Gastritis; esa epidemia silenciosa

Los espacios informativos suelen alertar sobre enfermedades como diabetes (aumento en la concentración de azúcar en la sangre), cáncer, obesidad o, recientemente, influenza. La gravedad e incidencia creciente de dichos padecimientos justifica su constante mención, pero también ha opacado el avance de otras afecciones sobre las que los especialistas llaman la atención, debido a que afectan en silencio la calidad de vida de millones de mexicanos. Tal es el caso de la gastritis (inflamación o irritación del revestimiento del estómago), la cual tiene diferentes causas, aunque vale la pena enfatizar que las principales se vinculan con el escaso valor que le damos a nuestra alimentación. Consumir alimentos poco higiénicos o con alto contenido de grasas e irritantes, sin olvidar ayunos prolongados provocados por comer a deshoras, fumar, beber y algunos medicamentos, así como estrés, son los principales factores que permiten la aparición de gastritis y que, según estimaciones del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), es padecida por 8 de cada 10 personas. Doloroso y más riesgoso de lo que se piensa En opinión de la Dra. Yolanda Zamorano Orozco, gastroenteróloga endoscopista del Hospital General Regional No. 1 Dr. Carlos Mac Gregor Sánchez Navarro del IMSS, en la Ciudad de México, “este padecimiento se relaciona estrechamente con la presencia de Helicobacter pylori, bacteria que desencadena proceso infeccioso que altera a la mucosa estomacal y ocasiona inflamación”.
Se sabe que más de la mitad de la población mundial está infectada por este microorganismo y que la incidencia es mayor en naciones en desarrollo, como la nuestra, ya que la insalubridad aumenta el riesgo de contraer H. pylori. No obstante, muchas personas que hospedan esta bacteria en su estómago no desarrollan gastritis, ya que no fuman, practican pautas alimenticias correctas y tienen adecuado manejo de la tensión emocional. Para quienes no comparten estos hábitos de vida, que parecen ser la mayoría en las ciudades mexicanas, lo más común es que las condiciones de estrés, horarios salteados para ingerir alimentos y consumo de irritantes favorecen el crecimiento de las colonias de bacterias nocivas, mismas que provocan síntomas como: Respecto a la influencia del estrés en esta afección, la Dra. Zamorano Orozco indica que “la gastritis también se manifiesta por presiones emocionales, ya que el sistema nervioso y el digestivo tienen conexión importante, denominada neurodigestiva. Por ello, no dormir bien, estresarse o enojarse genera la secreción de sustancias que repercuten en el estómago, lo que causa vaciamiento gástrico acelerado”. Gran parte de las personas que sufren gastritis no atienden adecuadamente su problema y dejan que evolucione. Empero, señala la especialista, dejar que el malestar avance puede derivar en la formación de úlcera péptica, que se caracteriza por la generación de erosiones o “boquetes” en la pared del estómago (gástrica), la unión con el esófago (esofágica) o con el intestino delgado (duodenal). “Esta situación pone en riesgo la vida del paciente, ya que se acompaña de vómito con sangre y evacuaciones oscuras, los cuales son síntomas de hemorragia interna que puede ser mortal”. Lo más aconsejable es que, ante la presencia de síntomas típicos de gastritis, la persona afectada acuda a consulta con su médico familiar o gastroenterólogo. El diagnóstico se realiza a partir de la historia clínica del paciente, la descripción de los síntomas y, de forma complementaria, estudios de imagen como rayos X y endoscopía (observación del estómago con una sonda flexible que tiene pequeña cámara e ingresa por la boca), siendo ésta última ideal porque permite tomar una muestra del tejido dañado (biopsia) y someterla a estudio para descartar complicaciones, como formación de células cancerosas. Para abordar este problema de salud, “y de acuerdo con cada caso, al paciente se le pueden prescribir tres grupos de medicamentos. antiácidos (bloquean el exceso de ácidos gástricos), antagonistas de los receptores H2 de histamina e inhibidores de la bomba de protones (ambos reducen la producción de ácido en el jugo gástrico, aunque por mecanismos diferentes). El tratamiento dura unos 2 ó 3 meses”.

Abunda la Dra. Zamorano: “Para garantizar el resultado es necesario que el paciente no abandone el medicamento, que cambie sus hábitos alimenticios y realice ejercicio. Es común que el enfermo deje el tratamiento en cuanto se siente mejor; no obstante, si actúa de esta forma sufrirá una recaída en poco tiempo”.

La gastroenteróloga explica que este problema de salud es prevenible cuando se evita el consumo desmedido de irritantes, alcohol y tabaco, a la vez que se incrementa “la porción de verduras y alimentos ricos en fibra, como la manzana, una de las frutas que más ayuda al proceso de desinflamación, estimula la actividad del tubo digestivo y ayuda a una mejor digestión”.

Respecto de la autoprescripción, la experta advierte que recurrir constantemente a los antiácidos puede generar trastornos como estreñimiento e, incluso, daño renal, pues estos medicamentos contienen aluminio que, en exceso, se acumula en los riñones. Además, puede generarse desequilibrio en la química estomacal que reduzca su resistencia a otras infecciones, ya que este órgano produce ácidos que lo protegen de virus, bacterias y parásitos.

Por lo anterior, la especialista recomienda a los pacientes con gastritis “que se acerquen a los servicios especializados, para que sea el médico quien determine el tratamiento indicado y prevenga otras complicaciones de salud”.