El cuidado de la sexualidad

Resulta evidente que vivimos inmersos en una cultura de consumo que nos convierte en seres prácticos. Seres prácticos que deben producir para conseguir satisfacer las necesidades de consumo que surgen en nuestra sociedad.
Este estilo de vida está teniendo serias consecuencias en lo que a la sexualidad se refiere. Las personas nos esforzamos por tener calidad de vida, alcanzar metas, obtener mayores bienes materiales…
A su vez, estos esfuerzos generalmente conllevan un cansancio crónico o un estrés que van menoscabando la sexualidad.
Ciertamente la sexualidad paga un alto tributo en esta sociedad de consumo. Cada vez acuden a consulta más parejas jóvenes, físicamente sanas, que se quejan de su pobre y escasa vida sexual.
La dificultad en la coincidencia de horarios, el cansancio, las preocupaciones producidas por el trabajo, las infinitas tareas del hogar son ejemplos de la suma de factores que hacen mella en la pareja.
Contribuyen enormemente en la disminución de posibilidades y situaciones en que las personas podrían mantener relaciones sexuales. Eso sin mencionar las situaciones más extremas.
En cualquier caso, así pasa un día, otro día, y otro más… el escenario erótico se va tornando triste, poco estimulante, lejano.
La actividad sexual de una pareja suele oscilar y pasar por fases distintas. Cuanto más tiempo permanece junta una pareja, mayor es el reto de mantener la capacidad de sorprender y variar lo suficiente sus “rutinas sexuales”.
Además, si se añade el cansancio crónico, el estrés y falta de tiempo, la disminución del deseo se magnifica y se puede convertir en un problema.
Es importante recordad que, al igual que cualquier otra actividad, el sexo en la pareja requiere de una dedicación, de un cuidado constante y de cierto esmero. La terapia sexológica ofrece la oportunidad para aprender destrezas sexuales que permiten a la pareja conocerse mejor a un nivel mucho más íntimo. De este modo, el gozo y la satisfacción se potencian.
Lógicamente es muy importante conocer e identificar los ciclos por los que pasa la pareja en su actividad sexual. Esto implica saber y entender que a veces puede haber períodos de muy poca actividad y otros de más.