, si los gérmenes causantes de infección en garganta llegan a los bronquios pueden provocar bronquitis, y si se alojan en los pulmones habrá pulmonía (también conocida como neumonía).
Quienes sufren esta última corren el grave riesgo de perder la vida, pues los sacos de aire de los pulmones se llenan de pus, lo que dificulta que el oxígeno llegue a la sangre y que la infección se propague a todo el organismo en tan sólo 24 horas.
Signos característicos de neumonía son fiebre (a veces rebasa los 40° C), tos seca, dificultad para respirar, escalofríos, sudores y dolor de tórax; es frecuente que la piel adquiera coloración azul (cianosis), que se expulsen secreciones de color verde y haya confusión mental. Si usted presenta alguno o varios de estos síntomas debe acudir inmediatamente al neumólogo, quien revisará sus pulmones a través de una radiografía, preguntará sobre los síntomas y mandará analizar una muestra de sus secreciones para confirmar si es víctima de la enfermedad. De resultar positivo el diagnóstico, será necesario permanecer internado en el hospital porque el padecimiento puede agravarse en cuestión de horas.
Cuide hasta los estornudos
Es recomendable acudir en busca de ayuda médica cuando el resfriado se haya manifestado pero, en tanto, usted cuenta con la posibilidad de consumir medicamentos que contrarresten los efectos de las infecciones en vías respiratorias.

Un ejemplo de ello es el ácido acetilsalicílico, que suele disminuir fiebre y dolores de cabeza, muscular y articular, aunque en algunas personas causa irritación estomacal. Sin embargo, éste no es el único efecto secundario, pues puede desarrollar en niños menores de 12 años una grave enfermedad conocida como síndrome de Reye.

El problema inicia cuando se administra esta sustancia durante el periodo de manifestación de alguna enfermedad causada por virus (como las que se han mencionado con anterioridad), originando que aumenten los niveles de amoniaco y acidez en la sangre y que la cantidad de azúcar descienda, además de que el hígado se inflame y forme depósitos de grasa, en tanto que el cerebro presenta hinchazón, lo que puede derivar en convulsiones, estado de coma y muerte del órgano.

Aproximadamente una semana después de que el paciente ha sufrido la infección viral se presentan los primeros síntomas, entre los que se incluyen náusea y vómito constantes, seguidos de pérdida de la capacidad para mantenerse alerta, sueño insoportable, confusión, alucinaciones, cambios en la personalidad, desorientación, visión doble, dificultad para hablar, comportamiento agresivo y convulsiones.

Por esta razón, cuando sus hijos padezcan enfermedades virales opte por medicamentos que contengan acetaminofeno o ibuprofeno, pues controlan dolor y fiebre sin el riesgo de causarles complicación alguna.

Por otra parte, y en relación con la población adulta, se puede decir que el malestar general puede disminuirse con paracetamol, en tanto los clorohidratos de fenilefrina y efedrina se emplean para descongestionar la mucosa nasal y de laringe, mientras la vitamina C ayuda a prevenir infecciones en vías respiratorias.

Los anteriores son algunos de los compuestos contenidos en los numerosos antigripales que existen en el mercado, los cuales le ayudarán a sentirse mejor. No obstante, es de vital importancia leer cuidadosamente la información que ofrecen en su empaque antes de comprarlos, para así saber cómo emplearlos, sus dosis, posibles efectos secundarios y en qué casos están contraindicados.

Tenga en cuenta que ningún medicamento cura el resfriado, sólo lo hace menos molesto. Por tanto, lo mejor que puede hacerse es adoptar medidas generales que suelen mejorar la situación:

Aléjese de ambientes contaminados.
Evite cambios bruscos de temperatura.
Abríguese bien antes de exponerse a corrientes frías.
Deje de fumar y beber alcohol.
Descanse para restituir la energía perdida, sobre todo si hay señales de fiebre.
Procure consumir alimentos con alto contenido nutritivo, en especial sopas, caldos, jugos de frutas y leche.
Consuma vitamina C (presente en frutas como limón, naranja, guayaba y fresa), ya que colabora en la formación de nuevas células que restituirán a las que mueren o se ven dañadas por efecto de los virus.
Lávese las manos con frecuencia para evitar contagiar a los demás.
Cuando esté cerca de otras personas haga lo posible por cubrir su boca y nariz, ya que si usted es portador de algún virus puede infectarlas, y por el contrario, si hay alguien que ya esté contaminado puede afectarlo directamente.
No se coma las uñas; por descabellado que parezca, se han localizado virus en esta parte de las manos, las cuales llegan a las vías respiratorias a través de la boca.
Practicar ejercicio aumenta la capacidad respiratoria e impide que un catarro o gripe se compliquen.
Es altamente recomendable, sobre todo en adultos mayores, aplicarse la vacuna antigripal para protegerse del embate de los virus.
Con las indicaciones antes expuestas le aseguramos un invierno más tranquilo y sin molestias, junto a sus seres queridos.